Protección del medio ambiente

Sanciones de «50.000 pesetas» por tirar escombros a la playa

Un cartel próximo a una playa de Alicante advierte de multas en una moneda que dejó de estar en circulación hace dos décadas

benidorm playa turismo covid

benidorm playa turismo covid / Miguel Lorenzo

C. Pascual

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En octubre de 1868, la peseta entró en circulación tras un decreto del Gobierno que la estableció como unidad básica del sistema monetario español. Las primeras pesetas se acuñaron en 1869 y el primer billete se emitió cinco años después. Más de un siglo después, la vida de la peseta llegó a su fin cuando el 1 de enero de 2002 entró en circulación el euro conviviendo con las pesetas hasta finales de febrero de aquel año.

Ahora, dos décadas después de que las pesetas dejaran de ser la moneda oficial en España, todavía siguen «vigentes» para el Ayuntamiento de Alicante. O, al menos, esa conclusión se podría extraer a partir de uno de esos carteles informativos con los que se pretende frenar el vertido de basuras y escombros, que ha generado debate en redes sociales.

La señal se encuentra en un solar próximo a la playa de la Almadraba, en una calle con ese mismo nombre. «Prohibir verter basuras y escombros bajo multa de 50.000 pesetas», dice la placa que se ubica en un terreno que, a su vez, está vallado por ser el yacimiento arqueológico «Almadraba», lo que supone a su vez la prohibición de tránsito para vehículos y maquinaria pesada en la zona.

En una actuación policial por verter escombros en un solar de un polígono industrial, la Policía impuso una multa de 1.050 euros, que al cambio serían 174.700 pesetas.

Más allá del cartel en pesetas, que no hace otra cosa que poner en evidencia la falta de mantenimiento de la señalética municipal, los vertidos ilegales suponen un importante problema para un bipartito que pretende atajar la situación con la construcción de tres ecoparques más en Alicante, que se sumarán al ya existente en Aguamarga. Con estos futuros recintos se busca triplicar la recogida de residuos domésticos, que en demasiadas ocasiones acaban en solares públicos o incluso privados.

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