Violencia contra las mujeres

Los Mossos estuvieron en casa de la última víctima machista de Catalunya la misma semana del crimen

Antonella Abigaíl, la mujer que fue calcinada en Sant Vicenç de Castellet (Bages) por su marido, había denunciado la violencia que sufría en varias ocasiones

Los hermanos de la joven, que viven en Argentina, quieren hacerse cargo de su hija Esmeralda, la única superviviente del crimen

Antonella Orihuela joven asesinada a principios de agosto del 2021 FOTO CEDIDA POR LA FAMILIA

Antonella Orihuela joven asesinada a principios de agosto del 2021 FOTO CEDIDA POR LA FAMILIA

Elisenda Colell

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Solo cuando apareció muerta, calcinada, en un descampado de Sant Vicenç de Castellet (Bages) el pasado 30 de julio, se activaron todas las alarmas. Era demasiado tarde. Antonella Abigaíl Orihuela es la séptima mujer asesinada en 2021 por el machismo en Catalunya. Su hija Esmeralda, de 2 años, la quinta menor que queda huérfana por esta lacra. Su asesino fue un marido suicida, de quien Antonella se quería divorciar y a quien trató de denunciar en reiteradas ocasiones desde el mes de abril. Las última alarma sonó la semana se su muerte. Pocos días antes del fallecimiento, los Mossos estuvieron en su casa por una pelea, pero no vieron evidencias para actuar de oficio, apuntan fuentes policiales. La Conselleria d'Igualtat de la Generalitat se emplaza a revisar que falló en este caso en septiembre.

Se llamaba Antonella, pero para su hermanos y amigos fue siempre Aby. Nació en 1991 en el distrito de Almirante Brown de Buenos Aires. Era la hermana mayor de una familia sostenida por una madre que crió sola a tres hijos. Conoció a Adrián en 2010, un joven argentino, y en 2012 se fueron a vivir juntos. Ella trabajaba en un 'fast food' mientras estudiaba para "extraccionista de sangre". Él, analista de sistemas informáticos, consiguió trabajo en Barcelona en 2016. Aby y Adrián mantuvieron la relación a distancia durante un año, hasta que ella terminó los estudios.

La pareja se casó en Argentina y se instaló en el piso que Adrián había comprado en Terrassa (Vallès Occidental). Ella tuvo trabajos temporales y desde que nació Esmeralda se dedicó a cuidarla. "Era como nuestra madre, lo más grande que teníamos", cuenta por teléfono su hermano, Ezequiel desde Buenos Aires. La madre falleció en diciembre del 2020, y Aby, a pesar de estar a más de 10.000 kilómetros de sus hermanos, solo tenía ojos para su familia. "Estaba siempre pendiente de los demás, nos ayudaba, nos aconsejaba... siempre hacía todo lo necesario", explica el hermano entre sollozos.

Acusada de mala madre

El 25 de marzo de 2021 Adrián se preparaba un mate en la cocina de su piso y el fregadero estaba lleno de platos sucios. La niña se arrojó el agua hirviendo de la infusión por encima y el padre culpó a Aby de la suciedad de la cocina y de no estar pendiente de la menor. Le llamó "mala madre", "inútil" e "irresponsable", explican los hermanos que pudieron oír los insultos porque estaban en plena videollamada con Aby. Esmeralda ingresó en el Hospital Vall d'Hebron por las quemaduras. Él pidió el divorcio y le juró que le quitaría la custodia de la niña.

"Nos contactó en abril por correo electrónico a raíz de este incidente", cuenta Mireia C, miembro del Punto Lila, un grupo de mujeres feministas de la Asociación de Vecinos de el barrio de Sant Pere de Terrassa. "Hubo desprecio verbal y agresiones físicas", cuenta la vecina. Aby, en el hospital pendiente de la niña, tardó varios días denunciar a Adrián. Primero lo intentó sola en la comisaría de los Mossos. "Me han dicho que si no tengo marcas, si no tengo secuelas ni me amenaza de muerte, no pueden hacer nada", dijo la víctima con la voz quebrada, a través del whatsapp, a Emilia Soerensen, una de sus mejores amigas. Los Mossos dicen que no tienen constancia de ello.

Mireia C. explica que la acompañó personalmente a un reconocimiento médico en el hospital Mútua de Terrassa, y con ese documento, donde se veían pocas secuelas físicas de una posible agresión, intentaron poner otra denuncia en la misma comisaría. "Fuimos hasta cuatro veces y siempre nos decían lo mismo, que si las marcas no eran visibles no podían tramitarnos la denuncia", cuenta la activista. "La quinta vez fue en la comisaría de la Guardia Urbana de Terrassa y allí sí que nos la aceptaron, pero solo por violencia verbal", prosigue. Al día siguiente, 21 de abril, Aby pidió una orden de protección de forma cautelar. Tanto el fiscal como el juez se la denegaron. El juicio quedó para octubre.

Cambio de cerradura

El 19 de abril Esmeralda salió del hospital con Aby. Al entrar a casa se encontraron la cerradura cambiada y las maletas en la puerta. Lo muestran fotografías y notas de voz que mandó a sus amigos y lo corroboran los Mossos que fueron hasta el lugar. "Él dijo que se le había olvidado darle la nueva llave. La invitó a entrar y quedó zanjado. Lo que es increíble es que la policía se lo creyó y no pensó que ella necesitaba ayuda", lamenta su hermano. La policía catalana le ofreció denunciar. "Vino a comisaría de noche, pero no denunció, solo quería asesorarse sobre el divorcio", explican fuentes policiales.

El infierno siguió. "Estuvo dos días durmiendo en casa de una amiga del Punt Lila, pero quiso regresar a casa", cuenta Marta C. "Necesitaba estar con su hija y los abogados del divorcio le decían que si se iba de casa perdería la custodia por abandono del hogar", agrega Soerensen. "Aby pasaba los días conviviendo con su agresor y le tenía que decir, a todas horas, donde estaba y qué hacía", prosigue la amiga. "Esto es como una cárcel, necesito ser libre", insistía la joven en notas de voz por whatsapp. En junio, Aby llamó al 112 porque Adrián no le dejaba salir de casa. Al fin escapó y no hizo falta que la patrulla se presentara.

Sin vivienda

Mientras tanto, Aby acudía al centro municipal contra las violencias machistas de Terrassa, en Casa Galeria, ya que su caso, a espera de juicio, lo llevaba la Policía Local. Allí le consiguieron, para septiembre, una guardería para la niña y un empleo, cuentan fuentes municipales. Las mismas fuentes que, reconocen, no le encontraron una lugar donde alojarse. "La vivienda y el trabajo son claves para la autonomía de las víctimas, y es donde tenemos más dificultades porque no está garantizado: es un tema muy difícil que tenemos encima de la mesa", asume Laia Rosich, directora general para la erradicación de les violencias machistas de la Generalitat. "A medida que pasaban las semanas, él empezó a decir que ya no quería el divorcio. Pero ella estaba empoderada, tenía claro que quería salir de esa casa y terminar la relación", explica Mireia C.

Atrapada por el virus

Cerca del 23 de julio la situación se complicó. Primero la pequeña y luego Aby dieron positivo por coronavirus. Se tuvieron que encerrar con Adrián en casa. "Tratábamos de contactar con ella pero apenas podía hablar", explica el hermano. Los Mossos tienen constancia de una discusión que requirió su presencia en el piso, pocos días antes del asesinato. Aby no quiso denunciar y los agentes que acudieron al lugar tampoco vieron evidencias de violencia machista como para activar el caso de oficio.

En el último mensaje que Aby mandó a sus hermanos les preguntaba si hablaban con su marido y agresor. La tarde del jueves 29 de julio su móvil ya no daba señal. Los hermanos contactaron con Adrián, el marido, que mandó una foto de la niña durmiendo y les dijo que todo iba bien. "Creo que ya la había matado", sospecha Ezequiel. "Su muerte es muy injusta porque era evitable: no la quisieron proteger", insiste el hermano entre sollozos.

Reivindica el consuelo de poder criar a su sobrina, que ahora vive en un centro de acogida de la Generalitat. Ya han iniciado los trámites para obtener la tutela y piden que la burocracia no se demore. "No tenemos dinero para comprar el billete a España, ni para enterrar a Aby acá", cuenta el hermano, que ha puesto en marcha una campaña de recaudación de fondos. La Generalitat está intentando pagar la repatriación del cadáver, pero la familia no lo sabe. "Las autoridades en España y Catalunya han salido a manifestarse, a hacer minutos de silencio... pero nadie se ha puesto en contacto conmigo", se queja el hermano, que se enteró del asesinato de su hermana por las redes sociales. El cuerpo de Aby descansa en el instituto forense. Si el dinero no llega a tiempo, será enterrada en una fosa común en Catalunya.

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