Jóvenes en las colas de vacunación: "Solo queremos llevar una vida normal"

Llevan semanas en el punto de mira. Que si los viajes de fin de curso, que si los botellones en plazas y playas, que si los festivales musicales sin mascarilla y sin distancia de seguridad... Los jóvenes han sido señalados como presuntos responsables de la rápida expansión del covid-19 en esta quinta ola de la pandemia en España, pero lo cierto es que, como ya se vio en julio cuando fueron convocadas las personas de entre 20 y 30 años, su respuesta a las campañas de vacunación es altísima. Poco les importa pasar horas haciendo cola -ahora algunos, los menores de 15 años, también en compañía de sus padres- para recibir una dosis. Desde el miércoles, las filas ante los centros de vacunación son abundantes.

"Solo con poder asegurarnos de que podremos ir a clase el curso que viene sin las interrupciones que tuvimos el año pasado, ya vale la pena la espera y el pinchazo", exclama Irene, universitaria de 18 años, que lleva ya la primera tanda de Moderna. "A ver si, después de un primer año más virtual que presencial, el segundo curso de carrera puede ser por fin un poco normal", agrega Adriana, también estudiante en la universidad y vacunada, en su caso, con Pfizer. "Bastaría con que el curso que viene sea más fácil y sin tantas restricciones como el pasado", coincidían Berta y Ona, dos amigas de 14 años que acudieron al vacunódromo de la Fira de Barcelona el primer día en que empezó a inmunizarse a los de su franja de edad.

Respuesta masiva

Aunque la Conselleria de Salut no está aún en condiciones de facilitar datos oficiales sobre cuántos menores de entre 12 a 15 años ya han solicitado vacunarse en Catalunya, los datos recogidos por este diario indican que solo en la primera jornada de inmunización se administraron 8.300 dosis a personas de esa franja de edad. Algunas fuentes hablan de que solo en las primeras 24 horas después de que Salut anunciara la vacunación se habían concertado más de 50.000 citas previas de los alrededor de 300.000 chavales de esa edad que pueden empezar a ser inmunizados.

Esta respuesta masiva "pone en evidencia muchas cosas y rompe con varios prejuicios", opina el psicólogo social y educador Jaume Funes, que lleva más de 40 años trabajando en el ámbito de la adolescencia. "En primer lugar, estamos viendo que, una vez más, cuando se dijo que la transmisión del virus la estaban favoreciendo ellos, se les juzgó bajo el patrón del mundo adulto, que les convirtió en un chivo expiatorio del avance de la pandemia", reflexiona Funes. "Y por la otra, nos están diciendo que ellos a lo que aspiran es a llevar una vida normal. Después de un año y medio de restricciones, un tiempo que para un adolescente es larguísimo, lo que piden es poder vivir sin limitaciones sociales, sin temer permanentemente un nuevo confinamiento", prosigue el investigador social.

Quedar con los amigos

A esas edades, "su percepción de la felicidad es mucho más sencilla de lo que pensamos los mayores: tienen suficiente con poder encontrarse con los amigos, con pasar un tiempo con sus iguales", señala Funes. Y son, también, chavales comprometidos, "que reaccionan ante el mundo de los adultos, a los que en cierta medida culpan del caos en el que les han sumido". Además, entre sus referentes, los 'youtubers', los 'tiktokers' y los 'influencers' que rondan por Instagram, el mensaje antivacunas no tienen aún calado y, por lo tanto, no influye en ellos a la hora de tomar decisiones.

"No es de extrañar que ahora mismo muchos de ellos estén quedando con los amigos por Whatsapp para ir a vacunarse juntos. Es algo propio de la adolescencia, tienen modos de actuación bastante gregarios y se autoconvencen entre ellos", aventura Funes.

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