Inmigración

Colas de 400 marroquís cada día para pedir asilo en Ceuta

Dos centenares de inmigrantes han pasado en los últimos días de Ceuta a la península como demandantes de asilo

Policías marroquíes han dejado sus puestos para pasar a nado a la ciudad

Cola de inmigrantes marroquíes para pedir asilo en el Tarajal de Ceuta, el 24 de julio de 2021.

Cola de inmigrantes marroquíes para pedir asilo en el Tarajal de Ceuta, el 24 de julio de 2021. /

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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Cada mañana antes de que, a las ocho, llegue el personal de la Oficina de Asilo y Refugio (OAR) de la frontera ceutí de El Tarajal, suele haber ya un mínimo de 40 personas guardando cola. Esperan la apertura de la oficina para presentarse como marroquíes en demanda de asilo. La hilera a primera hora del día suele ser parsimoniosa, pues sus ocupantes no tienen mucho más que hacer que vagar por la ciudad, la desesperante deambulación en la que se emplean en busca de comida y bebida desde que, en la oleada del pasado 17 de mayo, entraron en la ciudad. Después, ya entrada la mañana, la cantidad de inmigrantes agolpados junto a la tapia del Tarajal asciende hasta 400, y la calma desaparece por momentos.

Cerca de 200 inmigrantes marroquíes, según fuentes de la Delegación del Gobierno (cerca de 250 si se pregunta a fuentes del Gobierno de la ciudad autónoma) han salido ya de Ceuta en los últimos diez días hacia la península con un papel que les presenta como personas demandantes de asilo cuyo caso está en tramitación. Se lo permite una sentencia del Tribunal Supremo del 29 de julio de 2020 que desbloqueó la situación de inmigrantes detenidos en Canarias, Ceuta y Melilla. A ese fallo le siguió otro en febrero de este año, en el mismo sentido. El alto tribunal dice que si una persona tiene su petición de asilo admitida a trámite, mientras el Gobierno resuelve no hay motivo para limitarle la posibilidad de moverse por el territorio español.

La única condición que se está poniendo a los demandantes cuya petición es aceptada para su estudio es que fijen un domicilio a efecto de notificaciones. Una buena parte de los que ya se han ido a la península han dado la dirección de algún familiar o amigo, inmigrante también, pero con más tiempo de veteranía en suelo español.

La base de esta situación es la imposibilidad material de cumplir los plazos administrativos. La Ley prevé 30 días para que la Administración conteste a un extranjero demandante de asilo o refugio en España, generalmente por persecución política, amenaza de muerte, discriminación sexual o malos tratos de su gobierno. Pero la cantidad de peticiones en tramitación -a 31 de mayo, ya había en las oficinas del Ministerio del Interior 21.743 admitidas a trámite, y 1.446 eran de marroquies- es tan alta que no puede resolverse en los preceptivos 30 días. A partir de ese momento se impone aún con más peso el derecho a la libre circulación. Los solicitantes de asilo que han salido de Ceuta cursaron su petición en junio, mes en el que empezaron a formarse nuevas colas ante la OAR del Tarajal ceutí.

Búsqueda y expulsión

Todas las fuentes policiales consultadas muestran su disgusto con la situación. Auguran que, tras la concesión de la admisión a trámite, el asilo tarde o temprano será denegado -menos de una de cada diez solicitudes de refugio pasan el filtro de Interior- y al extranjero se le abrirá por tanto un expediente de expulsión. Y les tocará entonces a los agentes de policía ir al lugar señalado como domicilio por el inmigrante, comprobar que no está ahí, archivar su nombre y estar atentos en controles policiales por si es interceptado en algún punto del territorio.

Hasta ahora, España no ha tramitado peticiones de asilo de ciudadanos marroquíes; este año es la novedad. Las peticiones de marroquíes en trámite se acercan al 10% en lo que va de año. Marruecos se ha convertido en el cuarto país de procedencia en las estadísticas de Interior sobre el origen de los peticionarios, por detrás, por este orden, de Venezuela, Colombia y Malí.

De los entre 11.000 y 15.000 marroquíes que entraron a nado en Ceuta por el Tarajal en las tensas jornadas del 17 y 18 de mayo pasados, quedan en las calles de Ceuta cerca de 2.000. El resto, salvo 1.200 menores no acompañados acogidos en la ciudad, se han vuelto a Marruecos. En junio y julio volvieron 3.000 al país vecino, pero tuvo que ser por voluntad expresa del inmigrante, pues "los expedientes de expulsión que acepta Marruecos son testimoniales, apenas un centenar", cuenta Eduardo García, responsable de la Confederación Española de Policía (CEP) en Ceuta.

También policías marroquíes

Diversas fuentes policiales confirman la localización de un número no determinado de agentes de frontera, o mehanis, en las colas del Tarajal. Al parecer, habrían dejado sus uniformes y ganado a nado la ciudad en las noches de junio y julio para intentar pasar a la península. "Es propio del efecto llamada que se ha creado con lo de los asilos en trámite. Están huyendo de la situación que tienen allí e intentando estar legales en España", explica el dirigente de la CEP. Otras muchas personas de las colas son vecinos de las poblaciones aledañas a Ceuta, sobre todo Castillejos. "Están utilizando un procedimiento administrativo de alta importancia internacional, como es la petición de asilo o refugio, para pasar de forma legal o más bien alegal, a España, cuando en realidad les correspondería pedir otro tipo de autorización", dice Garcia.

El orden público ha degenerado según se iba haciendo más acuciante la necesidad de los inmigrantes que resisten en Ceuta. "A diario hay puñaladas, peleas y robos entre ellos, y la gente de la ciudad tiene miedo a salir. Esta situación tiene que atajarse de forma urgente, porque está agravando una oleada importante de robos y robos con violencia. Se nota mucho que una ciudad de 65.000 habitantes no puede hacerse cargo sola de esto", lamentan en la CEP.

Ocurre no solo en las calles, y no solo de noche. En las colas que se forman en el Tarajal también son frecuentes los robos y las puñaladas, por lo que la Delegación de Gobierno ha tenido que desplegar un dispositivo especial de agentes antidisturbios de las Unidades de Intervención Policial cada mañana en previsión de incidentes.