En primera persona

Autorretrato de 13 días ingresado por covid-19

Àngel García, colaborador de EL PERIÓDICO, relata su ingreso hospitalario por covid-19. "Uno se pregunta cómo pasa en cuatro días de estar haciendo entrenamientos de alto rendimiento a estar ingresado y monitorizado con oxígeno en urgencias", escribe.

angel garcia gran reportage

angel garcia gran reportage / ÀNGEL GARCÍA

Àngel García

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Uno se pregunta cómo pasa en cuatro días de estar haciendo entrenamientos de alto rendimiento a estar ingresado y monitorizado con oxígeno en urgencias. Vulnerabilidad, miedo, lucha y amor incondicional: estas son las cuatro ideas que describen el proceso por el que he pasado durante 13 días, desde que me infecté con covid-19 y hasta que estuve ingresado en la planta covid del Hospital de Sant Joan Despí Moisès Broggi. Yo tuve suerte de que me lo trataran a tiempo, ¿pero cuántos miles de personas han muerto por falta de oxígeno?

Todo empieza el jueves 1 de julio, cuando después de salir del entrenamiento empiezo a notar signos de fatiga y decaimiento. En un primer momento, lo achaco a un posible inicio de resfriado. Pero cuando cae la noche aparecen las primeras décimas y se encienden las alarmas. 

Al día siguiente, me hacen una prueba de test de antígenos en el CAP de Molins de Rei. En pocos minutos, el resultado: positivo. Como si revisara el tráiler de una película a toda velocidad, pienso en mis últimas 72 horas, en quién se ha podido contagiar y deseo que por favor todos estén bien. Por suerte, todos dan negativo. Un peso menos en mi pecho al que le cuesta respirar.  

Empieza el encierro en casa: control de temperatura y de la saturación de oxígeno con el pulsímetro. Como fotoperiodista, llevo el último año y medio cubriendo en primera línea los efectos de la pandemia de covid-19, desde las ucis hasta los tanatorios. Conozco la evolución del virus y percibo que algo no va bien.  

"Como fotoperiodista, llevo el último año y medio cubriendo en primera línea los efectos de la pandemia de covid-19, desde las ucis hasta los tanatorios. Conozco la evolución del virus y percibo que algo no va bien"

Ese mismo viernes tengo mi primera visita en urgencias, pero me envían de nuevo a casa. Después de un fin de semana con fiebres muy altas, cuidado por mi hermana enfermera, volvemos a urgencias el lunes y deciden ingresarme. Han detectado un inicio de pulmonía y valores de inflamación pulmonar elevados. Tengo la sensación de estar en un punto muerto: no sé si la caída será con paracaídas o desde un acantilado. Me invade la incertidumbre, el miedo y la sorpresa. Toca esperar. 

Empiezan tres días de lucha de fiebres altas en urgencias mientras espero una habitación en planta. No hay sitio para mí: están totalmente desbordados. El miércoles me suben a planta. Con la ayuda de un celador y una silla de ruedas cargamos mis pertenencias y subimos a la tercera planta para enfermos covid. Habitación 321-1. Tengo una cama confortable, una habitación espaciosa, con luz y en silencio y un baño donde ducharme después de cuatro días sin poder hacerlo. 

Una enfermera me realiza en la misma habitación y con un robot de radiografías portátil, una placa de los pulmones para comprobar la evolución de la enfermedad. 

Una enfermera me realiza en la misma habitación y con un robot de radiografías portátil, una placa de los pulmones para comprobar la evolución de la enfermedad.  / ÀNGEL GARCÍA

A la mañana siguiente se presentan Choni y Eva, mis enfermeras durante los próximos días. Me cuidan y me hacen reír para aliviar mi soledad. Ataviadas con sus EPIs, me explican que llevan desde el inicio de la pandemia en esta planta, que ya han hecho un buen equipo y que siguen en primera línea. Mientras, mis hermanas se turnan para cocinarme y traerme táperes al hospital porque la alternativa, que sería la comida proporcionada por Sodexo, es una vergüenza.

Choni y Eva, mis enfermeras que me cuidaron y me hicieron reír mucho para aliviar mi soledad. Ataviadas con sus EPIs, me explican que llevan desde el inicio de la pandemia en esta planta, que ya han hecho un buen equipo y que siguen en primera línea. 

Choni y Eva, mis enfermeras durante los próximos días. / ÀNGEL GARCÍA

El jueves hay un antes y después en mi recuperación. Hundido emocionalmente por demasiados días de fiebre alta, mi amiga Nuria me hace ver de la importancia de luchar para enfrentarse a la enfermedad. Después de llorar hasta sacar la parte más cruda de mi vulnerabilidad, decido sacarme el batín de enfermo, afeitarme y cortarme el pelo y empezar con meditaciones que me aconseja mi amigo Raúl. 

Hundido emocionalmente, mi amiga Núria me hace ver de la importancia de luchar para enfrentar la enfermedad. Después de llorar hasta sacar la parte más cruda de mi vulnerabilidad, decido sacarme el batín de enfermo, afeitarme y cortarme el pelo y empezar con meditaciones que me aconseja mi amigo Raúl.

Momento del afeitado ante el espejo. / ÀNGEL GARCÍA

Al día siguiente, el viernes, la doctora Elena me visita con buenas noticias: me dice que los valores inflamatorios han bajado de 150 a 80 y que el último tratamiento no será necesario. Choni también me comenta que si los valores de saturación siguen estables en breve probarán a quitarme el oxigeno.

Así pues, el sábado las gafas nasales que me ayudaban a respirar me abandonan. Choni y Eva me dicen que si sigo así el lunes muy probablemente me den el alta. Cuando esas palabras llegan a mis oídos, brota en mí una alegría arrolladora.

Llega la noche del domingo 11 y la última analítica. Tengo los nervios a flor de piel pensando en irme por fin a casa. Se abre la puerta de la habitación: es la doctora Elena. Desde la distancia me muestra un papel: "Es tu alta. Ya puedes avisar para que te puedan venir a buscar". La emoción que siento por esas palabras será difícil de olvidar. 

Este es mi homenaje a todas las personas que me habéis acompañado con vuestros mensajes de amor incondicional, cariño y afecto. Sin ellos, la recuperación hubiera sido muy distinta. Ahora empiezo la rehabilitación respiratoria, a caminar poco a poco, a mover articulaciones, todo para poder continuar con el sueño de mis pulmones: completar una maratón.

"Ahora empiezo la rehabilitación respiratoria, a caminar poco a poco, a mover articulaciones, todo para poder continuar con el sueño de mis pulmones: completar una maratón"

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