Un traje a medida para desintoxicarse de las drogas

“Me ha ayudado a conocerme mejor, a recuperar las riendas de mi vida e ir hacia la persona que supuestamente me tenía que convertir”. Así empieza describiendo su gran cambio una persona recuperada de la drogodependencia. “La droga te paraliza, ahora valoras más todo lo que tienes, vives más el hoy, el aquí y el ahora”. 

En el centro de desintoxicación Despierta de Barcelona, especializado en el tratamiento de las adicciones al alcohol, la cocaína, al cannabis, a los fármacos y al resto de sustancias, ayudan a las personas como ella, a salirse del problema con una visión optimista. El proyecto nació de la mano de la directora, Beatriz Roger, criminóloga con más de 20 años en el sector que quiso darle una visión más optimista al proceso de desintoxicación. Luiso Soldevila, terapeuta del centro, afirma que si lo hacen bien no hay recaída y pasan del no puedo tomar, al no quiero. La persona recuperada asegura que después del tratamiento hay mucha vida y no se echa de menos el consumo, como dice: “He ganado tantas cosas que ni se me ocurre ponerlo en riesgo todo”. 

El método

Bajo el lema “No te drogas porque tienes problemas, tienes problemas porque te drogas” utilizan el método Minnesota y el Cognitivo Conductual. Se trata de dejar de consumir, llevar una rutina muy ordenada y seguir las pautas de tratamiento como cambiar los hábitos y reeducar el cerebro. El terapeuta lo relaciona con un péndulo, llegan de un extremo de consumo y dependencia total, y los pasan al orden absoluto, despertarse, deporte, unas pautas... Los llevan al otro lado del péndulo, hasta que éste vuelve al centro, alejado del consumo. Afirma que hay mucho estigma social y que es necesario romper con este. Lo compara con una persona con cualquier enfermedad, “cuando alguien anuncia que está enferma todo el mundo siente pena, pero cuando una persona comenta que es drogodependiente la gente asume que se lo ha buscado.” 

El tratamiento puede durar entre 2 y 5 años, pero en Despierta intentan dar permisos a medida que se van recuperando. Su método se basa en la desintoxicación, la rehabilitación y la reinserción en la sociedad. “Primero se desintoxica el cuerpo, pero lo que más tarda es la desintoxicación de la cabeza”. Cualquier cosa que hagan que no cumpla el tratamiento al 100% puede suponer una recaída. El terapeuta asegura que seguir una rutina es clave y no hacer la cama por ejemplo les puede llevar al otro lado del péndulo. 

Los pacientes tienen una o dos visitas al mes y cada día tienen una terapia de dos horas. En Despierta hacen un traje a medida para cada uno siguiendo las mismas pautas. Tienen gimnasio, sus obligaciones y rutinas. En ellas entra llamar a los veteranos. Un gesto que a priori puede parecer insignificante pero que tiene una gran importancia y dificultad para ellos. Coger un hábito, pedir ayuda sin vergüenza y dejando de lado el orgullo les resulta una tarea muy complicada. Añade que la terapia en grupo que realizan es algo esencial, “cuando algún día niegan algo de su pasado, el grupo tiene memoria y se lo recuerda.”

Asegura preocupado, que cada vez llegan pacientes más jóvenes, ya no se trata solo de hombres alcohólicos de 65 años sino que ahora son jóvenes de 16 con problemas de cannabis. El terapeuta explica que el vínculo de la diversión con el consumo supone un problema muy grande en nuestra sociedad.  Así lo explica el testigo rehabilitado: antes era incapaz de estar en una fiesta sin consumir por esta asociación con la diversión, ahora, explica que la mejor fiesta de su vida fue "la que no bebió". La  vivió al máximo cuando antes directamente, no vivía. 

El papel de la familia

En Despierta cuentan con una terapia familiar a la semana que es primordial. Los testimonios de familiares y parejas de situaciones que los pacientes no recuerdan o no quieren recordar les hacen abrir los ojos. “Todos llegan diciendo que vienen por voluntad propia y es mentira, al cabo de un mes se quieren ir y el papel de la familia es muy importante”, explica el terapeuta. Añade que por otra parte es importante hacerles entender a los familiares que cuando llegan no tienen que atender al amor que tienen por la persona y deben ponerse serios. No pueden seguir siendo cómplices de su consumo. Asegura que los familiares llegan con una coadicción ya que en casa se adaptaron todos a las drogas y estas han podido con ellos también. 

Habla también de la importancia de “vaciar la mochila” en el tratamiento. Deshacerse de todos los arrepentimientos. “Los pacientes deben entender que no son culpables de todo lo que han hecho, pero que a partir de ahora sí que van a empezar a serlo”.

La drogodependencia como enfermedad

La adicción es una vulnerabilidad genética. Entre el 10% y 15% de la sociedad tiene un problema de adicción y de este tanto por ciento hay gente con raíces familiares que hace que el consumo les afecte en mayor medida. Las personas que no tienen esta vulnerabilidad y van jugando con fuego con esta dependencia la pueden desarrollar. Generan una tolerancia a la droga y siempre acaban necesitando más.

Esta persona recuperada después de haber sido durante mucho tiempo drogodependiente, explica “Yo me despertaba por las mañanas, me subía a la moto y decía: voy a ir a la universidad. Pero acababa en una sociedad cannábica. Mi idea era ir, pero mi cabeza me hacía hacer otra cosa. Hoy quiero ir a trabajar y voy a trabajar.” Explica que la época en la que estás en tratamiento es dura, haces mucho trabajo personal, tienes vergüenza... pero hay que pedir ayuda. “No se lo deseo a nadie, pero si pasa se debe solucionar” 

Como dice: “Lo de antes era una tortura. Ahora vivo”.