Los bomberos acorralan un fuego del Cap de Creus que mantiene focos activos
Los Agentes Rurals creen que un colilla ha provocado el fuego y la policía científica buscará restos de ADN
De las 410 hectáreas abrasadas, casi todas del parque natural, 360 son de matojo
Los Bombers se muestran "optimistas" pero "cautos" antes de entrar en otra noche que será decisiva para sofocarlo
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
"El fuego sigue activo pero hemos logrado que no avance. Está estable en un 60% del perímetro. Somos moderadamente optimistas pero también muy cautos ante lo que pueda suceder esta noche. En cualquier momento podría reactivarse". Con esta palabras ha valorado Santi Lleonart, inspector de los Bombers de la Generalitat y jefe del dispositivo de extinción, el estado en el que sigue el incendio del Cap de Creus. Provocado según todos los indicios por un colilla lanzada por un conductor, sus llamas han devorado 410 hectáreas, según la estimación de los Agents Rurals. El frente más activo ha merodeado este mediodía cerca de la población la Selva de Mar, y un foco secundario, ubicado a unos mil metros fuera del perímetro inicial, ha abierto un nuevo desafío.
Las llamas que más han inquietado este sábado eran "de unos 2 y 3 metros" y no se propagan a gran velocidad dado que el terreno que ardía era de pendiente descendente, un factor que complicaba su avance. Los bomberos han focalizado su esfuerzo en sofocarlas mientras remataban todos los espacios humeantes antes de que la tramontana, que no ha dejado de soplar, aumentara su intensidad. "No sin complicaciones, el objetivo se ha logrado", anunciaba Lleonart en su última comparecencia de la jornada ante los medios de comunicación. Han sido horas clave para detener un fuego que amenazaba zonas pobladas y también 2.000 hectáreas de la Sierra de Santa Helena. Han trabajado sin descanso sobre el terreno unas 90 dotaciones terrestres. Y desde el cielo, unas 15 aeronaves, entre helicópteros e hidroaviones, tanto de la Generalitat como del gobierno español. Tal vez la imagen del día se haya producido en la playa del Port de la Selva, convertida en un mirador con vistas privilegiadas para los bañistas que observaban en remojo o sobre la toalla como los pilotos se la jugaban una y otra vez para descargar agua sobre un monte oscuro casi negro.
Lleonart, en una comparecencia anterior, había avisado de que la topografía con la que tenían que lidiar era "muy irregular" y se sucedían los "focos secundarios". "Visibles y no tan visibles", ha subrayado. Jordi Puigneró, vicepresidente del Govern y 'conseller' de Polítiques Digitals i de Territori, ha recordado que el del Cap de Creus es el incendio "más importante en lo que va de año en Catalunya". El del pasado martes en Martorell y Castellví de Rosanes, con 200 hectáreas abrasadas, ha quedado ya relegado al segundo escalón del podio solo cuatro días después de producirse. El litoral catalán, sobre todo los bosques de la corona metropolitana –como la sierra de l'Ataix de Martorell– o del Empordà –como el de Cap de Creus–, es una zona de máximo riesgo de fuego forestal.
El terreno ya perdido este fin de semana pertenece casi en su totalidad al parc natural del Cap de Creus, un lugar que de forma periódica sufre incendios forestales, algunos tan grandes como el que en julio de 2001 acabó con más de 5.000 hectáreas. El resultado de ese pasado inflamable es una vegetación con pocos árboles y mucho arbusto. De las 410 hectáreas quemadas, según el último recuento de los Agents Rurals, 362 son de matojo y solo 24 de árboles. El resto se corresponden con superficie agrícola, pastos o suelo artificial.
Que la comarca del Empordà y, en especial, el Cap de Creus era una zona que presentaba un elevado riesgo de incendio era algo que desde la Conselleria de Canvi Climàtic avisaban desde hacía semanas. Las muestras recogidas por Agents Rurals en este parque indicaban que la vegetación presentaba un estrés hídrico muy preocupante. Por eso el 'conseller' de Interior, Joan Ignasi Elena, ha mostrado su enojo con el origen provocado del siniestro. "Con los avisos lanzados, que todo esto que estamos viviendo se deba a una colilla es indignante". Antoni Mur, inspector jefe de los Agents Rurals, ha explicado que el fuego, según demuestra una fotografía a la que ha tenido acceso este diario, se inició muy cerca de la carretera GI-612 a su paso por la urbanización Santa Isabel de Llançà y que, justo en ese punto, se halló una colilla. "Pensamos que lo causó este cigarro porque no encontramos otras posibles causas: ni restos de actividad humana, ni de trabajos mecánicos, ni cristales rotos", ha explicado. A petición de los Rurals, la policía científica ha tomado muestras de ADN de la colilla, casi calcinada completamente, y tratarán de contrastar este resultado con el banco de ADN de las personas que han sido investigadas. Será un intento de dar con el sospechoso muy complejo. No obstante, si se llega hasta este por otras pesquisas, las muestras de ADN sí permitirán comprobar si es él o no el dueño del cigarrillo que se ha cargado las 400 hectáreas y ha obligado a evacuar a 350 personas. En la última década, colillas mal apagadas han provocado en Catalunya 300 fuegos que han devorado 12.000 hectáreas y han causado cuatro muertes.
La colilla ha puesto la llama pero las condiciones ambientales han hecho el resto: la humedad relativa era muy baja –sobre el 30%–, hacía calor –unos 30 grados– y soplaba tramontana –también más de 30 kilómetros por hora– cumpliendo así con la llamada regla de los '30'. A esta tesitura se le añadía el ya citado estado de una vegetación muy seca que se convirtió en el combustible ideal.
La cercanía del fuego a diferentes zonas habitadas provocó que de madrugada tuvieran que desalojarse algunas viviendas esparcidas en urbanizaciones ubicadas entre Llançà y Port de la Selva. En total, 350 vecinos con casas en Santa Isabel, Beleser de Llançà i Erola, Barlovent, Mora II y Perebeua de Port de la Selva. Está previsto que varios de los afectados puedan volver a sus casas a partir de la medianoche.
Entre los evacuados había 24 menores de edad procedentes de París que se encontraban de colonias en el camping Port de la Vall. Sus monitores, después de pasar la primera noche en el pavellón del Port de la Selva, los han distraído este sábado montando una pachanga sobre la misma pista en la que horas antes había colocado colchones.
Además de los daños materiales y al medio ambiente, las llamas han dejado ya cinco heridos leves. Se trata de un ADF y de cuatro bomberos que trabajaban en las labores de extinción.
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