ENTREVISTA

Esperança Esteve: “La soledad ha venido para quedarse”

La directora de la Fundació Ajuda i Esperança advierte sobre el aumento de casos de ideación suicida, especialmente entre los jóvenes

Esperança Esteve, directora de la Fundació Ajuda i Esperança

Esperança Esteve, directora de la Fundació Ajuda i Esperança / Fundación 'la Caixa'

Montserrat Baldomà

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Esperança Esteve es la directora de la Fundació Ajuda i Esperança, que ofrece orientación y acompañamiento emocional a través del Teléfono de la Esperanza, operativo desde 1969, y del Teléfono de Prevención del Suicidio, activo desde el 6 del año pasado en convenio con el Ayuntamiento de Barcelona (900 92 55 55). En 2020, ambos teléfonos recibieron una media de 150 llamadas al día. Ahora, con la colaboración de la Fundación "la Caixa", ha analizado los datos de estas 55.498 comunicaciones. Solo son la punta del iceberg.

-El año 2020 fue duro. ¿Y el 2021?

-Lo que vemos este año es que aumentan exponencialmente los casos de ideación suicida. Estas llamadas se distribuyen por edades de una manera que, como mínimo, nos tiene que hacer reflexionar. De la misma forma que en el Teléfono de la Esperanza el grueso de las llamadas se situaría entre los 45 y los 70 años, en el tema del suicidio son los más jóvenes los que nos llaman, de 16 a 29 años, seguidos inmediatamente de la franja entre 30 y 45. Y eso teniendo en cuenta que los jóvenes no usan el teléfono para llamar, porque utilizan otros canales, como whatsapp, con un lenguaje que les es propio. Por eso estamos estudiando entrar en whatsapp.

-Un dato alarmante.

-Nos tiene que alertar. Hay situaciones de soledad, de acoso, de pérdida de expectativas, de representación de la propia muerte… hay una serie de variables que actúan como un elemento de presión y que no pueden canalizar a través de su entorno. Y en nuestro teléfono de prevención encuentran a una persona que no conocen, protegidos por el anonimato y la confidencialidad, siempre y cuando no haya una amenaza para la vida; se les ofrece un espacio de confort y de confianza, nadie los juzgará.

-¿La pandemia ha hecho aflorar un malestar ya existente o ha sido la propia pandemia la que ha generado estas situaciones?

-La última crisis económica ya dejo situaciones muy complicadas en la sociedad, y tal como ésta ha evolucionado, la soledad se ha convertido en una identificación clara de nuestros tiempos. La soledad es transversal, no exclusiva de la gente mayor, y ha venido para quedarse, porque forma parte de cómo vivimos, de cómo nos relacionamos, de cómo se han reducido las familias… La respuesta que se da desde las políticas públicas y entidades acaba siendo muy individual, la persona no sale de su bucle. Lo que se ha agudizado durante la pandemia ha sido la depresión, la angustia, el miedo, y ha hecho aflorar problemas que antes no se percibían como tales, como las relaciones de pareja.

-¿Cuándo una persona recurre a sus teléfonos?

-Cuando la soledad o el malestar se hace insoportable, cuando tiene que hablar con alguien, cuando necesita que se la escuche. En nuestros teléfonos puedes decir lo que quieras, mostrarte como quieras sin ser juzgado. Es hablar con un igual, no con alguien que tiene una jerarquía. Uno se puede desnudar emocionalmente. Nosotros hacemos de espejo.

-El anonimato es un factor clave para que la gente llame. ¿Nos avergonzamos de sentirnos emocionalmente mal?  

-Por supuesto. Es uno de los tabús importantes. Es la diferencia entre nuestra actitud profunda y lo que mostramos a los demás, que es el querer quedar bien. Las mujeres piden más ayuda, tienen más necesidad de conectar con las emociones; a los hombres les cuesta más enfrentarse a su propio interior, a pedir ayuda.

-¿Qué lecciones extraemos de su análisis? 

-La primera, que tenemos que ir convirtiendo el modelo que tenemos, que no deja de ser jerarquizado y muy centrado en el individuo, en un modelo donde lo individual y lo colectivo sean las dos caras de la misma moneda. Hay elementos estructurales que si no se modifican, estos malestares seguirán aumentando. Ahí tenemos desde cómo se reparten los recursos al modelo de residencias para la tercera edad. Nos hemos estado engañando durante muchos años. Lo que necesitamos no son equipamientos sino crear condiciones de relación y de desarrollo de lo mejor que tiene la persona. Tenemos que ir de una sociedad de prestación de servicios en un marco de bienestar restringido a una sociedad de cuidados. Ya no podemos entender las ciudades sin cuidados. Y hay que recuperar valores.

Un futuro de oportunidades

EL PERIÓDICO y Fundación ‘la Caixa’ dan voz cada semana a los perfiles sociales, culturales y científicos que con su esfuerzo están creando una sociedad con más oportunidades para todos.