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Mitos sobre el VIH que perduran a los 40 años del descubrimiento del sida

La mejora en la medicación hace que conclusiones de hace 10 años hayan perdido validez

Un lazo rojo en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona en conmemoración al dia mundial de la lucha contra el sida.

Un lazo rojo en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona en conmemoración al dia mundial de la lucha contra el sida. / periodico

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Hace exactamente 40 años, en junio de 1981, se publicaba en Estados Unidos un documento que hablaba de cinco varones que habían sido tratados de neumonía Pneumocystis carinii y cuyo origen por aquel entonces era todo un misterio. En 1983 se supo que aquella enfermedad era en realidad el sida, y su causa, el VIH. Cuatro décadas después, y a pesar de todos los esfuerzos orientados a erradicar el estigma que pesa sobre la enfermedad y sobre la comunidad gay, históricamente vinculada a esta dolencia, sigue abundando la desinformación. 

Para empezar, es bastante habitual confundir los términos VIH y sida: el primero son las siglas de virus de inmunodeficiencia humana, y es el nombre del elemento que causa la infección; en este caso, un retrovirus. Sida es el acrónimo de síndrome de inmunodeficiencia adquirida, y en este caso hace mención a la enfermedad que este virus puede causar si, esto es, la etapa final de la infección por VIH. 

Cuando una persona es infectada con el VIH, comienza a atacar las células CD4, unos linfocitos que se encargan, entre otras cosas, de dar la voz de alarma a otras células del sistema inmunitario si detectan la presencia de patógenos. El VIH ‘invade’ estas células y les inyecta su propio material genético para ‘reprogramar’ su función, y que produzcan así más copias del VIH, debilitando a su vez a este sistema y más vulnerable al desarrollo de enfermedades.

Puedes tener VIH pero no transmitirlo

Esto no quiere decir que una persona infectada por el VIH desarrolle necesariamente el sida. Para que eso pase, tiene que haber un debilitamiento constante y continuado en el tiempo del sistema inmune, y no haber tenido acceso a un tratamiento. Tampoco significa que una persona infectada por VIH transmita la infección a otras personas.

De hecho sí, una persona puede ser portadora del VIH pero no desarrollar la enfermedad. Es lo habitual si se sigue el tratamiento: "Desde hace más de 10 años se sabe que cuando una persona está tomando tratamiento antirretroviral de forma adecuada, no tiene el virus en sangre ni en secreciones sexuales", indica a Verificat Luz Martín-Carbonero, médica adjunta del Servicio de Medicina Interna-Unidad de VIH del Hospital La Paz (Madrid) y miembro de la Junta Directiva de GeSIDA-Seimc. "Si es indetectable, es intransmisible", concluye. 

Esto choca frontalmente con la falsa creencia popular de que si una persona tiene VIH no puede tener relaciones sexuales porque es transmisora. De hecho, en “más del 95% de los casos positivos, se tarda entre 2 y 6 meses en dejar de ser transmisor”, señala la doctora, según el tipo de tratamiento y del caso. Sí que es cierto, añade, que aún existe alrededor 5% de los casos en los que conseguir esta indetectabilidad es complicado: "El problema de los tratamientos del VIH es que, si tú te lo tomas mal, o no te los tomas, o si se han ingerido fármacos de finales de los 90, cuyas pautas eran subóptimas (no conseguían que el virus se volviera indetectable), el VIH se replica y se generan resistencias”, señala. Eso ya no pasa: "Los tratamientos actuales son muy eficaces y pocas veces se desarrollan resistencias. Ahora, cuando cambiamos la pauta, lo hacemos por cuestiones de toxicidad o efectos secundarios". 

Fármacos tolerables y seguros

Existe otro mito relacionado con el tratamiento que reciben las personas con VIH y por el que se piensa que producen lipodistrofia, esto es, pérdida de grasa corporal, pero es algo que, si bien sí ocurría en el pasado con los antiguos fármacos, “no vemos desde hace 10 años”, según señala Martín-Carbonero. 

En general, la doctora insiste en que “desde hace 5-10 años, los fármacos son bastante eficaces y seguros”, y se toleran “bastante bien” en la inmensa mayoría de los casos. Sí que es verdad que, en algunas ocasiones, pueden producir “problemas de insomnio o ansiedad, alteraciones gastrointestinales, diarrea o alergias”.

No es una enfermedad “solo de homosexuales”

Otra falsa creencia es la de que el VIH se transmite solamente entre la comunidad gay. Pero no es cierto. Sí que es verdad que los hombres que mantienen relaciones con otros hombres y los gais están situados dentro del grupo de riesgo, tal y como indica ONUSIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida, pero junto a ellos también están “los trabajadores sexuales, las personas transgénero, las personas que se inyectan drogas y las personas en prisión o bajo reclusión de otra clase”, quienes con frecuencia “carecen de un acceso adecuado a los servicios”. De hecho, según la organización, el 80% de las nuevas infecciones por el VIH en 2016 se situó entre los grupos de población clave y sus parejas sexuales.

Mención aparte merece la situación en África, que contiene los mayores índices de afectados por el virus VIH y el sida. Por poner las cifras en contexto, de los 38 millones de personas con VIH que hay en el mundo, cerca del 70% viven en dicho continente. Es aquí donde, además, la transmisión de la enfermedad no está tan focalizada en los grupos de riesgo antes mencionados, si bien es cierto que “en el África subsahariana, el 25% de las nuevas infecciones en 2016 fue entre los grupos de población clave”, apuntan desde ONUSIDA.