Así es el reciclaje en las principales ciudades europeas
El objetivo europeo de que el 55% de los residuos urbanos sean reutilizados y reciclados antes de 2025 es todavía una quimera.
El Periódico
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Pese a los avances hechos los últimos años, las grandes ciudades están lidiando aún con la fórmula para conciliar la recogida, el reaprovechamiento y la comodidad de los vecinos.
El contenedor marrón, la gran novedad en Madrid
Pese a que Barcelona implantó el contenedor marrón, para que los ciudadanos depositen la materia orgánica allá por 2009, la ciudad de Madrid terminó el pasado septiembre de instaurarlo, como la gran novedad para mejorar la separación domiciliaria de residuos.
Y es que en la capital brillan por su ausencia sistemas novedosos como la recogida puerta a puerta o neumática (donde la basura se desplaza por tuberías), que sí están disponibles en algunos municipios madrileños. El primero en localidades pequeñas y el segundo destaca en Majadahonda, ciudad al norte de la comunidad que se ha convertido en la urbe con mayor implantación de recogida neumática de Europa. En la capital despunta también el uso de puntos limpios (fijos o móviles), donde se pueden depositar desde electrodomésticos hasta aceite usado.
La implantación del contenedor marrón ha provocado un aumento del 56% en la recogida orgánica en la capital y un descenso del 20% en la basura no reciclable. Pero aún queda por recorrer. Según el último informe de Ecologistas en Acción, aún el 82,9% de los residuos de la Comunidad se destruyen sin posibilidad de ser recuperados para su posterior uso. PATRICIA MARTÍN
El camión pasa por las calles de Londres dos veces a la semana
En Londres la recogida de la basura depende de cada uno de los 32 distritos en que se divide la capital. Ellos se responsabilizan del reciclaje, con criterios y sistemas muy dispares, lo que hace que la eficiencia varíe. El camión de la basura no pasa todos los días por los barrios de la capital. La frecuencia suele ser de dos veces por semana. Muchos edificios tienen grandes contenedores negros donde se pueden depositar los restos orgánicos. Si no es así, se pueden dejar en la puerta de la vivienda, pero solo 24 horas antes de la recogida. Hay bolsas especiales para el reciclaje de restos no orgánicos y contenedores reservados para esa misión, que en algunos casos son de distintos colores para separar los materiales.
En una encuesta realizada en 2.000 residentes, una de las quejas más comunes era la falta de espacio en las viviendas para reciclar correctamente. Tampoco está claro que el público sepa cómo hacer correctamente la separación de la basura. Los datos del Departamento de Medio ambiente muestran que en la capital se recicla menos que en otras ciudades británicas. El alcalde, Sahdiq Khan, se puso como objetivo el aumentar el reciclaje en un 50% para 2030, pero esa meta parece difícil de cumplir. BEGOÑA ARCE
París, una gama completa de contenedores
Verde, amarillo y blanco e, incluso, en ciertos barrios parisinos el color marrón completa la gama de contenedores destinados a promover al máximo el reciclado de basura en la capital francesa.
Desde el 1 de enero de 2019 todos los envases, desde botellas de plástico hasta bolsas de congelados, blísteres de medicamentos y cápsulas de café de aluminio, pueden ser reciclados si van a parar al buen contenedor: el amarillo. El blanco queda reservado al vidrio y el verde a todos los productos que no cumplen con los requisitos de los otros contenedores, como, por ejemplo, los productos de higiene.
En el marco de la ley de transición energética que insta a todas las ciudades francesas a ofrecer un sistema de recogida de residuos alimentarios a partir de 2025, tres barrios parisinos disponen ya de contenedores marrones para colectar los desechos alimentarios. Estos residuos son utilizados para fabricar compost o se transforman en biogás para abastecer a los autobuses de la ciudad.
Según los últimos datos del Observatorio Regional de Residuos, en 2019, la tasa de reciclaje de basura doméstica se situó en un 22% en la región parisina, una cifra que demuestra que aún queda mucho por hacer para concienciar a sus habitantes sobre el reciclaje. IRENE CASADO SÁNCHEZ
Cuatro contenedores en los patios interiores de Berlín
En Berlín, la mayoría de inmuebles cuenta con un patio interior en el que hay, por lo general, cuatro contenedores para separar residuos: uno para el papel, otro para el plástico, otro para los restos orgánicos y otro para el resto de basura. Algunos patios interiores también cuentan con un contenedor del vidrio, aunque hay inmuebles que lo evitan para no generar ruido al vecindario a la hora de desechar las botellas o recipientes de cristal. Muchos de los envases de vidrio en Alemania son, además, retornables.
Según el distrito y la calle, el inmueble tiene asignados unos días de recogida de los residuos. Camiones de la empresa municipal BSR se encargan de la recogida puerta a puerta. Las mañanas de los días asignados, los trabajadores sacan los conteneros con ruedas a las puertas de los inmuebles y los vuelcan en un camión contenedor. Posteriormente, devuelven los contenedores a los patios interiores de los edificios.
La capital alemana cuenta con centros para entregar electrodomésticos y otros aparatos electrónicos. El actual gobierno tripartito, de socialdemócratas, verdes y poscomunistas, ponen mucho énfasis en el reciclaje y la llamada “economía circular” con el objetivo de que la gestión de residuos tenga el menor impacto ecológico posible. ANDREU JEREZ
Un problema endémico en la capital italiana
La ciudad de Roma sufre un endémico problema de mala gestión de la recogida de la basura que se arrastra desde hace más de una década. Según datos de AMA, la empresa pública encargada de la retirada de basuras, la capital de Italia produce alrededor de 4.600 toneladas de inmundicias al día y la recogida separada no supera el 43%. Sin embargo, el problema más grave es que cíclicamente hay disfunciones que provocan la acumulación de residuos en los contenedores en la calle durante días.
Esta situación, que constituye un riesgo para la salud, se ha agravado a partir de 2013, año en el que la Unión Europea obligó Italia a cerrar, por razones ambientales, la planta de procesamiento de basuras de Malagrotta. Desde entonces, los alcaldes que se han sucedido han sido incapaces de encontrar una solución definitiva y eficaz. No se han construido nuevas plantas, y la actual alcaldesa, Virginia Raggi, ha optado por exportar los residuos de Roma a otras ciudades italianas. Sin embargo, estos acuerdos han tenido que renegociarse varias veces, y algunas regiones han incluso anulado (o no renovado) sus contratos con la ciudad. IRENE SAVIO
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