Una ciudad más saludable

Desinformación en la primera mañana sin humo en las playas de Barcelona

Desde este sábado hasta el 12 de septiembre está prohibido fumar en cuatro zonas de litoral barcelonés

"No lo sabía" y "fantástico" son las palabras más repetidas, aunque los adictos al tabaco fruncen el ceño

Primer día de playas sin humo en Barcelona

Una mujer fuma un cigarrillo en la playa de la Barceloneta, esta mañana. /

J. G. Albalat

J. G. Albalat

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“No lo sabía”. Es la frase más repetida entre las personas que acudieron este sábado a las playas barcelonesas de Sant Miguel, Somorrostro, Nova Icària y Nova Mar Bella. La falta de información sobre que era el primer día sin humos de cigarrillos era generalizada. Al ser preguntados, los fumadores fruncían el ceño con resignación. Los no adictos al tabaco aplaudían el veto. Pero lo importante unos y otros era disfrutar del sol en una mañana calurosa y hacer deporte en la arena.

La intención del Ayuntamiento de Barcelona es “avanzar hacia una ciudad saludable, y una ciudad saludable es una ciudad sin humo, y eso también incluye sin humo del tabaco”. Así justificó la concejala Gemma Tarafa que en cuatro de las 10 playas del litoral municipal esté prohibido encender un pitillo durante la temporada de baño. Es decir, desde este sábado, 29 de mayo, al 12 de septiembre. Es una prueba piloto y si los indicadores son buenos no se descarta proscribir el cigarrillo en todas las playas de la ciudad y a otros espacios públicos, como parques, jardines o paradas de autobús.

Desde primera hora de la mañana la playa del Somorrostro empezó a ser invadida de gente. Unos jugando al voleibol, otros haciendo estiramientos o flexiones y otros tumbados en la arena para coger bronceado o refrescándose en el agua. En la arena todavía habían colillas de la noche. Cada dos pasos, una. Evitar eso y lograr un aire más limpio es lo que ha impulsado la iniciativa. El equipo de Ada Colau anunció que desplegarían un equipo de informadores para avisar a los vecinos de la prohibición de fumar en esas cuatro playas. Es una norma de obligado cumplimiento, pese a que la normativa actual impide establecer sanciones.

Este diario no se encontró con ninguno de esos equipos de informadores (no quiere decir que no los haya) en su recorrido de dos horas por el Somorrostro y la Nova Icaria; y tampoco carteles que recordaran la prohibición. “Una mujer fumadora ha venido al puesto para saber en qué playas podía fumar y en las que no. Pero solo una persona”, reconoce un policía local que esta de servicio a las 12 del mediodía. Ellos no tienen instrucciones, pero si ven a alguien con el cigarro en la boca le avisarán del veto y, de esta manera, iran propagando la existencia de esta restricción. Un problema añadido es que la mayoría de bañistas desconoce el nombre de la playa que está pisando e identifican todas como “la playa de la Barceloneta”, sin distinguir si es la del Somorrostro u otra.

Una persona fumando en la playa de Barcelona.

Con el pitillo en la mano, este sábado en una playa del litoral barcelonés / Joan Mateu Parra

Mariona es una voluntaria que desde hace unos fines de semana limpia las playas del litoral. Esta mañana lleva en la mano un bote de cristal con unas cincuenta colillas recogidas en solo unos metros en la arena, en el borde con el paseo de cemento. “No es tanto que la gente fume al aire libre, sino el impacto que deja con las colillas en el suelo”, asegura. Sin embargo, en las rocas es donde se acumula más basuras: desde garrafas de agua, latas, botellas y otros enseres. Caso omiso al cartel que reza: “A la playa, respeto”. “Cada mañana viene gente a recoger colillas y plásticos. Toda la porquería de la noche”, explica una socorrista.

Un cono como cenicero

Al ser informados de la prohibición, los fumadores alegan que ellos cuando van a la playa llevan un cono que usan de cenicero. Pili confiesa: “Yo fumo en la playa, pero lo apago en el cono. Hoy precisamente me he dejado el tabaco en casa, pero, en cambio, sí que llevo el como en la mochila”. Ella tampoco sabía que no se podía encender un cigarro en la arena, pero admite que es “una vergüenza que se tiren las colillas en el suelo”. Si llevara tabaco, reconoce, se iría al paseo a fumar.

Otros, como Marcos, se resisten a dejar su hábito y admite que lo hará a partir de ahora con disimulo. “No me parece ni bien ni mal que se deje de fumar”, subraya con cierta desgana en la playa de la Nova Icària. Luis, que ha ido a la playa del Somorrostro con un grupo de amigos, es un consumidor de puritos: “Pues si aquí no puedo, iré al paseo”, dice, aunque se le escapa un “no es justo”. Asevera que él no lleva cenicero, porque tampoco tiene toalla. “Las colillas las dejaba en la arena y luego las recogía”, asiente. Su colega Anna le mira y manifiesta que a ella (al igual que al resto de jóvenes que le acompañan) le parce "genial" la censura al pitillo.

La francesa Michèle está sentada en su toalla. No fuma. “Los veo fantástico”, responde rápida cuando se le interpela sobre el veto. “Es desagradable que te venga el humo. No hay mucha gente que lo haga en la playa, pero los hay. Los fumadores normalmente llevan un cono como cenicero”, precisa. “Ya tocaba. Siempre hay colillas en la playa y es asqueroso. Al estar al aire libre, más que el humo, molesta la suciedad. La gente debería ser más responsable y recoger la basura, aunque no sea la nuestra”, subraya Elena, exfumadora. En la época que encendía un pitillo mientras tomaba el sol llevaba siempre a cuestas el cono-cenicero. Tomas, de 93 años, arrastra la toalla por la arena. “Yo no fumo desde hace cuatro años. No sabía que estaba prohibido, pero me parece bien”. Los turistas simplemente contestaron con un "no spanish".

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