Déficit de formación

La promesa incumplida de 7 ministros de Sanidad: especializar médicos de urgencias

Prácticamente toda Europa y más de 100 países cuentan con un título específico en emergencias

31 sociedades científicas y decenas de facultativos reclaman a Sanidad que cree, por fin, la titulación

Urgencias de Son Espases recupera la normalidad tras el colapso

Urgencias de Son Espases recupera la normalidad tras el colapso

Patricia Martín

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Veintidós países europeos, al igual que EEUU, Canadá, Australia, prácticamente toda América Latina, el Sudeste Asiático, los países árabes y así hasta más de 100 estados disponen de una especialidad que forme a los médicos de urgencias y las ambulancias. Sin embargo, España es una isla, junto a Portugal, en este aspecto porque pese a que hasta siete ministros, de varios colores políticos, se han comprometido a crear el título oficial, para que así los profesionales que trabajan en urgencias y emergencias tengan una formación acorde, reglada y homogénea, la promesa se ha incumplido una y otra vez, salvo en el ámbito militar, donde existe desde 2015.

Y se trata de una demanda que viene de antiguo, que se ha acrecentado con la pandemia y que esta semana ha cobrado fuerza con el comunicado conjunto de 31 sociedades científicas, que han instado, una vez más, al Ministerio de Sanidad a implantar, de una vez por todas, la titulación en España, mediante un real decreto, siguiendo el modelo que se creó el pasado verano para la especialidad de medicina legal y forense o el proyecto de real decreto que está en fase de tramitación para el título de psiquiatría infantil y de la adolescencia.

A su vez, decenas de médicos a título particular se han sumado a la campaña ‘Tu seguridad, nuestra especialidad’, puesta en marcha por la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), la asociación médica que agrupa a más de 12.000 urgenciólogos no reconocidos en España. Tras años llamando infructuosamente a la puerta del Ministerio de Sanidad, Semes ha decidido concienciar a la población sobre la necesidad de este reconocimiento, a ver si así la petición es por fin escuchada.

Los antecedentes

Un recorrido histórico por la reivindicación permite darse cuenta de que cuán anómalo es que aún no se haya creado. La demanda surgió por primera vez hace 20 años pero se intensificó en el 2009 cuando la Sociedad Europea de Medicina de Urgencias y Emergencias aprobó el currículo formativo y instó a los países sin formación especializada en aquel momento, 12 de los 27 socios, a implantarlo. Poco después, la Organización Médica Colegial española, que engloba a todos los colegios de facultativos, se sumó al respaldo, al igual que las organizaciones sindicales más representativas, los Defensores del Pueblo (el estatal y los autonómicos), el Consejo Económico y Social y, a nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud.

Asimismo, en las Cortes se han presentado tres proposiciones no de ley reclamando la titulación, la última en 2018, que fue aprobada por unanimidad. Y por el camino hasta siete ministros distintos (Ana Pastor, Trinidad Jiménez, Leire Pajín, Bernat Soria, Elena Salgado, Carmen Montón y Salvador Illa) se han comprometido a crear la especialidad. Illa aseguró que llegaría antes de 2020, pero nada, y la actual ministra, Carolina Darias, ni siquiera ha recibido a Semes para hablar del asunto.

Las resistencias

El motivo de la resistencia a crear esta especialidad formativa, en un contexto en el que ya existen otras 49, no está claro, pero según Tato Vázquez Lima, presidente de Semes, se debe a la “influencia de lobis del entorno de los médicos de familia y de medicina interna”, debido a que las urgencias y ambulancias son un “nicho laboral” para estas especialidades, en el que trabajan “un poco, para luego irse a su puesto de partida”.

Y es que, ante la ausencia de formación reglada, en las urgencias trabajan facultativos de todas las especialidades, así como residentes que “deberían pasar por el servicio para aprender” y no para ser usados como “mano de obra”, como suele suceder ahora, según denuncia Vázquez, quien tacha de “anomalía” que un residente de primer año de traumatología atienda un dolor torácico, por poner un ejemplo de situaciones diarias en las urgencias.

La formación voluntaria

Si bien, una formación especializada daría a los profesionales conocimientos suficientes para atender cualquier dolencia grave en la llamada ‘hora de oro’, en el que “el profesional que te atiende condiciona la mortalidad y morbilidad posterior”. Estos urgenciólogos podrían convivir en los grandes hospitales con cardiólogos, traumatólogos, etc., pero siguiendo el modelo de la UE los primeros serían los encargados de estabilizar al paciente y los segundos de dar continuidad al tratamiento.

En España no sucede así, lo que, sumado a unas guardias larguísimas y en las que los profesionales no pueden descansar, como sí ocurre en otros áreas hospitalarias, el resultado es una merma en la calidad asistencial. Una situación que es paliada, en parte, porque muchos profesionales realizan los cursos de formación ofertados por Semes pero se trata de un adiestramiento “voluntario y tremendamente variable”, por lo que la sociedad de urgenciólogos insiste en que en un servicio “tan sensible” como la atención al paciente grave en los primeros momentos requiere de una formación “homogénea, estructurada y adecuada a los cánones europeos”, teniendo en cuenta, además, que el 15% de los recién licenciados expresan que sería especialidad elegida por ellos. Si pudieran hacerlo.