El final del estado de alarma

Fin del toque de queda: Vuelven las cenas fuera con amigos

Cinco personalidades del Barcelona -el epidemiólogo Oriol Mitjà; la arquitecta Benedetta Tagliabue; el director del Museo Picasso, Emmanuel Guigon; el responsable de los Cines Verdi, Adolfo Blanco; y el director de la fudación Arrels, Ferran Busquets, reflexionan sobre qué ha supuesto el toque de queda que termina la medianoche de este sábado tanto desde el punto de vista personal como profesional.

Concierto en directo en un restaurante de Barcelona la noche antes del toque de queda, el pasado octubre.

Concierto en directo en un restaurante de Barcelona la noche antes del toque de queda, el pasado octubre. / Martí Fradera

Natàlia Farré
Toni Sust
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Poder cenar fuera de casa con los amigos los fines de semana, dice Oriol Mitjà, es una de las actividades que más ha echado de menos durante los seis meses de estado de alarma (con el consiguiente toque de queda a las 22.00 horas, en el caso de Catalunya). El confinamiento ha sido especialmente duro para los sectores culturales, recuerdan tanto el director del Museu Picasso, Emmanuel Guigon, como el responsable de los Cines Verdi, Adolfo Verdi.

La arquitecta Benedetta Tagliabue ha redescubierto estos meses antiguos hábitos, que espera poder mantener, mientras que Ferran Busquets, director de la fundación Arrels, recuerda que durante este tiempo de confinamiento nocturno ha habido aún mucha gente que ha seguido durmiendo en las calles.

Oriol Mitjà, epidemiólogo

El epidemiólogo Oriol Mitjà, en la playa de Badalona, el pasado abril.

El epidemiólogo Oriol Mitjà, en la playa de Badalona, el pasado abril. / Martí Fradera

Yo soy una persona matutina y a partir de las 10 de la noche me entra sueño, por lo que no me ha afectado demasiado el toque de queda. Sí que he echado de menos las cenas en los restaurantes en fin de semana, que es donde normalmente me encuentro con los amigos. Desde el punto de vista científico, el toque de queda ha sido una de las intervenciones con más eficacia para ralentizar la pandemia, junto con el cierre de bares y el teletrabajo. Esta intervención se debería retirar cuando las cobertura vacunal fuese alta, hacia finales de junio.

Benedetta Tagliabue, arquitecta

La arquitecta Benedetta Tagliabue, en su exposición del Saló del Tinell, el pasado abril.

La arquitecta Benedetta Tagliabue, en su exposición del Saló del Tinell, el pasado abril. / Ricard Cugat

El toque de queda, la imposibilidad de caminar por la calle después de las 10 de la noche, ha hecho que bastantes veces algunas amigas se hayan quedado a dormir y haya vuelto, muchos años después, a hacer 'pijama parties'. Ir a dormir pronto ha sido bastante genial, aunque pienso que mejor si es una decisión personal y menos impuesta. Sé que me gustaría mantenerlo y sé que no será tan fácil, porque hay muchas tentaciones.

Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso 

El director del Museo Picasso de Barcelona, Emmanuel Guigon, observa la escultura 'Jamais' de Óscar Domínguez.

El director del Museo Picasso de Barcelona, Emmanuel Guigon, observa la escultura 'Jamais' de Óscar Domínguez. / Jordi Cotrina

Las circunstancias sanitarias y las restricciones han dado la vuelta completamente a las cifras habituales del Museo Picasso. Más que nunca, la ciudadanía se ha apropiado del museo y ha celebrado y dado sentido a la excepcional donación que Picasso hizo hace 50 años de las obras de juventud a la ciudad de Barcelona. Hay que aprovechar la oportunidad para reivindicar la singularidad y la identidad del museo, creado por voluntad de Picasso. Queremos que el ciudadano viva con todas las propuestas del museo y conecte de nuevo con un espacio cultural de la ciudad que debería sentirse como propio. Facilitamos el acceso con un abanico de entradas bonificadas, porque el precio de la entrada nunca sea un impedimento para el derecho a la cultura.

Adolfo Blanco, responsable de los cines Verdi

Adolfo Blanco, responsable de los Cines Verdi de Barcelona, el pasado diciembre.

Adolfo Blanco, responsable de los Cines Verdi de Barcelona, el pasado diciembre. / Elisenda Pons

El toque de queda fue un aviso bien gráfico de lo grave que era la situación. En lo personal, hizo más grande la preocupación que tenía, y nos ayudó a mí y a los míos a relativizar problemas y fijar prioridades. Ello ha traído unos meses de bastante tranquilidad y armonía. En el cine ha sido un asunto de difícil gestión, una enorme pérdida de espectadores y mucha inseguridad para los trabajadores y empresarios. Sentir que el oxígeno era limitado y se estaba acabando...

Ferran Busquets, director de la fundación Arrels

Ferran Busquets, director de la fundación Arrels, el pasado enero.

Ferran Busquets, director de la fundación Arrels, el pasado enero. / Joan Cortadellas

El toque de queda supuso una doble sensación para las personas que duermen en la calle. Algunas manifestaron que las calles estaban más tranquilas y que así se podía dormir mejor. Pero a la vez se iba despertando una inquietud, ya que, precisamente, había menos gente desplazándose por la calle. La tranquilidad finalmente se transformaba en miedo, como explicitaban especialmente las mujeres. Porque más quietud y menos personas circulando aumentan la sensación de impunidad de los posibles agresores. Vivir en la calle es una pesadilla con pandemia y sin, con toque de queda y sin, y las posibles sensaciones positivas prácticamente siempre se van transformando en más problemas. El único toque de queda útil para alguien que duerme en la calle es un toque de queda permanente a la vulneración de derechos.

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