JUICIO EN LA AUDIENCIA DE BARCELONA
La fiscala en el crimen de la niña de Vilanova: "La maldad existe y este es un caso"
"A la menor se le produjo un gran sufrimiento" y "su capacidad de defensa fue nula", asevera la acusación pública
En su informe final, sostiene que el procesado actuó a "sangre fría" y agredió sexualmente a Laia antes de matarla
La defensa basa sus argumentos en que Juan Francisco López Ortiz iba drogado y no controlaba lo que hacía
J. G. Albalat
Redactor
Ha trabajado en el Diario de Barcelona, El País y AVUI. Desde hace años en El Periódico cubriendo los acontecimientos judiciales. Premios Ortega y Gasset, Save the Children, Ramon Barnils y Josep Maria Planes por la investigación del 'caso Maristas' sobre abusos sexuales en los colegios. En el 2016, mención honorífica de la Generalitat en el Día de la Justicia. Colaborador de publicaciones jurídicas. Profesor asociado Master de Criminología de la Universitat de Barcelona.
“La maldad existe y este es un caso”. Así de contundente se expresó este miércoles la fiscala María José del Río para pedir que el jurado popular declare culpable a Juan Francisco López Ortiz, acusado de la agresión sexual y asesinato de la Laia, de 13 años, que desapareció cuando bajaba las escaleras del bloque donde viven sus abuelos, en Vilanova i la Geltrú, el 4 de junio del 2018. El discurso de la acusación pública fue desgarrador: “A la niña se le produjo un gran sufrimiento”, “su capacidad de defensa fue nula”, “fue un asesinato truculento”, “la niña fue consciente del ataque”, “lo único error de Laia fue que se cruzó en su camino con el acusado”, “se mata por maldad y satisfacción personal”.
Casi una hora y media de exposición de las pruebas que, a su entender, deben conducir a la condena del procesado, para quien reclama la prisión permanente revisable por el crimen y otros 10 años de cárcel por agresión sexual. La fiscala insistió y subrayó que el procesado actuó a “sangre fría”, sin escrúpulos, cogiendo a la niña cuando bajaba por las escalaras, la metió “a la fuerza” en su vivienda, la llevó a su habitación y allí la agredió sexualmente, la mató y “después intentó deshacerse del cadáver”.
El cuerpo sin vida de la chica apareció en el piso tapado con un colchón, con múltiples cuchilladas y con un collar de perro en el cuello, “un signo de perversión sexual”, subrayó la fiscala. La acusación precisó: la menor tenía lesiones en la zona de la vulva y en los calzoncillos del acusado se halló semen, lo que le lleva a la conclusión de que Laia fue agredida sexualmente, para después asesinarla. “Terrible”, “horrible”, soltó ante el jurado, que, en base a los testigos que han declarado en el juicio, descartó que el procesado actuara bajo los efectos de la droga, como él aseguró en su interrogatorio. López Ortiz afirmó que ese día había consumido cinco gramos de cocaína y había bebido cerveza. “Debemos dar respuesta a los padres, los abuelos y los más allegados a Laia y decirles: ustedes no son culpables de nada. Es ese señor, el acusado”, argumentó.
La "representación" del acusado
Para la fiscala, la declaración de López Ortiz, que justificó su acción porque estaba drogado y no sabía lo que hacía, fue una “representación” y “adaptó” las pruebas a su versión, usando técnicas para hacerla creíble. La acusación concretó: “Dijo en varias veces no quiero mentir, quiero decir la verdad”, “hizo pausas y silencios”, “pidió que se repitiera preguntas para pensar la respuesta”, “lloraba en los momentos claves” y “evitó decir el nombre de la víctima”. Para la representante del ministerio público, el acusado “manipuló y adaptó las pruebas a su interés” y justifica su acción “partiendo de un intoxicación por la droga y el alcohol, y sus alucinaciones y paranoias”. En este sentido, sostuvo que la mayoría de los testigos vieron el día de los hechos a López Ortiz en “buenas condiciones”.
La acusación particular, ejercida por el abogado Juan Carlos Zayas, fue también rotunda: la declaración del procesado “es un insulto” y “ataque a la inteligencia”. En su informe desgranó de forma minuciosa todas las pruebas existentes contra el encausado no solo por el crimen, sino también por el ataque sexual que, según su versión, padeció la menor. "Fue astuto para encubrir todo", recalcó. La abogada del acusado basa su defensa en la drogadicción de su representado y en que, en todo caso, solo habría cometido un delito de homicidio y no de asesinato, reclamando que se le aplique varias atenuantes o eximentes, entre ellas la reparación del daño por habérsele embargado a López Ortiz la herencia que le correspondía por la muerte de su madre. La letrada incidió en que la menor no había sido agredida sexualmente y que las lesiones que tenía la zona estaba más cerca de la ingle que de la zona genital. "No había motivación sexual", afirmó. "Pensó que había entrado alguien en casa y al entrar en la habitación creyó que había un atacante y asfixió a la niña", estando bajo los efectos de la droga y el alcohol, apostilló.
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