El futuro del modelo de dependencia

Catalunya se enfrenta al reto de dar una vida digna a dos millones de mayores en 2035

Los expertos alertan de que redimensionar el sistema de cuidados ante el horizonte de la vejez de los 'baby boomers' debe ser una prioridad en la agenda política.

Residencia de ancianos de Terrassa. Todos vacunados

Residencia de ancianos de Terrassa. Todos vacunados / FERRAN NADEU

Elisenda Colell

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En los próximos 20 años, Catalunya y España vivirán un cambio de tendencia demográfica. La generación más numerosa, los llamados 'baby boomers' -nacidos entre 1958 y 1977- habrá entrado en su totalidad a formar parte de la tercera edad. ¿Quién se hará cargo de ellos? ¿Cómo se pagarán las atenciones que necesiten cuando no se puedan valer por ellos mismos? Estas son algunas preguntas que los demógrafos llevan años haciéndose, y que responden tajantes. "Las administraciones deberán invertir mucho dinero en ellos si quieren que su final de vida sea digno", asumen varios especialistas del Centre d'Estudis Demogràfics de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). El gran reto está en evitar las grandes residencias- de las que muchos reniegan tras la debacle del coronavirus- y potenciar los cuidados públicos en casa. La Generalitat se compromete a un cambio de modelo en menos de seis años, pero la realidad de hoy se atisba muy lejos de tal desenlace.

Actualmente, en Catalunya hay 1,4 millones de personas mayores de 65 años, y cerca de 450.000 de más de 80. En tan solo 15 años, los mayores de 65 serán ya el 25% de la población, y en 2050 los octogenarios superarán la barrera del 10% de los catalanes. El sistema de cuidados, por lo tanto, deberá afrontar el hecho de que la población de mayores de 65 será ya en el 2035 un 42% más numerosa que en la actualidad. "Estamos ya a punto de traspasar esta frontera. Y el problema no es solo que sean muchos los ancianos, sino que la baja natalidad hará que habrá muy pocos jóvenes para mantener las transferencias públicas que requiera toda esta población. Los números del Estado del bienestar no salen y el sistema va estar contra las cuerdas si no se toman medidas al respecto", avisa Albert Esteve, director del Centre d'Estudis Demogràfics de la UAB.

El demógrafo Jeroen Spijker ha analizado a fondo la situación de dependencia de las personas mayores en España. Sostiene la idea de que la mortalidad que ha traído la pandemia no impactará demasiado en las proyecciones del envejecimiento previstas. Sus tesis apuntan a que el cambio cultural y generacional vivido por esta población tan numerosa modifican el concepto de cómo resolver el problema de cuidados en el futuro. "Faltarán manos para cuidarles, y los gobiernos deberán de llenar ese vacío", apunta Spijker.

El apoyo de los hijos se desvanece

Hoy por hoy, los abuelos dependientes tienen una realidad muy distinta de los que les relevarán en un futuro. Los que llegan a edades avanzadas lo hacen bastante debilitados pero tienen varios salvavidas que les permiten afrontar esta última etapa. Uno de ellos son los hijos. "Solo el 15% de personas de más de 80 años no tienen hijos, pero en 2050 serán el 20%", cuenta Spijker. Este dato es muy relevante. Según sus investigaciones, más del 85% de los cuidadores de los ancianos en España son familiares, y la mitad viven con ellos. "En España, históricamente, los cuidados a los ancianos recaen en la pareja, y a partir de los 80 años se encargan de ellos los hijos, o los nietos, especialmente las mujeres", apunta.

A lo largo de los años esta tendencia se ha ido rompiendo y los familiares se ayudan de diversas personas que complementan los cuidados a los ancianos. "La incorporación de la mujer al mercado laboral hace que muchas prefieran potenciar su carrera profesional y dediquen su tiempo al cuidado de los hijos antes que los padres. Además, si cuidan a sus padres dejan de cotizar para la Seguridad Social, eso les penaliza y es un gran inconveniente", explica. Los datos que maneja muestran claramente este cambio. Entre las mujeres con empleo, solo el 43% opinan que deben encargarse de sus padres dependientes, mientras que las que están en paro son el 60% las que lo creen. Esto demuestra, además, la situación que se vivió durante la crisis económica, cuando muchos optaron por cuidar de los padres y vivir con su pensión. En las últimas décadas la tendencia sigue agravada, mostrando una reducción de los cuidados entre los familiares. Spijker prevé que en los próximos 20 años los ancianos no tendrán hijos que se hagan cargo de ellos, y otros muchos no querrán hacerlo.

Faltarán inmigrantes

A la falta de hijos, ha aparecido una nueva figura, que cada vez gana más peso: los cuidadores informales. Suelen ser mujeres (normalmente inmigrantes) que trabajan sin contrato, que no forman parte del entorno familiar de los ancianos pero que ejercen de cuidadoras, en algunos casos viviendo con ellos. No suelen cotizar para la Seguridad Social, y están enormemente desprotegidas pero han salvado los cuidados de muchos ancianos.

"Podríamos pensar que las migraciones salvarán el sistema de cuidados, pero si extrapolamos los efectos migratorios de la crisis del 2008 a la crisis de la pandemia, sumado a las restricciones que paralizan la llegada de inmigrantes, vemos claramente que no habrá suficientes personas para este trabajo teniendo en cuenta el alto número de personas a cuidar".

Enormes desigualdades por la vivienda

Otro colchón fundamental de los ancianos son los ahorros. Y aquí se cuenta la vivienda. "A pesar de tener pensiones muy bajas, muchos de los ancianos de hoy viven en alquileres de renta antigua o casas de propiedad", cuenta Esteve. Pronostica que entre los abuelos de la próxima década habrá una enorme desigualdad. "Nos encontraremos personas que habrán cotizado y tendrán buenas pensiones, incluso planes de pensiones y edificios en propiedad que envejecerán como quieran. Pero habrá otros que estarán sujetos a las subidas del alquiler, que hayan estado en paro durante los últimos años activos y tendrán pensiones muy bajas, y aquí sí que habrá grandes dificultades para contratar cuidadores o pagar residencias, porque no tendrán dinero", prosigue el experto. "Al ser una generación muy numerosa, en términos absolutos, hablamos muchas personas cuyos cuidados deberá asumir el Estado del bienestar", agrega Esteve.

Menos residencias y más cuidadores públicos

Y aquí está el rol que deben desempeñar los gobiernos. "Tendrán que invertir mucho dinero", pide Spijker. En Catalunya, el recién aprobado Plan de Servicios Sociales 2020-2024 pretende abordar esta realidad. "Tenemos que repensar el modelo de envejecimiento y visualizarlo en un domicilio. La gente quiere envejecer en su casa, y la atención domiciliaria debe ser una gran apuesta en el futuro, un programa de país", señala Aina Plaza, directora general de autonomía personal de la Generalitat.

El modelo del Govern pasa por ofrecer a domicilio "todos los cuidados que necesita la persona". Plaza apuesta por varias medidas: "Tecnologías de apoyo en casa, adaptación de los hogares, proyectos para acompañar a las familias pero, sobre todo, mayor cobertura de cuidadores. El problema es que hoy solo 70.000 ancianos reciben cuidadores públicos (con una media de asistencia física de unos 30 minutos al día). "Las residencias son la última opción, lo que debemos hacer es aumentar la cobertura de los cuidados en casa", insiste Plaza. El Govern ha iniciado un plan piloto para extender este nuevo modelo que, según Plaza, debería estar listo antes del 2027 en previsión de la ola demográfica que se avecina.

Las interminables listas de espera

Actualmente, por cada 10 personas que viven en una residencia financiada con fondos públicos en Catalunya hay tres en lista de espera. Una cola que ya era eterna antes de la pandemia y que a pesar de la elevada mortalidad entre los usuarios de estos servicios, sigue siendo excesiva. En total, 17.543 personas de la tercera edad esperan un geriátrico, de entre las 53.605 camas que financia la Generalitat.

Además, los distintos municipios y consejos comarcales atienden en casa un total de 70.528 personas, el 5% de los mayores de 65 años, y el 29% de los que tienen más de 80. Es el conocido Servicio de Atención a Domicilio, financiado a partes iguales entre la Generalitat y los entes locales, donde una trabajadora familiar o asistente visita los ancianos más dependientes. Es la Generalitat quien determina el cómputo de horas a financiar. Hace cuatro años, el total de atenciones no podían sobrepasar las cinco millones de horas al año. Hoy son más de siete. Sin embargo, de media no superan los 30 minutos al día que pueden dedicar a cuidar y supervisar estos ancianos dependientes.

Para tener un mapa completo de la dependencia en Catalunya también hay que sumar las personas mayores que viven atendidas en centros sociosanitarios de larga duración. En 2020, el año del covid, se contabilizaron más de 16.100 entradas, de los que acabaron falleciendo 2.472 personas.

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