Acuerdo histórico

"Llevo cinco años sin encender la calefacción por miedo a la factura"

Encarna Contreras dejó de pagar los recibos de la luz en 2014, cuando solo ingresaba 412 euros al mes

Ha vivido cortes de suministro, ha dejado de encender la calefacción e incluso le da miedo ducharse con agua caliente por no aumentar su deuda con Endesa. Por fin, la empresa le condonará la deuda acumulada

Barcelona 29 03 2021 Los consellers Chakir El Homrani y Ramon Tremosa  en la firma de un convenio  con Endesa para que la compania pague al menos el 50  de las facturas de las familias vulnerables En la foto Encarnacion Contreras de la plataforma Alianca contra la Pobresa Energetica celebran el acuerdo   Foto de Ferran Nadeu

Barcelona 29 03 2021 Los consellers Chakir El Homrani y Ramon Tremosa en la firma de un convenio con Endesa para que la compania pague al menos el 50 de las facturas de las familias vulnerables En la foto Encarnacion Contreras de la plataforma Alianca contra la Pobresa Energetica celebran el acuerdo Foto de Ferran Nadeu / Ferran Nadeu

Elisenda Colell

Elisenda Colell

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No recuerda cuando fue la última vez que comió pescado fresco. "Esta noche lo voy a celebrar con un lenguado... por fin", sonríe Encarna Contreras. Va a celebrar que se acaba su martirio. Que se acaban las llamadas a las cuatro de la madrugada exigiéndole que page los más de mil euros que debe de recibos de la luz atrasados. Se acabó andar a oscuras por casa por miedo a encender una bombilla. Abrigarse con mantas por el temor a encender la calefacción y que eso engrose aún más la deuda que tiene con Endesa. La compañía y las administraciones van a pagar sus recibos de la luz atrasados. A ella, y a más de 35.500 hogares en su misma situación. Hace ocho años que dejó de pagar los suministros: "Elegí comer", confiesa.

Encarna es vecina de Gavà (Baix Llobregat). Tiene seis décadas a sus espaldas, pero sostiene que la peor fue la última. Llegó a 2008 con un empleo estable y bien pagado en Phillips. Tras la crisis financiera, la empresa cerró y ella fue al paro. Encontró trabajo limpiando habitaciones de hotel, pero de forma puntual. Sufrió malos tratos por parte de su expareja. Perdió su piso. Le diagnosticaron apnea grave, fibromialgia y osteopatía degenerativa. Empezó a dormir con un respirador. Y en 2012 sobrevivía con una prestación de 426 euros al mes por estar en paro y tener más de 55 años. "Pedía dinero a mis padres y a mis hermanos para pagar la luz", reconoce. Hasta que no pudo más. En 2014 decidió que prefería pagar la lista de la compra que los recibos de Endesa.

Una semana sin luz

Entonces aún no existía la ley catalana que protege a los clientes vulnerables, y Encarna estuvo una semana sin luz en casa. "Recuerdo que me tuve que comer la comida del congelador porque se ponía mala. Que me alumbraba con las velas y que no podía dormir porque sin el respirador me ahogaba", explica. El ayuntamiento le pagó 400 euros para volver a reconectarse al corriente eléctrico.

En los últimos cinco años, Encarna sabe que hay una la ley que le reconoce derecho a tener luz en casa. "Todo es gracias a la Alianza Contra la Pobreza Energética, ellos me ayudaron a luchar", asegura. El problema era que la deuda con Endesa iba aumentando mes a mes. "Me llamaban a todas horas las empresas de recobro para decirme que pagase. ¿Pero cómo voy a pagar si no tengo un duro, si tengo que ir al banco de alimentos para que me den de comer?", les respondía a las empresas de recobro. Es cierto que tiene electricidad, sí. Pero también mucho miedo a que la deuda con Endesa aumente. Cuando el sol se pone en su casa, deja de haber luz. "Me muevo a tientas", admite. Hace cinco años que no enciende la calefacción. Y se ducha una vez por semana con agua caliente por temor a gastar más.

Los acuerdos firmados este lunes son un antes y un después en su vida. Se zanja su deuda del pasado y del futuro. "Es un alivio. Creo que viviré más tranquila", asume. "Ahora cuando vea un número oculto ya no temblaré", añade. Hay días que le han llegado a llamar 100 veces. "Un día les dije que me tiraría un tiro", suspira. Todo termina, por fin. Y confiesa que esta noche volverá a comer un lenguado. La ternera la deja para más adelante. "Ha llegado el día en que podré cuidar de mí misma".