Un año de pandemia

La ola invisible

La ola invisible

La ola invisible / Ferran Nadeu / Save the Children

Mireia Recasens Lamuà. Save the Children.

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace un año que nuestras vidas han cambiado por completo, nuestros hábitos, nuestras relaciones. Vivimos pendientes de si llegará la segunda ola de la Covid-19, la tercera, la cuarta…pero de lo que no somos conscientes es de que existe una ola invisible, que cuesta ver, pero que lastra la vida de miles de niños y niñas: hablamos de la pobreza infantil.

Ya antes de la pandemia, 430.900 niños y niñas (el 31%) vivían en situación de pobreza o exclusión social en Catalunya -más de 2 millones en el conjunto de España-, una tasa que, según nuestras estimaciones, ha podido subir hasta el 35% por la pandemia. Eso significa que casi medio millón de niños crecerán en hogares empobrecidos, en hogares que no pueden atender sus necesidades básicas. La emergencia social no ha menguado, seguimos inmersos en ella.

Pagar la luz o dar de comer a tus hijos. Hay muchas familias a las que atendemos en nuestros programas de lucha contra la pobreza que tienen que escoger entre una cosa u otra. La mayoría no quiere pensar en el futuro porque lo ve demasiado borroso. “Trato de no pensar en eso porque trato de vivir el día a día. Si pienso de que va a ser mañana, si mañana tendré trabajo, de que si el otro mes, siento que me voy a enfermar”, cuenta Jennifer, madre de dos niños de 8 y 14 años, a la que damos apoyo en Barcelona.

Muchas familias como ellos están sufriendo con más fuerza los efectos de la pandemia porque ya venían de una situación complicada. Jennifer, su marido y sus hijos viven en una habitación en un piso compartido y tienen que hacer lo imposible para llegar a final de mes. Él, que se dedica a reformar viviendas, ha visto como el sector parece no reavivarse y ella trabaja en la limpieza solo tres horas a la semana. “No lo voy a negar, a veces no es fácil llegar al mes y juntar todo lo que uno tiene que pagar, pero donde vivimos, el señor nos entiende y si le quedamos debiendo, le vamos abonando conforme va pasando el mes”, asegura.

Catalunya es uno de los territorios donde el coste de la crianza es más alto: las familias tienen que gastarse unos 620 euros para atender a sus hijos, un gasto que muchas familias no pueden asumir. Uno de los escollos con los que se encuentran es que tienen que destinar el 40% de sus ingresos para pagar la vivienda. Eso hace que seis de cada diez familias a las que atendemos no puedan hacer frente al alquiler o al pago de suministros básicos, según una encuesta de Save the Children.

Vivir en situación de pobreza en la infancia afecta al desarrollo y bienestar de los niños y niñas y determina su trayectoria. La pobreza no es biológica pero sí que es hereditaria. Se trata de un problema estructural grave y una vulneración de los derechos de los niños que, desgraciadamente, estamos normalizando. Y lo más preocupante es que si no actuamos, el 80% de los menores que viven en situación de pobreza hoy serán adultos pobres mañana y dejaran esta pobreza como herencia a sus hijos e hijas.

Todas las evidencias muestran que la intervención temprana tiene un importante retorno social. Por eso, es urgente priorizar la lucha para la igualdad de oportunidades invirtiendo en políticas públicas destinadas directamente a la protección de la infancia. Entre ellas, es necesario reformular la Renta Garantizada de Ciudadanía para que favorezca a las familias con hijos a cargo que viven en pobreza severa. Así mismo, desde Save the Children apostamos por implementar una nueva ayuda a la crianza que, en clave redistributiva y equiparada a los niveles de apoyo a la infancia existentes en la UE, abastezca un mayor número de familias con bajos ingresos más allá de las beneficiarias del Ingreso Mínimo Vital o la Renta Garantizada de Ciudadanía. Además, para luchar contra la pobreza energética, hace falta extender la prohibición de los cortes de subministro más allá de la vigencia del estado de alarma y avanzar hacia una reforma del bono social más de acuerdo con las necesidades de consumo y niveles de ingreso de los hogares.

Todas esas propuestas son realistas y realizables a través de los Fondos Europeos de Recuperación y no son solo una cuestión de justicia social sino de eficiencia que ayudarían a miles de familias a seguir adelante. Por eso pedimos al nuevo Govern de la Generalitat que se ponga manos a la obra para acabar con esa ola de pobreza y desigualdad. Porque sin una prioridad política estamos condenando a las futuras generaciones.