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Conflicto diplomático de EEUU y Japón con China por los test anales

Washington y Tokio piden a Pekín que deje de emplear con el personal de las embajadas esa incómoda prueba del covid

Pasajeros en el aeropuerto de Daxing, en Pekín

Pasajeros en el aeropuerto de Daxing, en Pekín / GREG BAKER

Adrián Foncillas

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Los rivales geopolíticos que criticaban a China por ese principio diplomático de no injerencia en los asuntos internos ajenos, interpretado como una vía libre para tratar con dictaduras abyectas, exigen ahora su cumplimiento estricto. Es solo uno de los chascarrillos que circulan. Otros aluden a líneas sensibles traspasadas y territorios inexplorados en las relaciones internacionales. 

Los tests anales de detección del coronavirus están incomodando a algunas cancillerías. Tokyo es la última en lamentar el celo excesivo chino en su batalla contra la pandemia. Katsunobu Kato, secretario jefe del Gabinete, desveló que algunos compatriotas habían denunciado en la embajada pequinesa “la gran angustia psicológica” causada por los análisis. Kato lamentó que China no había respondido a su petición de eximir a los japoneses de ellos, prometió que perseverará y recordó que su eficacia “no ha sido confirmada en ningún otro país del mundo”. Los métodos de detección usados, defendió horas después el Ministerio de Exteriores chino, atienden a la ciencia, a la evolución de la pandemia y a las leyes.  

Protesta formal de EEUU

Las quejas del rival regional de China se suman a las de su rival global. Estados Unidos había elevado semanas atrás una protesta formal a Pekín apuntalada en tratados internacionales. El Departamento de Estado subrayó su compromiso de garantizar la seguridad de su personal y también su “dignidad” con arreglo a la Convención de Viena de las Relaciones Diplomáticas. En la primera de las muchas crisis que le esperan a Joe Biden con China se apreció tanto la resolución del primero como la generosidad de la segunda. Pekín aclaró que los tests, de haberse producido, se debieron a un error y se comprometió a someter a la diplomacia estadounidense a las viejos y ortodoxos métodos de detección en adelante. Son tiempos felizmente distendidos después de la tormenta 'trumpista'. 

 Sobre el episodio persisten muchas incógnitas. Se ignora cuántos diplomáticos han sido sometidos al test anal. Y, sobre todo, se ignora si se extendieron más allá de japoneses y estadounidenses. Quizá lo han padecido diplomáticos con un sentido menos escrupuloso de su dignidad y más resistentes a la angustia psicológica. Lo contrario sugeriría un sibilino uso más vinculado a la geopolítica que a la sanidad nacional. 

Contagios y viajes

 China empezó el mes pasado a utilizar los tests anales en comunidades de alto riesgo como residentes de zonas con contagios y viajeros llegados de países con la pandemia desatada. La prensa oficial ha aclarado que su uso no será tan extendido como el de otros tests porque su técnica, por motivos no aclarados, “es inconveniente”. Consiste en introducir un bastoncito de algodón de tres a cinco centímetros en el recto y rotarlo cuidadosamente durante unos diez segundos. La mayoría de los pacientes describen la experiencia como indolora pero extraña. Es, si descontamos el componente psicológico y el sentido del decoro, mucho menos penoso que el test nasal.  

 No hay acuerdo sobre su eficacia. Li Tongzeng, doctor del hospital Youan, aventuró que incrementan la detección de casos porque el virus permanece más tiempo en el recto que en el tracto respiratorio. “Hemos descubierto que algunos pacientes asintomáticos se recuperan rápidamente y es posible que no tengan rastro del virus después de tres o cuatro días, pero su presencia se alarga en el sistema digestivo y excrementos”, justificó. La Facultad de Medicina de la Universidad China de Hong Kong también ha acreditado que tres pacientes de una muestra de quince dieron positivo en sus heces hasta seis días después de los resultados negativos en el resto de pruebas. Otros científicos extranjeros, sin embargo, se decantan por buscar al virus en el sistema respiratorio superior por ser el foco de la infección. 

 No son nuevas las disensiones entre China y el resto del mundo sobre las armas contra la pandemia. El mundo ya recibió con chanzas y escepticismo las cuarentenas forzosas y las mascarillas que después adoptó.  

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