Tecnología

Estafas virtuales en los tiempos del Tinder

Dos mujeres y un hombre investigados en Alicante por timar más de 72.000 euros sirviéndose de páginas de citas y redes sociales

Tinder

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J. A. Martínez / P. Cerrada

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Captaban a sus víctimas a través de redes sociales y páginas de citas, donde simulaban ser personas de alto poder adquisitivo y residentes en el extranjero. Cuando llegaba la hora de la cita para poder verse en persona, siempre surgía algún tipo de emergencia que suponía que la víctima potencial tenía que hacer un desembolso económico. La Guardia Civil de Lliria ha imputado a tres personas, dos mujeres y un hombre, que operaban desde la provincia de Alicante por estas presuntas estafas. Mediante este sistema, lograron más de 72.000 euros, motivo por el que se le imputan los delitos de estafa bancaria y blanqueo de capitales.

Esta modalidad de estafa cibernética recibe el nombre de «romance scam» y que en estos tiempos en los que las redes sociales parecen acapararlo todo en la vida cotidiana, se suman a otros timos clásicos como pueden ser el de la estampita, el del nazareno o el del tocomocho.

Los investigados son un varón y dos mujeres de 34, 41 y 54 años de nacionalidad española. El equipo de Delitos Tecnológicos de la Guardia Civil de Lliria se hizo cargo de estas pesquisas, que han sido bautizadas como operación Farmamor.

La bandas se dedicaba a rastrear en redes sociales y páginas de citas a personas que buscaban pareja. El modus operandi consistía en hacerse pasar por gente de alto perfil adquisitivo y trabajadores de empresas multinacionales. Los autores tenían establecida la hoja de ruta por las que enganchar emocionalmente a sus potenciales víctimas, fingiendo tener una relación sentimental con ellas. Las videollamadas o los mensajes en las redes sociales era la manera por la que mantenían un contacto frecuente con ellas y se encargaban de mantener viva la llama de la pasión. Puestos a crearse identidades ficticias, la de los presuntos autores de estos timos eran personas que trabajaban para alguna empresa potente en el extranjero. Motivos laborales eran los que los mantenían separados en su amor virtual, pero pronto podrían estar juntos en la realidad.

El roce hace el cariño y poco a poco se iban ganando la confianza de las víctimas y tras un largo periodo de relación de distancia, les acababan pidiendo dinero por algún imprevisto que les había ocurrido justo cuando se disponían a hacer el viaje para el feliz encuentro.

Lo habitual era asegurar que habían surgido problemas en la aduana con una mercancía que transportaban a causa de su trabajo. Otras excusas eran que les habían detenido en algún país extranjero y que el juez le había puesto una fianza para poder quedar en libertad.

Para poder dar más credibilidad a estas estafas suelen emplearse los ganchos. En un mundo virtual, esta figura ya es innecesaria porque los propios estafadores usan terceras identidades ficticias. De esta manera, ahora pueden ser tanto la fogosa ciberamante en apuros, como el abogado de su pareja o incluso funcionarios públicos de algún país extranjero. Para intentar dar más credibilidad a la historia llegaron a falsificar documentación.

Transferencias

Las víctimas creyendo ciegamente en la historia que les habían contado y, en la confianza establecida, transferían dinero a las cuentas bancarias que les facilitaban para recibir la ayuda. Esta cantidad nunca era suficiente. Siempre surgían nuevos problemas que obligaban a realizar nuevas entregas de dinero, hasta que el estafado ya no podía realizar más ingresos y llegando a vaciar sus cuentas de ahorro.

Una vez recibido el dinero, el importe era blanqueado distribuyéndolo entre varias cuentas bancarias, hasta que finalmente era extraído en efectivo por «mulas económicas» en cajeros automáticos.

Uno de los investigados llegó a abrir las cuentas bancarias usadas para esta estafa a nombre de su hijo menor de edad, con discapacidad intelectual, para dificultar el que pudieran identificarlos.

Las pesquisas de la Guardia Civil en las redes sociales lograron vincular a todos los sospechosos dentro de un mismo entorno social. Los tres operaban desde la provincia de Alicante. Las pesquisas continúan abiertas por parte del equipo de delitos tecnológicos de la Benemérita a fin de buscar a otras víctimas que todavía no hayan podido ser identificadas por el momento.