Que la nueva cepa se haya descubierto en Sudáfrica no significa que sea la “variante de Sudáfrica”

Es importante condenar un lenguaje tan controvertido porque esta etiqueta dice alto y claro: Sudáfrica es la fuente de una amenaza

Vacuna

Vacuna / Save the Children

Steve Miller. Director de Save the Children Sudáfrica.

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Hace casi un año, cuando la crisis de la Covid-19 se estaba afianzando, personas de todo el mundo expresaron su indignación por el término "virus de China”. Era importante condenar un lenguaje tan divisivo y, según algunos, racista.

Pero un año después, después de que más de 2,3 millones de personas en todo el mundo murieran a causa del virus, de que la economía mundial se hundiese y la educación se interrumpiese para toda una generación de niños y niñas, cabe preguntarse si realmente hemos aprendido nuestras lecciones.

Hacer referencia a la cepa 501.V2 de la Covid-19, que se descubrió por primera vez en diciembre en Sudáfrica, como la "variante de Sudáfrica" o la "cepa de Sudáfrica" es igualmente controvertido.

Esta etiqueta reparte la culpa. Fue descubierto en Sudáfrica porque el país es líder en secuenciación del genoma, al igual que con la variante en el Reino Unido. La comunidad global está utilizando los sistemas en los que confiamos para salir de este lío como un palo para vencernos, en lugar de defenderlos.

Esta etiqueta dice alto y claro: Sudáfrica es la fuente de una amenaza.

Esta etiqueta no se preocupa por las casi 50.000 vidas perdidas en Sudáfrica, por la mayoría de la población que tiene poco o ningún acceso a la atención médica. Más del 40% del total de casos confirmados del continente se han producido en este país.

Hay que añadir que el 20% de la población vive con el VIH, lo que la hace más vulnerable a los peores efectos del virus. La Covid-19 tiene el potencial de provocar la mayor crisis en Sudáfrica desde el fin del apartheid a principios de la década de los noventa.

Además de esta emergencia sanitaria, a través de mi trabajo en Save the Children he visto el profundo impacto que esta crisis ha tenido en la próxima generación. Naturalmente que necesitamos restricciones para controlar la propagación del virus, pero ya en septiembre la economía había sufrido un gran golpe, con el PIB cayendo a su nivel más bajo en 13 años.

Lo cierto es que la carga de este impacto la sienten los más pobres; la desigualdad social crece en el que ya era el país más desigual del mundo. En noviembre, el ministro de Educación confirmó que al menos 300.000 escolares de primaria habían abandonado la escuela desde marzo del año pasado. Cuanto más tiempo permanezcan fuera de la escuela, más difícil será lograr que regresen, lo que no solo presenta barreras para oportunidades futuras, sino un mayor riesgo de problemas de protección infantil, como un aumento del abuso infantil en el hogar.

Nuestro país está en crisis, pero si estos días buscan en Google "Sudáfrica" ​​, la noticia se centra en nosotros viéndonos como una amenaza, en lugar de otro país traumatizado.

El nacionalismo de las vacunas, que la OMS ha llamado un "fracaso moral catastrófico", es una preocupación muy real. Se nos culpa por la propagación mundial de esta nueva variante, pero cuando se trata de ayudar a abordarla, Sudáfrica y el continente en general han estado, hasta hace muy poco, abandonados. A través de un acuerdo bilateral, Sudáfrica recibió sus primeras dosis de la vacuna la semana pasada, dos meses después del Reino Unido. Nuestras esperanzas ahora se han visto frustradas nuevamente, ya que el lanzamiento de las vacunas Oxford-Astrazeneca se ha detenido.

También ha habido una falta de preocupación por lo que esta cepa significa para otros países africanos que, habiendo evitado casos positivos y muertes que se vieron en otras partes del muno durante la primavera del año pasado, ahora han registrado tasas de mortalidad más altas con la segunda ola.

Muchos de estos países tienen mucha menos capacidad para lidiar con el virus. En Malawi, el aumento en la demanda de oxígeno, junto con una insuficiencia crónica de oxígeno, está socavando la capacidad del sistema de salud para hacer frente a los casos de Covid-19, así como su capacidad para responder a otras enfermedades como la neumonía infantil.

Hay que aplaudir la iniciativa COVAX, que se planteó para garantizar un acceso equitativo a las vacunas. Pero la falta de financiación, junto con el exceso de pedidos de suministros de vacunas de los países de ingresos más altos, sigue obstaculizando su capacidad para distribuir dosis para los más pobres del mundo.

Es hora de que los habitantes del hemisferio norte vean al continente africano como algo más que la fuente de un problema. Le pido a la gente que piense antes de utilizar el término "variante de Sudáfrica". Mientras seguimos esperando una vacuna que pueda proteger a nuestra población y, en definitiva, al futuro de los niños y las niñas, el papel de Sudáfrica en la narrativa mundial no debe reducirse a la fuente de una amenaza.

Créanme, tampoco queríamos esta variante.