Un portal con 62 viviendas

El coronavirus se ensaña con un edificio de Bilbao: seis muertos y más de 30 contagiados

Los vecinos -hay más de 30 positivos en el bloque- viven con miedo desde que falleció la primera víctima, el 20 de enero

La comunidad desinfectó las zonas comunes con una empresa privada pero el brote sigue descontrolado

Edificio de viviendas, en el número 4 de plaza de Haro, en el barrio de Santutxu (Bilbao)

Edificio de viviendas, en el número 4 de plaza de Haro, en el barrio de Santutxu (Bilbao) / Europa Press

Olga Pereda

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Santutxu es un barrio obrero de Bilbao inundado de edificios altos y con una considerable densidad poblacional. Su paisaje es tan opresivo que el cineasta Koldo Serra lo utilizó en 2018 como plató de rodaje para el 'thriller' '70 binladens'. Lo que está pasando ahora en Santutxu es digno de otro guion de cine. El coronavirus se ha enseñado en el número 4 de la plaza Haro, una mole de hormigón con 62 viviendas repartidas en 16 plantas, que para Bilbao es algo así como un rascacielos. Se trata de un único portal con dos ascensores en el que se han detectado más de 30 casos positivos de covid-19. Seis de sus vecinos han fallecido y varios están hospitalizados. ¿Qué pasa en este edificio?

Nada está claro, pero los expertos lanzan algunas ideas, como una deficiente ventilación de zonas comunes y la contaminación de superficies. Los vecinos -la mayoría tiene más de 60 años- están acongojados. Salen de casa lo justo, vaporizan con alcohol los ascensores, procuran no tocar ni barandillas ni pomos, no se quitan la mascarilla y mantienen la puerta del portal abierta de par en par, como sus ventanas y balcones.

“Estamos dando palos de ciego. No tenemos información. No sabemos si ha sido el ascensor o los conductos del aire”, se queja el presidente de la comunidad de vecinos, Carlos Alende, en declaraciones al diario 'El Correo'. Está convencido de que Osakidetza, el servicio vasco de salud, tenía que haber confinado todo el edificio desde el primer fallecimiento.

La película de terror de Santutxu comenzó el 9 de enero, cuando un vecino dio positivo en la prueba que se le realizó. El 20 se registró la primera víctima mortal, una vecina de edad avanzada. Tres días más tarde murió su hijo, de poco más de 50 años. Fue entonces cuando la comunidad de vecinos se puso en contacto con Osakidetza, que realizó un cribado. El resultado: 33 positivos entre residentes y contactos estrechos. Tras las pruebas realizadas falleció otra vecina. La semana pasada murieron dos hermanos que convivían, de 76 y 73 años. El domingo se registró la sexta víctima mortal, un hombre que estaba ingresado en el hospital.

Hace días el presidente de la comunidad recibió una llamada del Gobierno vasco. Le preguntaron si los vecinos llevan mascarilla en las zonas comunes. También por el uso del ascensor y si se solían montar juntas personas de viviendas diferentes. A falta de una desinfección por parte de las autoridades sanitarias, los residentes decidieron encargar una limpieza específica a una empresa privada. La factura fue de 700 euros.

Cunde el desánimo y el desconcierto en el barrio. Los vecinos salen a la la calle lo justo. “Lo estamos pasando muy mal”, confiesa Ángel a los periodistas que han tomado la plaza de Haro. Acaba de recibir el alta hospitalaria (su mujer continúa ingresada con neumonía) y sale a realizar la compra a un supermercado cercano tras haber mantenido la cuarentena preventiva. “Estoy agotado y deseando llegar a casa”, explica. Los vecinos confiesan tener mucho miedo. “Estamos acojonados”, suelta uno de ellos. 

La microbióloga de la Universidad del País Vasco (UPV) Miren Basaras pone el acento en los aerosoles. «Aún no sabemos bien lo que ha pasado en el edificio de Santutxu, pero hay que recordar que el uso del ascensor ha de ser individual y siempre con mascarilla», explica en 'El Correo'.

El colegio de administradores de fincas de Bizkaia recuerda la necesidad de que en los ascensores solo se monten personas que convivan. Es una de las directrices fundamentales para mantener el virus a raya, como no celebrar reuniones físicas de vecinos, aumentar la higiene de interruptores, pomos y barandillas, así como airear las zonas comunes. La microbióloga de la UPV añade que la transmisión del virus también podría producirse -es más difícil pero no imposible- a través de los sistemas comunitarios de ventilación. Tampoco se descarta la hipótesis de un supercontagiador. De momento, todo son incógnitas. Como en un 'thriller'.

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