Daños "irreparables"

Desconsuelo de los arqueólogos tras el saqueo de un yacimiento en Ulldecona

Los Mossos piden ayuda para dar con los allanadores de una excavación que documentaba restos de la Edad de Hierro

La alteración del escenario ha borrado huellas de uno de los primeros poblados indígenas que comerció con los fenicios

Imagen del yacimiento de Ulldecona tras los destrozos.

Imagen del yacimiento de Ulldecona tras los destrozos. / Grap

Guillem Sánchez

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Hace 2.600 años, cerca del Delta del Ebro, vivió un poblado indígena liderado por una élite instalada en una residencia fortificada justo donde ahora está el municipio de Alcanar (Montsià). Habitantes que precedieron a los Íberos. La historia bautizaría este periodo como la Edad del Hierro, porque la raza humana aprendió entonces a forjarlo para hacer herramientas y armas. Sobre un monte elevado unos 200 metros por encima del nivel del mar, que ahora pertenece a Ulldecona, los habitantes construyeron un puesto de vigilancia que regulaba el acceso al valle y al mar Mediterráneo, explica Carme Saorin, miembro del GRAP (Grup de Recerca en Arqueologia Protohistòrica).

“Es un periodo muy desconocido pero muy interesante”, subraya. Este poblado estaba organizado políticamente, construía casas de dos plantas y, lo más importante, fue de los primeros en comerciar con los fenicios a través del mar. Lo más probable es que el trato con los mercaderes, que traían cosas tan valiosas como el vino, suscitara envidia entre el resto de moradores de la zona. De ahí la necesidad de instalar un puesto de vigilancia. “No sirvió de mucho porque sabemos que la guerra llegó y que la perdieron. Los vencedores, arrasaron y lo quemaron todo”.

La excavación de este yacimiento que fue puesto de vigilancia llevaba diez años en marcha. Quedaba mucho trabajo por hacer y todavía no estaba bien documentado. Los arqueólogos del GRAP mantenían el área cubierta con tierra, cubos y lonas hasta que la pandemia les dejara proseguir con su trabajo. Este lunes, Carme recorrió el camino que conduce al lugar y lo encontró revuelto, escarbado y agujereado. Saqueado.

En la película The Dig (La Excavación, 2021) se relata con gran acierto el trabajo que desempeñan arqueólogos e historiadores para la raza humana: sin ellos cada civilización ignoraría a las que la precedieron. Como lo describe el excavador Basil Brown, personaje real encarnado por Ralph Fiennes, se perdería la perspectiva de que todos formamos parte de algo continuo, fluido. Así se comprende mejor el desconsuelo que sintieron los miembros del GRAP el lunes. También el daño que han causado los saqueadores.

Al remover el yacimiento han borrado las últimas huellas de aquel punto de guardia. Se ha perdido la información que revelaba la ubicación de los restos de aquella construcción enterrada y abrasada por sus enemigos. Quizás saber qué partes pertenecían al techo, o si había ventanas, o si disponían de un lugar para guardar las armas, o un rincón que los centinelas usaban para cocinar. “Es irreparable”, lamenta Carme, codirectora de la excavación.

“Detectoristas”

Los miembros del GRAP intuyen que los allanadores iban bien equipados porque agujerearon el suelo haciendo uso de un pico. Y sospechan que usaban detectores de metales. Probablemente el aparato marcó un par de puntos y sobre estos los ladrones se ensañaron. “Es una zona en la que abundan 'detectoristas'”, añade Carme, admitiendo que también podría tratarse de personas que han venido desde más lejos.

Buscaban objetos metálicos y lo ignoraban casi todo de la excavación. Para empezar, desconocían que se trataba de un yacimiento de la Edad de Hierro y no de restos de un poblado íbero. La diferencia entre ambos, además de 200 años, es que los indígenas de Ulldecona no tenían moneda y comerciaban con los fenicios haciendo trueques. Si los saqueadores buscaban monedas, aquí no había ninguna. Tampoco habría herramientas o armas porque los enemigos del poblado, al tomar su aldea, “se llevarían los objetos de valor”.

Los Mossos d’Esquadra han abierto una investigación y han solicitado la colaboración ciudadana para tratar de atrapar a los responsables del saqueo. Si lo logran, quizá sea posible recuperar algunas de las piezas usurpadas. Sin embargo, la alteración del escenario ya no podrá subsanarse. Información que se pierde para la historia, más oscuridad para la Edad de Hierro. “Si al menos casos como este sirvieran para que la gente tome conciencia de lo importantes que son los yacimientos…”, se repite Carme.  

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