Vuelta al cole postnavideña

"Siento impotencia al ver que mi hijo no puede hacer los deberes"

Un informe del Consorci d'Educació de Barcelona constata que 3.500 menores con vulnerabilidad no pudieron seguir el curso escolar en la ciudad

Más allá de disponer dispositivos con wifi y ordenadores, las entidades sociales reclaman apoyo educativo a las familias, muchas analfabetas digitales

Unas madres charlan con una de las profesoras del taller de La Troca.

Unas madres charlan con una de las profesoras del taller de La Troca. / JORDI OTIX

Elisenda Colell

Elisenda Colell

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El confinamiento, y la educación on line, han disparado las diferencias sociales y han impactado en el aprendizaje de muchos alumnos. Según una encuesta realizada por el Consorci d'Educació de Barcelona, la brecha estudiantil, o las diferencias para seguir el aprendizaje en casa, se han multiplicado por seis. Pero el gran problema ya no solo es que los menores no tengan acceso a internet ni dispositivos, sino que en múltiples ocasiones los padres no les pueden ayudar a realizar las tareas porque, ni tienen estudios para comprender lo que aprenden sus hijos, ni tiempo para dedicarles, ni apenas saben usar el ordenador. Es por ello que, ante la pasividad de las administraciones, varias entidades sociales se han organizado con las ampas para ayudar a empoderar a los padres de los alumnos con más problemática. Aunque, asumen, no dan abasto a la necesidad existente.

Uno de estos ejemplos es la Escuela Comunitaria La Troca, ubicada en el barrio de Sants de Barcelona, que hace más de tres años que forma a personas adultas en situación de máxima vulnerabilidad que, en algunos casos, no saben ni leer ni escribir. "El 60% son personas sin papeles que trabajan en la limpieza, de repartidores... Con trabajos por los que ganan una miseria", explica su coordinadora, Ester Rams. Tras el confinamiento, la realidad se agravó. Y las asociaciones de padres y madres de las escuelas del barrio empezaron a llamar a la entidad. "La demanda se nos ha disparado y no damos abasto, las familias de los coles se dieron cuenta de que muchos de los niños no solo es que no tenían internet, es que los padres no sabían cómo entregar los deberes", explica.

Es el caso de Hazira. Gracias al ordenador que le prestó su vecina del rellano, su hijo pudo entregar los deberes. O de Sandra, que logró entregar los deberes de su pequeña gracias a una madre del ampa. "No tenía ni plastilina ni 'plastidecors', ni nada de nada. Y cuando mi hija hacía un trabajo no sabía como mandárselo a la profesora", expone. Estas madres, junto a tres grupos de una decena de personas más, asisten una vez a la semana a clases de digitalización de la escuela de La Troca. Un proyecto que se ha podido financiar gracias al proyecto Lliures, organizado por la Federació d'Entitats d'Acció Social y Òmnium Cultural.

Detalle de un texto escrito por una madre alumna del taller de la Troca.

Detalle de un texto escrito por una madre alumna del taller de la Troca. / JORDI OTIX

Sin ordenador y también sin internet

Hace meses que entidades y docentes alertaban de los dramas escolares que iba a causar la brecha social, y por ende, digital. Hoy, una encuesta realizada a 600 hogares de Barcelona, la mitad de ellos familias atendidas por los servicios sociales, muestra la realidad de todo aquello. En los hogares más necesitados de media se ingresan 900 euros al mes, en uno de cada cuatro no perciben ningún ingreso, y viven en pisos de menos de 50 metros cuadrados. Allí el 33% de los menores no tienen una mesa donde hacer los deberes, el 40% no dispone de ordenador, el 13% no tiene internet en casa y el 18% de padres admiten que sus hijos no pueden seguir las clases. Pero además, el 44% de los padres de estos alumnos o no tienen estudios o solo tienen los obligatorios, mientras que en el resto de hogares, el 55% de los progenitores han ido a la universidad.

Recargas inasumibles

"Impotencia", responden las madres que asisten a la clase de alfabetización digital. "No soporto la idea de que mi hijo no pueda entregar las tareas porque no sé cómo enviarlas, o porque no pueden seguir las videollamadas", cuenta una de ellas, con cuatro menores a cargo. Muchas relatan como, durante el confinamiento, se les agotaron los datos del móvil, y este gasto, el de recargar era "inasumible". "Había que comer y pagar el alquiler", añaden. "Lo esencial aquí es acompañar a los padres para que tengan herramientas para ayudar a sus hijos. Los ordenadores no llegan, y es lamentable. Pero por mucho que lleguen, el problema a resolver es aún más mayor", se queja Rams. De momento, ellas están satisfechas de poder asistir a estas clases gratuitas. Ya han descubierto como funciona el 'gmail' y el Google Drive. "Jamás me pensé que fuera tan fácil", sonríe una de ellas.

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