Peligro de contagio

La acumulación de presos con permiso de salida complica la defensa anticovid en las cárceles

Iñaki Urdangarin pernoctará solo en su nuevo centro penitenciario

Un caso de covid en la sección abierta de Wad Ras alarma a presos y funcionarios

Cárcel de Wad Ras, en Barcelona

Cárcel de Wad Ras, en Barcelona / EL PERIÓDICO

Juan José Fernández

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Iñaki Urdangarin dormirá solo en su nuevo destino carcelario, el Centro de Inserción Social (CIS) de Alcalá de Henares (Madrid), confirman a EL PERIÓDICO fuentes penitenciarias. Cada noche, cuando vuelva de su trabajo cotidiano en el Hogar Don Orione para discapacitados, ingresará en una celda que se puede desdoblar, pero que ahora es individual.

El exduque de Palma conserva en torno suyo la burbuja de aislamiento seguro que caracterizó su presencia en la prisión abulense de Brieva, a cuya lista de internos ha pertenecido hasta que Instituciones Penitenciarias le relajó, la pasada semana, las condiciones de cumplimiento de condena sin por ello cambiar su clasificación en segundo grado.

La primera consecuencia de este traslado -en cuanto se materialice, pues falta un trámite de la Junta de Tratamiento-, es que Urdangarin evita el riesgo de un contagio de covid intramuros. Es un peligro que fuentes sanitarias de las prisiones consideran “severo y creciente”. Para las fuentes penitenciarias no sanitarias consultadas no se trata de un privilegio: en el CIS al que ha sido destinado el exmiembro de la familia real, todas las celdas son individuales –aunque desdoblables- porque el centro está a menos de la mitad de su capacidad. Los presos, en su mayoría en tercer grado, duermen solos tras pasar el día fuera.

El riesgo

Esa seguridad no se da en otros CIS y secciones abiertas del territorio penitenciario español. Un número en aumento de nuevos terceros grados concedidos en las revisiones de noviembre y diciembre está complicando “seriamente”, según las referidas fuentes sanitarias, el protocolo anticovid de las prisiones. En los centros abiertos más solicitados de Madrid y, especialmente, Barcelona, se llenan los dormitorios de los presos con permiso de salida.

Durante las fiestas navideñas, las autoridades sanitarias han insistido al público en la petición de que intenten no mezclar en cenas ni encuentros familiares a personas provenientes de burbujas de convivencia distintas. Pero esa precaución no es posible allá donde presos provenientes de distintos trabajos en distintos lugares pasan de seis a ocho horas juntos durmiendo en un espacio reducido, como ocurre en el centro de inserción social Victoria Kent de Madrid, o en la sección abierta de la cárcel de Wad Ras en Barcelona.

Ambos recintos son de los más solicitados por los presos en tercer grado. La razón: están en buena localización;  entre el planetario y la estación de Delicias el centro madrileño, y a tres manzanas del Puerto Olímpico y del Parc de la Ciutadella el barcelonés. Para presos que salen a trabajar al ámbito urbano, es la situación ideal.

El Victoria Kent es un centro viejo, en el que pernoctan presos sin separación porque habilitar celdas individuales no es tan fácil como en el nuevo de Alcalá de Henares.

Y la situación es más delicada en Catalunya. En la Sección Abierta de hombres de la cárcel de Wad Ras –aledaña a la prisión ordinaria de mujeres- estos días duermen cuatro internos por celda, “con lo que eso comporta de riesgo de contagio”, explica una fuente penitenciaria catalana.

Lo mismo pasa en la Sección Abierta de la cárcel de Quatre Camins, refieren fuentes de ese centro de La Roca del Vallés (Barcelona), donde ya llevan dos confinamientos preventivos en el último mes por la aparición de positivos covid.

Brotes

Ocurre en la misma quincena en la que las autoridades catalanas aislaron –el 29 de diciembre- un brote de covid en el centro penitenciario de Puig de Les Bases. Son 39 presos afectados en el módulo cinco de la cárcel gerundense.

Al día siguiente se declaró un brote de cinco casos en el MSOB (Mòdul de Secció Oberta) de Quatre Camins. A tres de los presos se les detectó el virus estando en casa de permiso. Uno de los otros dos había compartido coche con uno de los que vacacionaban. A los dos que no tienen permiso se les ha enviado a la Unidad Covid de la prisión de Brians II, donde de momento permanecen positivos pero asintomáticos.

La de Brians es una de las dos instalaciones hospitalarias penitenciarias catalanas preparadas para trasladar a contagiados de covid. La otra, la de la prisión de Puig de Les Basses, ya está llena.

Oscureciendo aún más el panorama, los funcionarios de la prisión madrileña de Valdemoro tuvieron noticia este pasado fin de semana de la llegada de seis internos procedentes de Catalunya. Los seis han dado positivo en los test que se les practica a la llegada en el Módulo de Tránsitos, relatan fuentes de esa sección.

Volver a marzo

Como en los aviones cuando despegan y aterrizan, en las cárceles “el principal peligro de contagio está en las entradas y salidas”, advierte un veterano sanitario penitenciario de Barcelona. Se refiere a las visitas vis a vis y a los internos que van y vienen a sus trabajos en otros lugares.

Diversas voces de la sanidad penitenciaria consultadas por este diario ven inaplazable un retorno a las medidas preventivas de cuando comenzó la pandemia. La situación hizo aconsejable no solo interrumpir los vis a vis, también dar masivamente permisos a los presos de tercer grado para que, por el artículo 86,4 del Reglamento Penitenciario, pudieran irse a sus casas y los funcionarios les siguieran telemáticamente o por teléfono.

Fuentes de Instituciones Penitenciarias, la secretaría general de Interior que rige todas las cárceles españolas excepto las de Catalunya, consideran “un riesgo normal” el que hay en sus secciones abiertas. Aclaran que, de 7.000 presos en tercer grado en sus centros, algo más de 5.000 cumplen por el 86,4, y que a los demás se les alternan los permisos de salida para que coincidan lo menos posible. Las mismas fuentes recuerdan que la tasa de positivos en prisiones es 2,2 veces inferior a la que se da en la calle.

En Catalunya “es cuestión de tiempo y ya estamos tardando”, refiere el sanitario penitenciario barcelonés, en pedir “evitar todas las vías posibles de entrada el virus en esta nueva ola”. En el área abierta de la cárcel de Wad Ras, el recuento habla por sí solo. La concentración de presos ha crecido notablemente, a diferencia de la primera ola.

En diciembre de 2019, antes de la pandemia, 208 hombres dormían allí, y 44 cumplían pena en sus casas. En junio pasado, con la primera ola aún caliente, solo 12 dormían en la sección, y 237 penaban a domicilio por el artículo 86,4. A mediados de septiembre, los pernoctantes habían subido de 12 a 76, y los enviados a casa habían bajado de 237 a 160. Esta misma semana los pernoctantes (con o sin vacaciones) son ya 118, pese a que el número de internos del 86,4 ha subido a 172.

En la prisión de Quatre Camins, veterano centro abierto en 1989, la primera ola amaneció con 43 positivos en un mismo módulo. Los permisos del 86,4 se impusieron entonces deprisa, y con tanto rigor que algunos presos enviados a casa y que estaban en tratamiento por otras enfermedades tenían que enviar a alguien al centro a recoger su medicación.

Ahora, los continuos positivos el MSOB obligan a cerrar las cafeterías de la cárcel, pues algunos de los sometidos a cuarentena trabajan de camareros.

Noche de miedo en Wad Ras

Este día de Reyes acaban su cuarentena de diez días cinco funcionarios de prisiones, una jefa de servicio, una enfermera y dos presos de la sección abierta de hombres del Centre Penitenciari de Dones de Wad Ras (en Barcelona). Desde el pasado 28 de diciembre han tenido que aislarse porque un interno con el que tuvieron contacto estrecho dio positivo. Esta alarma covid por un solo caso relata tanto la situación en las cárceles catalanas como pueden representarla los brotes de Quatre Camins o Puig de Les Basses.

Los tres presos afectados salían a diario a trabajar y dormían juntos en una celda. La noche del 27 al 28, uno de ellos, A. M. G., de 55 años, empezó a mostrar signos de asfixia. A las 00:20 del día 28 los funcionarios tuvieron que llamar al 061. Los paramédicos tuvieron que sedar al interno para intubarle. A la 1:20 se lo llevaban inconsciente al Hospital del Mar.

El ahogamiento de A.M.G. no se debía al coronavirus, sino a otra enfermedad. De hecho, esa noche había superado el detector de fiebre cuando volvió del trabajo, pero a las tres de la mañana la prisión recibió una llamada del hospital: el preso, dijeron, es "covid positivo".

Una fuerte inquietud recorrió toda la sección abierta. Las tres funcionarias y los dos funcionarios de guardia empezaron a repasar mentalmente los lugares comunes –la puerta, el punto de toma de temperatura, los pasillos, las duchas colectivas- por las que el nuevo enfermo de coronavirus pasó antes de irse a dormir. Se trata de la misma zona en la que, cuando está vacía, pasa muchas mañanas una interna sin permiso de salida: Carme Forcadell, expresidenta del Parlament. Állí ha recibido visitas como la del president sustituto, Pere Aragonés, el 24 de diciembre.

A las seis de la mañana se abrieron nuevamente las puertas de la celda, esta vez para los otros dos presos. Se les despertó, se les dejó que se vistieran y, antes de salir de la prisión se les dio una última recomendación, la misma que a los funcionrios: que fueran a los ambulatorios de sus barrios, contaran lo sucedido y, pese a que en el centro hay test preparados para ello, que pidieran una PCR.

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