Primer día de cierre perimetral

Indignación de la hostelería y restauración en la Cerdanya y el Ripollés por la precipitación del cierre

Neveras llenas de productos navideños y anulaciones de encargos y reservas en restaurantes y alojamientos

Colas en ambas comarcas tras las nuevas restricciones y vuelta atrás de quienes no llevan justificante

Colas en el Túnel del Cadí para acceder a la Cerdanya y para salir de ella

Carlos Márquez Daniel

Carme Escales

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Navidad pintaba bien en la Cerdanya y el Ripollès. La libertad para moverse por Catalunya y poder celebrar las fiestas más importantes del año para la mayoría de familias había llevado a hosteleros y restauradores a llenar sus neveras. Llegaban las reservas de gente que decidió entonces pasar la Navidad tranquilos y seguros en un apartamento o casa rural. Todo controlado. Un tercio del aforo en bares y restaurantes y del 21 al 28 de diciembre daba algo de respiro en los negocios que veían en las ganas de salir de la ciudad de manera controlada algo de alegría para sus cajas. “Escudellas y carns de olla y canelones, todo estaba listo. Y, de un día para otro, todo anulado”, describe la propietaria del restaurante Cal Jet de Ger, en la Cerdanya, Sandra Vidal.

“Con tantos modelos matemáticos y expertos en el virus, ¿Nadie sabía que subirían los contagios antes de anunciar la apertura de la movilidad durante las fiestas?”, se pregunta Vidal. “Cada error que comenten los políticos, lo pagan muchas familias con pérdidas económicas. Las decisiones mal tomadas hacen más daño que la propia pandemia. ¿Dónde está la planificación teniendo en cuenta la inversión que la hostelería y la restauración ha tenido que hacer? Así llevarán al país a la ruina. No sé si es que reciben muchas presiones o que les tiembla la mano a la hora de tomar decisiones realmente preventivas. No lo entiendo”, dice Sandra Vidal.

Afectados como ella en restauración y hostelería se han concentrado a mediodía de este miércoles ante el Ayuntamiento de Puigcerdà contra la precipitación del cierre comarcal. Un cierre que desde primera hora de la mañana ha provocado largas retenciones en los accesos a la Cerdanya y al Ripollès.

Manifestantes del sector de la restauración de la Cerdanya ante el ayuntamiento de Puigcerdà

Retenciones

Desde las 7.00 horas, en este primer día de cierre perimetral en el Ripollès se han vivido retenciones en puntos estratégicos como el entrada sur de Ripoll a la C-17, especialmente para acceder a la comarca. También en la Cerdanya, con atascos de varios kilómetros en los accesos del túnel del Cadí.

Los Mossos d'Esquadra paraban a los conductores, y aquellos que no podían justificar el desplazamiento por motivos laborales y otras situaciones excepcionales debían retroceder. En el caso de la Cerdanya un helicóptero de los Mossos también sobrevolaba la zona para controlar la circulación al peaje del túnel del Cadí. Este no es el único control que la policía tiene ubicado en la comarca y hay otros repartidos por el territorio como por ejemplo Martinet (N-260).

Los controles se hacen en cumplimiento de la última resolución del Procicat, que ha entrado en vigor esta medianoche y con una duración de 15 días. Afecta a la Cerdanya y al Ripollès, donde se han disparado los contagios mucho por encima de la media catalana.

La situación en Catalunya, en general, preocupa al Govern. El secretario de Salut Pública, Josep Maria Argimon, cree que se tendrá que replantear la movilidad "en algún momento u otro". En una entrevista a RAC-1, ha apostado por medidas "generales para todo el territorio y un perimetraje comarcal que sea efectivo", que permita ir "a otra comarca por razones esenciales y no para ir a segundas residencias". Con todo, no ha querido entrar a especular sobre eventuales nuevas restricciones en espera que se anuncien, si hacen falta, el día 28, fecha fijada por el Govern para revisar las medidas. Argimon advierte que la situación actual, con más de 12.000 casos en la semana y 332 pacientes en las ucis, es "poco sostenible".

Negocios tocados y hundidos

“Lo teníamos todo lleno desde el 27 hasta el 3 o 4 de enero y, ahora, todo anulado”, explica la dueña del hotel y del café El Jaç de Ger, en la Cerdanya, Maria Àngels Crispí, también indignada por la inesperada decisión del Govern. “Nos sobran la mitad de los políticos que tenemos y desde el inicio de la pandemia, ¿Cuánto se han recortado el sueldo y cuántos han dejado de cobrar las dietas, cuando casi todos han trabajado desde casa? Viven de nosotros, ellos no se rebajan ni cinco céntimos el sueldo. Y si terminan con nosotros, ¿De qué vivirán?”, expresa Crispí. “Han dado tiempo a que todos los que tienen segunda residencia suban a la Cerdanya y ahora nos cierran. Me parece deplorable”, dice esta empresaria de la hostelería, que acusa también la falta de infraestructuras de nivel en el territorio. “El Hospital de Puigcerdà es transfronterizo, grandioso, pero limitadísimo en servicios. También lo hicieron para colgarse medallas los políticos, no para los vecinos, que para según qué ya tenemos que trasladarnos a Manresa para que nos atiendan”.

La voz en toda la comarca es la misma, indignados por la falta de previsión. “Nos han jugado una mala pasada”, dice también desde la población de Ger Míriam Bort, del turismo rural Cal Reus. “Estábamos al 100% de ocupación y todo se ha anulado”, dice. Ella y su familia, por suerte, regentan también una tienda de alimentación que, aunque ha recibido muchas anulaciones de pedidos, puede mantenerse abierta estos días, al menos para quienes ya están en la Cerdanya.

“Tenemos de clientes a familias que iban a recibir a sus hijos y nos habían hecho encargos y ahora las han anulado. Es un golpe duro”, dice Bort. Comprende la medida sanitaria pero no la falta de previsión. “Hace muchos días que sabemos que los contagios aumentan. En el instituto de Puigcerdà donde estudia mi hijo casi todas las clases estaban confinadas, ¿No podían preverlo que han tenido que obligarnos a cerrar a las puertas de Navidad con todo el género comprado ya? Es un jarro de agua fría, una pérdida irreparable”.

 Ayudas que no llegan

Tal como explica Míriam Bort, “el mayor problema es que las ayudas no llegan y no son suficientes. No puedes pedir cerrar negocios y que no cobremos nada, eso es insostenible”.

Cari González, dueña del turismo rural Mas Regort, de Vallfogona de Ripollès, declaraba estar “tocadísima” por la decisión del cierre comarcal. “Salvo en agosto y algo en septiembre y octubre, desde marzo no hemos hecho prácticamente nada, y ahora que teníamos reservas hasta Reyes, ya estamos devolviendo el dinero”, explica. “Ya entiendo que la medida se toma para no colapsar los hospitales, pero tanto la Cerdanya como el Ripollès vivimos prácticamente del turismo. Nosotros no sabemos si tendremos que llegar a cerrar, y eso que el negocio lo llevamos entre mi marido y yo, que no tenemos empleados. Todo el sector turístico está muy hundido”, dice. Claro que, según su propia experiencia, está claro que gran parte del problema del incremento de contagios es la propia sociedad. “Sales a la calle y ves todavía a gente sin mascarilla, pero es que a nosotros nos han llamado grupos, jóvenes, para preguntar si podían venir 25 personas o 14 o 15. ¿Es que no acaban de entender el peligro del virus? Piensan que si se contagian no pasa nada, pero el problema es que llevan el virus a todas partes”, expresa González.

El presidente de la Associació d’Hosteleria del Ripollès, Fran Barroso, explica que han pedido una reunión urgente con el alcalde de Ripoll y con el presidente del Consell Comarcal para pedir explicaciones por no entender una decisión –señala- “hecha a traición”. “Pediremos ayudas directas en proporción a lo facturado en el mismo periodo el año pasado y que sean inminentes porque la inversión en productos perecederos que solo se consumen en estas fechas ya la hemos hecho y a 24 horas de las fiestas, con las neveras llenas, que nos cierren no tiene perdón de Dios”, declara Barroso. “Si son valientes para cerrarnos, que lo sean también para sostenernos. La restauración y hostelería somos el 60% de la economía de la comarca".

"No tener un hospital en condiciones"

 “Ha sido un desastre. Hemos pagado los platos rotos por no tener un hospital en condiciones. Nuestro hospital comarcal está en manos privadas que no ofrece el servicio de los grandes hospitales públicos y como se han visto colapsados, para salvar la situación y la incompetencia política cierran la comarca”, argumenta Ferran Miquel, vicepresidente de la asociación de turismo rural de las comarcas de Girona y propietario de la casa rural El Reixac, de Sant Joan de les Abadesses.

“El gran problema, desgraciadamente, es que las comarcas de montaña tenemos infraestructuras muy deficientes, siempre hemos estado en la cola, seguramente porque por mucho que gritemos, somos 25.000 personas en la comarca solo”, lamenta Miquel. “Pero la incidencia que tendrá en la economía este cierre será enorme. Para nosotros estas fechas era medio agosto, era momento de facturar, y muchas familias se habían programado unas navidades seguras con burbujas controladas en un alojamiento rural o un apartamento, una Navidad con seguridad que contaba con la autorización de la movilidad y, de golpe, ni tan solo habían avisado a los dirigentes políticos de la comarca, cierran. Esto es muy gordo”, dice.

Este miércoles, el teléfono de Miquel no para de sonar. “Los dueños de alojamientos turísticos y alojamientos rurales estamos todos muy indignados y desesperados. Todos teníamos reservas a partir de hoy y hasta Reyes, y todo ha quedado anulado”, explica. Sobre el anuncio del alcalde de Ripoll de iniciar la vacunación en Catalunya en la Cerdanya y el Ripollès, Miquel considera que “sería como mínimo una compensación”, pero insiste en que “si tuviéramos un hospital como hace falta, esto no hubiera pasado”.

Según los datos actualizados este miércoles por la Conselleria de Salut, la Cerdanya ha mejorado su EPG con respecto a ayer y ha pasado de un riesgo de rebrote de 4.081 puntos a 3.521, mientras que el Ripollès ha empeorado al pasar de 1.858 ayer a 1.907 hoy -a partir de 100 ya se considera riesgo alto-.

La Cerdanya, con 17.329 personas censadas, presenta hoy una velocidad de propagación del virus (Rt) de 1,85 -cada 100 infectados contagian a otros 185- y de todas las pruebas PCR y test de antígenos que se hacen allí, un 17% dan positivo, una cifra muy alejada del 5% que está establecido como máximo para tener controlado el avance de la epidemia.

En esta comarca fronteriza, en la semana del 13 al 19 de diciembre han sido hospitalizadas por covid nueve personas y una ha fallecido.

En su capital, Puigcerdà, con 9.634 personas censadas, el riesgo de rebrote (EPG) también es extremadamente alto, 3.079 puntos, con una Rt de 1,48 y un porcentaje de positividad del 15,39% de todas las pruebas que se hacen a habitantes de la ciudad. 

En cuanto al Ripollès, con una población censada de 24.077 personas, el virus avanza a una velocidad de contagio de 1,43, con una positividad en las pruebas del 6,05%. En la semana última, en el Ripollès han sido ingresadas por covid un total de 15 personas y han fallecido cinco.

El cierre perimetral de la Cerdanya y el Ripollès incluye el cierre de la restauración, la cultura (excepto museos, bibliotecas y galerías de arte) y el deporte en espacios cerrados. También la reducción de los grupos a seis personas y no 10, como en el resto de Catalunya. Sigue estando permitido practicar esquí (porque es al aire libre), pero servicios como la restauración en las estaciones estarán cerrados. También continúan abiertas las tiendas de venta de productos de primera necesidad (como alimentación o farmacias), así como los comercios de menos de 800 metros cuadrados (con un 30% del aforo).