la crisis del coronavirus

Andorra, un país atrapado

El pequeño principado está prácticamente sin actividad comercial ni turística por las restricciones de España y Francia

Las dos estaciones de esquí permanecerán clausuradas hasta enero con lo que enclaves como Soldeu están desiertos

Casi todos los hoteles están cerrados y hasta algunas tiendas han decidido bajar las persianas ante la falta de clientela

10 02 2020 La sede central de Credit Andorra   ANDORRA ECONOMIA  EUROPA PRESS- EOG

10 02 2020 La sede central de Credit Andorra ANDORRA ECONOMIA EUROPA PRESS- EOG / EUROPA PRESS

Sergi López-Egea

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La noche se hace intensa y oscura en Soldeu. “No hay nadie. Todo está cerrado. No hay ni un hotel abierto, ni un apartamento ocupado", explica la farmacéutica de un enclave de esquí que, hace un año por las mismas fechas, era un bullicio de gente, con las tiendas activas, sin habitaciones libres y decenas y decenas de jóvenes esquiadores y monitores de la estación de Grandvalira tomando cervezas al caer la tarde y viendo los partidos de la Premier en el pub Aspen. Ahora las persianas solo están levantadas en la farmacia, en un solo bar y en los dos supermercados de Soldeu, aunque este fin de semana todo puede empezar a cambiar.

La situación no es diferente en el cercano El Tarter, en Canillo y en Encamp, camino de Andorra la Vella, y tampoco mejora en el otro valle del país, en La Massana y en Ordino. En Andorra no hay toque de queda, ni restricciones de movilidad. La restauración está abierta aunque con limitación de horarios en los bares y de espacio en los restaurantes. Pero la mayoría de hoteles están cerrados y en la capital y su vecina Les Escaldes muchos establecimientos han echado el cierre de forma provisional ante la falta de clientes, un drama para un país que vive del turismo y del comercio, del esquí en invierno y desde hace un par de años del cicloturismo en verano. Ahora, Andorra es un país atrapado.

Sin coches extranjeros

Apenas se ven coches con matrículas españolas o francesas. Solo 'cuatro' españoles han cruzado la frontera. Y lo han hecho con justificantes por trabajo o por gestiones oficiales. Y lo mismo ha sucedido en Pas de la Casa, aunque desde inicios de esta semana, al permitir Francia la libre circulación de sus ciudadanos, la actividad comercial ha comenzado a activarse. La peatonal avenida de Meritxell, en la capital, núcleo de todas las tiendas y franquicias, es un desierto. Solo compran o pasean los andorranos y algunos comercios, como las famosas perfumerías Júlia, han decidido cerrar parte de sus centros ante la falta de turismo y de clientes.

"Ya hemos asumido que hasta el 7 de enero no vendrán huéspedes. Ni la asimilación de Catalunya es la solución porque mientras sigan las restricciones la gente no nos visitará", afirma Jordi Pujol, director de la Unió Hotelera d’Andorra (UHA) en declaraciones a 'El Periódic d’Andorra'. En su asociación, de 82 hoteles, solo cuatro permanecen abiertos; de hecho, solo mantienen actividad las cadenas españolas o internacionales, los pequeños establecimientos privados están cerrados.

Plan perimetral

El lunes Andorra se integra al plan perimetral del Alt Urgell por lo que ya se permitirá la entrada y salida al país para acudir a segundas residencias, visitar a familiares o disponer de una reserva, pero ¿vendrán los turistas catalanes? La apertura coincide con la evolución negativa de la pandemia y las nuevas restricciones.

Sin embargo, el país confía en animarse antes de Navidad a la espera de acoger a los primeros turistas, aunque sean pocos, y enclaves como Soldeu podrán borrar la estampa de pueblo abandonado. "El perjuicio económico está siendo importante. Nosotros abrimos este sábado porque ya hay cierta movilidad, pero lo hacemos, con la estación cerrada, con propuestas termales, de gastronomía, naturaleza y esquí de montaña, algo muy diferente a lo habitual. Y también para atraer a clientes andorranos", cuenta a este diario Jordi Paris, director del

Park Piolets Mountain Hotel & Spa. El Gobierno local no pierde la esperanza en la reactivación. “El gran problema es el área metropolitana de Barcelona y no los pequeños núcleos de los Pirineos”, cuestionó el martes el ministro de Salud andorrano, Joan Martínez Benazet.

Grandvalira y Vallnord

Cada año las dos estaciones de esquí del país, Grandvalira y Vallnord, abrían instalaciones el fin de semana previo al puente de la Constitución para preparar a su personal y poner a punto las instalaciones--los temporeros de nacionalidad argentina se encuentran ya en Andorra, con pocos recursos, tras haber pagado vuelo y las PCR, pero aún sin trabajo y negociando ayudas con el Gobierno--. Ahora todo está cerrado. A pesar del estreno de las estaciones catalanas, las andorranas no abrirán hasta enero. No hay nada oficial, pero se negocia la fecha del 3 de enero por "fidelidad" a la petición francesas que quiere impedir, con las estaciones locales cerradas, que sus ciudadanos se desplacen a esquiar al extranjero. "No podemos dar la espalda al vecino del norte por los lazos que mantienen con nosotros desde hace siete siglos", indicó Xavier Espot, jefe del Gobierno, al 'Diari d’Andorra'. No hay que olvidar que el país, como coprincipado, tiene dos jefes de Estado, el obispo de la Seu y el presidente de la República francesa, razón por la cual las banderas andorranas estuvieron la semana pasada a media asta en señal de duelo por la muerte de Valéry Giscard d’Estaing.

Con el retraso de la apertura de Grandvalira y Vallnord como mínimo hasta el 3 de enero, el Gobierno de Andorra la Vella considera que se han mantenido leales a París, a pesar del enorme perjuicio económico, ya que ese día finalizan las vacaciones francesas y todavía se pueden acoger a turistas españoles, ya que el periodo festivo navideño se amplía, en este caso, hasta Reyes. Pero aún no hay nada claro. "Podemos abrir de un día para otro. El cierre por la Purísima fue un golpe durísimo y ahora ya estamos enfocados hacia enero. A partir del 23 de diciembre abrimos algunas actividades como alojamientos singulares y puntos de restauración para los andorranos y los franceses o españoles a los que se les permita viajar", explica a El Periódico, Juan Ramón Moreno, director general de Grandvalira.

Los casos activos

Sin bajar la guardia –hay más de 500 casos activos de covid y una veintena de personas hospitalizadas- con test de antígenos en las farmacias y con la consigna de solo realizar dos reuniones familiares, a escoger, entre las seis festividades navideñas, Andorra se prepara para vivir unas Navidades atípicas, en soledad y en silencio. "Solo tuvimos cierta aglomeración de gente aquí, en la capital, la tarde del encendido oficial de las luces navideñas", afirma el dueño de un pequeño bazar. Por lo que no resulta nada chocante que cuando se entra en Pyrenees, el principal gran almacén del país, los empleados den la bienvenida a los clientes con un caluroso "benvinguts".

Hasta hubo gasolineras, con precios y descuentos por debajo del euro en el litro de combustible en muchos casos, que bajaron las mangueras durante algunos días. Y es que de hecho por las carreteras, aparte de los vehículos locales, solo circulaban los ciclistas profesionales, pues hay una cincuentena que reside en el país por las ventajas tributarias y que no han podido viajar a sus lugares de origen. Pasear delante de la estación internacional de autobuses sirve estos días para comprobar que apenas hay transporte de pasajeros con España o Andorra, en un triste y atrapado país por las restricciones sanitarias de sus vecinos.

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