Entrevista

Tina Payne Bryson: "Tu hijo no necesita un superpadre. Solo a ti"

La psicoterapeuta publica 'El poder de la presencia', un ensayo sobre la importancia que tiene para el desarrollo de los niños y las niñas el acompañamiento de los progenitores

Tina Payne Bryson, psicoterapeuta infantil y autora de 'El poder de la presencia'

Tina Payne Bryson, psicoterapeuta infantil y autora de 'El poder de la presencia' / Editorial Alba

Olga Pereda

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Madre de tres hijos, Tina Payne Bryson es psicoterapeuta infantil, divulgadora y autora de uno de los libros de cabecera para padres y madres: 'El cerebro del niño', escrito junto al profesor de Psiquiatría Daniel J. Siegel. Ambos autores regresan ahora a las librerías con 'El poder de la presencia' (editado por Alba), un ensayo científico sobre la importancia que tiene para el desarrollo de los niños y las niñas la presencia de sus progenitores. En la crianza, el llamado apego seguro es mucho más que un simple eslogan.

¿Por qué los padres y las madres estamos obsesionados con la perfección, aun sabiendo que es imposible? ¿Por qué queremos ser progenitores excelentes?

La crianza es muy importante. Queremos brindar a los nuestros las mejores experiencias para ayudarlos a convertirse en las mejores personas que pueden ser. Pero nos hemos confundido acerca de lo que ayuda a los niños a desarrollarse de manera óptima. Tu hijo no necesita un superpadre o una supermadre. Te necesita a ti. Necesita tu presencia y tu compromiso. Un padre y una madre auténtica, defectuosa y plenamente presente. No tienes que ser perfecto. No puedes. Basta con que estés ahí para tus hijos. Quiérelos.

Su libro menciona estudios científicos que dejan claro que la presencia es fundamental. Tanto que es lo que determina que a tu hijo le vaya bien en la vida. ¿Estar presente es, pues, la tarea más importante de la paternidad?

Las investigaciones científicas nos dicen que si queremos saber por qué a los niños les va bien en la vida desde un punto de vista emocional, social y educativo debemos examinar si han desarrollado un apego seguro con al menos un cuidador que esté presente para ellos sistemáticamente. El apego seguro ocurre cuando los padres brindan una atención predecible, sensible y sintonizada. En el libro, hablamos de las tres condiciones básicas para ayudar a los niños y las niñas. Es fundamental que se sientan vistos, calmados y seguros.

En pleno siglo XXI, las pantallas nos roban mucha de esa presencia. ¿Como hacer compatible ambas cosas? 

Necesitamos establecer límites sobre cuánto, cuándo, dónde y con qué fines nuestros hijos pueden usar pantallas. Pero es igualmente importante ponernos a nosotros mismos esos límites. Estar presentes y sintonizarnos con nuestros hijos requiere nuestra atención, no se la robes. Cuando estés con ellos y necesites usar algún dispositivo, ya sea el móvil, el ordenador o la tableta, diles por qué lo estás haciendo. Diles que necesitas buscar una dirección o llamar a una persona. En todo caso, cuando nuestros hijos están cerca, procura dejar la pantalla y prestarles atención.

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El apego seguro no es decir a tu hijo "sí a todo".

No podemos malcriar a nuestros hijos, efectivamente. Podemos decir sí a sus sentimientos y brindarles empatía, incluso estableciendo límites.

¿Por ejemplo?

Tu hija te pide un helado. Y tú consideras que no es apropiado. Se enfadará.Tú le puedes decir: Ya sé que querías helado. Cuando no tenemos lo que queremos es muy decepcionante. Está bien sentirse así. Lo entiendo. Estoy aquí contigo mientras estás triste por eso.

¿Qué hacer en caso de rabieta extrema? ¿Esperar sin hacer nada hasta que se le pase es una solución?

Las rabietas, que se dan sobre todo entre los más pequeños, son muy estresantes. Pero el apego implica que cuando más angustiados estamos es cuando más necesitamos una atención sensible y conexión. Mientras tu hijo está llorando tú también puedes estar presente y decirle: "Parece que estás realmente enojado en este momento. Necesitas llorar, está bien. Estoy aquí contigo mientras te sientes tan enojado. Esto es duro. Estoy aquí.”

¿Y con eso qué se consigue?

Cuando consolamos así a nuestros hijos y les ofrecemos empatía en ese momento, ellos aprenden cómo consolarse y ayudarse a sí mismos con el tiempo y cómo sentir empatía por los demás. Por lo general, también consigues que se calmen más rápido. Aprenden a manejar grandes sentimientos en lugar de ignorarlos.

Daniel J. Siegel y usted defienden en el libro que nunca hay que sobreproteger. Recomiendan no intervenir, por ejemplo, en pequeños conflictos o si a nuestro hijo, por ejemplo, no le invitan a cumpleaños. Pero si vemos que está sufriendo 'bullying' sí que debemos hacerlo, ¿no?

Sí, hay ocasiones en las que debemos proteger y defender la seguridad de nuestros hijos. Por ejemplo, el acoso. En otros casos, si sobreprotegemos a nuestros hijos, los privamos del aprendizaje de la resolución de problemas, la fortaleza y la resiliencia. Si hacemos demasiado por ellos, les comunicamos que son frágiles. En cambio, es mejor comunicarles la idea de que confiamos en que manejen situaciones desafiantes. Nosotros estaremos allí para escucharlos y apoyarlos. Nuestro trabajo no es proteger a nuestros hijos de ningún problema, sino caminar con ellos mientras atraviesan los problemas.

Además de contar hasta 10, ¿qué herramientas científicas tenemos para incrementar nuestra paciencia?

Cantar, respirar profundamente, mover tu cuerpo y ponerlo en una postura relajada… Trata de poner una mano en tu corazón y la otra en el estómago y respira profundamente. También es muy importante dormir lo suficiente, comer bien, mantenernos hidratados y cuidarnos a nosotros mismos para tener la capacidad de cuidar a nuestros hijos. En situaciones difíciles, tus hijos necesitan tu tranquilidad. Si te conviertes en una tormenta solo empeoras las cosas.

Los padres nos equivocamos mucho. ¿Por qué nos cuesta tanto hacer algo fundamental como pedir perdón?

Cada familia y cultura tiene normas diferentes sobre esto. Una de las formas en que podemos ayudar a nuestros hijos a aprender cómo tener relaciones saludables es disculparse. Simplemente podemos decir algo así como "lamento haber gritado. Ojalá lo hubiera manejado de manera diferente. Me enfadé y no lo manejé bien. ¿Me perdonas?". Cuando hacemos esto, les ayudamos a aprender que incluso si hay un conflicto en una relación, podemos arreglar las cosas y la relación continúa.

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