EL CUIDADO DE LOS MAYORES

Gemma Tarafa: "El envejecimiento digno es el gran reto de nuestra generación"

Gemma Tarafa, concejala de Salud y Envejecimiento del Ayuntamiento de Barcelona.

Gemma Tarafa, concejala de Salud y Envejecimiento del Ayuntamiento de Barcelona. / periodico

Elisenda Colell

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Barcelona quiere cambiar la forma de cuidar a las personas dependientes, entre ellos las personas mayores que viven solas. "Si algo nos ha mostrado la pandemia es que debemos superar el modelo de las residencias y optar por fórmulas de envejecimiento más dignas y en casa", sostiene la concejal de Salud y Envejecimiento, Gemma Tarafa. Hace ya cinco años que el consistorio trata de modificar algo que sí depende de ellos: el Servicio de Atención Domiciliaria (SAD). En estos momentos el plan piloto debe expandirse por la ciudad, y el consistorio advierte que si las empresas subcontratadas no cumplen les van a multar. 

En 2015 el gobierno de Ada Colau quiso cambiar la forma de tratar la vejez. Y empezó por la parte más espinosa: el SAD. "Nos dimos cuenta de que era un servicio feminizado y precarizado". Normalmente, las trabajadoras del SAD tienen un horario fijado muy marcado, mucho tiempo entre desplazamientos, y suelen trabajar a media jornada. Con suerte llegan a los 800 euros al mes. "Es un sinsentido, las trabajadoras familiares es de lo más necesario que tenemos. Más allá de la labor de cuidado extraordinario, son quienes ven situaciones graves que requieren apoyos en los domicilios. Hay hogares donde solo entran ellas", añade.

Los cambios llegaron con un plan piloto que se empezó a aplicar en 2018. "Quisimos asegurar que hacían jornadas completas, que atendieran poca gente de una zona muy pequeña, y que las trabajadoras tuvieran un sitio donde reunirse y poder coordinarse con otros servicios como los CAP o los Servicios Sociales", prosigue Tarafa. De momento esta experiencia se aplica solo en 10 'superislas sociales' de la ciudad. Por primera vez estas trabajadoras tienen un local donde compartir experiencias y son ellas las que se autoorganizan los turnos.

Un proyecto con sobrecoste

El problema es que este nuevo sistema, aún embrionario, es mucho más caro que el anterior. "El coste de cada hora del SAD piloto es de 20 euros la hora", dice Tarafa. Sin embargo es la Generalitat quien decide quién es atendido por el SAD, y cuanto cuesta este servicio. "El Govern fija que cada hora debe costar 16 euros, y de éstas acaba asumiendo el 60%". Es decir, que en este SAD piloto Barcelona afronta un sobrecoste importante. "Nosotros lo podemos asumir. ¿Pero qué pasa en el resto de municipios? El Govern tiene que cambiar la mirada de forma urgente", subraya Tarafa.

¿Por qué? "Ninguna administración puede asumir que este servicio debe ser tan precario, a pesar de haberse demostrado de los más esenciales", asume Tarafa. "Las trabajadoras del SAD han sido de las pocas que han seguido trabajando durante la pandemia", añade.

Servicio subcontratado

Pero el Servicio del SAD no es un servicio que preste directamente el municipio. En Barcelona, y en la mayoría de ciudades y consejos comarcales, son empresas o entidades subcontratados por los ayuntamientos, que a su vez, contratan a las trabajadoras para que visiten a los ancianos dependientes. De hecho, en Barcelona el subcontrato de la atención a domicilio es el segundo mayor de todo el consistorio, precedido del de limpieza. Y en algunos barrios son empresas de la construcción las que se encargan de ello.

"Nosotros queremos que este nuevo piloto se amplíe hasta las 120 'superislas sociales'", dice Tarafa. Para asegurarse de ello, el consistorio va a crear un grupo de profesionales que se encargarán de "controlar" si las empresas subcontratadas cumplen con las propuestas municipales. "Escucharán a las trabajadoras pero también a las quejas de los usuarios. Y si no cumplen, no nos temblará el pulso en aplicar multas y sanciones", agrega.

El reto del envejecimiento

Más allá del servicio de atención a domicilio, Tarafa habla del envejecimiento digno de los mayores como "el gran reto de nuestra generación". Ahora son ya 100.000 las personas que viven solas en la ciudad, y muchas de ellas son personas de más de 65 años. Las listas de espera para reconocer grados de dependencia o acceder a residencias son de las más altas de Catalunya debido a la falta de plazas en los geriátricos que dependen del Govern. Sin hablar de la trampa mortal en la que se convirtieron con la llegada del coronavirus.

Sin embargo, en los próximos diez años las personas de más de 65 años van a ser el 30% de los barceloneses. "Debemos plantearnos un nuevo modelo para envejecer, el modelo de las residencias ha quedado obsoleto. Las administraciones y la sociedad debemos remar unidos para que las personas mayores puedan envejezcan en sus casas y a la vez, acompañados y cuidados".