el impacto de la pandemia
La deserción de las aulas sobrevuela la 'universidad del covid'
María Jesús Ibáñez
Periodista
Redactora en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA desde el año 2002. Especialista en Alimentación.
María Jesús Ibáñez
Se levantan 10 minutos antes de que empiece la clase, se ponen una sudadera encima del pijama y, con el desayuno aún sin terminar, se conectan a la clase. La mayoría ni encienden la cámara del ordenador (para no ser vistos) y quedan registrados en la pantalla con un número o el nombre de pila. Mientras el profesor va explicando la lección del día, ellos se van preguntando dudas por el móvil o se levantan un momento a dejar la taza del café con leche en la cocina... Así es desde hace más de un mes, el día a día de la mayoría de los universitarios catalanes. Las restricciones impuestas por la Generalitat cuando la segunda ola del coronavirus estaba en pleno auge, el pasado 15 de octubre, siguen todavía en vigor para los estudios superiores y no hay visos de que nada vaya a cambiar ni en enero, a la vuelta de las vacaciones de Navidad.
"Es un poco desmoralizante, sobre todo para los que empezamos este año. El primer curso en la universidad, que para muchos iba a ser el primer cambio importante que hacíamos en la vida, se ha quedado en nada. Algunos apenas hemos llegado a ir un par de semanas a la facultad", protesta una estudiante de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), a la que le han suspendido tanto las clases teóricas como los seminarios prácticos. "A la gente de clase la conozco a través de videoconferencias, porque quedamos así para hacer trabajos. Con los profesores, todo el intercambio que he tenido hasta ahora ha sido a través de correos electrónicos", relata.
A los estudiantes de primer curso se les ha enviado a casa sin que se hubiesen podido familiarizar con las rutinas universitarias
"Realmente para los universitarios de primero esta situación está siendo muy compleja", admite Carles Sigalés, vicerrector de Docencia y Aprendizaje de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y especialista en la integración de las nuevas tecnologías en el ámbito de la educación. Sigalés reconoce que las clases virtuales son particularmente complicadas para estos estudiantes 'novatos', "entre otras cosas, porque ellos cuando se matricularon el verano pasado no eligieron hacer clases online, sino que su opción fue por una universidad presencial". Además, la complejidad de las tareas académicas, para ellos totalmente nuevas, les resultan especialmente complicadas, ya que no tienen referentes previos sobre cómo son las dinámicas universitarias, agrega el vicerrector de la UOC.
Aumento de abandono
Los temores de que a finales de curso aumente de forma notable el abandono de estudios crecen en los campus universitarios. Y no son infundados. Las estadísticas que maneja el Ministerio de Universidades dicen que la deserción en grados universitarios online es de media cada año del 62%, mientras que en la modalidad presencial baja al 27%. Y eso, antes del coronavirus.
LAS CARRERAS MÁS AFECTADAS
El informe Datos del Sistema Universitario Español del curso 2018-2019 indica que:
Por tipos de estudios el mayor riesgo de abandono afecta a los grados de Artes y Humanidades, donde sin coronavirus de por medio la tasa de deserción es ya del 42,2%. En los estudios de Ciencias Sociales y Jurídicas el porcentaje es del 31,4%; en Ingeniería y Arquitectura, del 41,5%; en Ciencias de la Salud, del 26,6%, y en Ciencias, del 35,5%.
LAS NOTAS DE CORTE
Y eso que esta vez, el paso a la modalidad a distancia se pudo preparar con tiempo y no ha pillado tan desprevenidos a los profesores como ocurrió en marzo pasado (con el confinamiento).
Sin referentes universitarios
"Por norma general, los estudiantes que siguen cursos a distancia son personas adultas, que eligen esta modalidad de estudios porque les permite compaginarlos con el trabajo. Pero ahora estos alumnos, que son mucho más jóvenes, se están encontrando con problemas tan elementales como el tener que autoorganizarse y muchas veces carecen del acompañamiento del profesor o de otros cmpañeros de su curso", indica Sigalés.
"No han podido integrarse a la vida universitaria, tanto en sus aspectos más sociales como en los académicos, y, al estar aislados, no se sienten parte de la universidad", constata por su parte Carlos Acuña, investigador en Políticas Educativas.
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