PROCESO JUDICIAL

Dura acusación contra una banda que robaba relojes de lujo a turistas en Barcelona

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J. G. Albalat

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La Fiscalía de Barcelona acusa de pertenencia a grupo criminal, entre otros delitos, a los principales miembros de una banda que se dedicaba a robar relojes de lujo, como Rolex, Pateck Philippe o Hublot, a transeúntes, principalmente turistas, en la ciudad de Barcelona y que consiguieron un botín valorado en 1,2 millones de euros. No solo se apoderaban de ellos, sino que los enviaban luego a otros países para su venta. La acusación pública reclama para los 12 acusados, todos ellos extranjeros, penas que oscilan entre los dos y los 32 años de prisión. Algunas de sus acciones fueron violentas y produjeron lesiones a las víctimas.

El escrito de acusación del fiscal Víctor Castells, al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, sostiene que, al menos, entre abril del 2018 hasta julio del 2019, los acusados formaban un “colectivo permanente” y “estructurado” que se dedicaba a sustraer relojes de alta gama u otros objetos de valor portados sobre todo por turistas extranjeros . El grupo actuaba en las principales arterias comerciales de la ciudad de Barcelona.

Para llevar a cabo de “forma coordinada” su labor, los investigados “se estructuraron en grupos de entre tres y cinco personas”, quienes, “actuando conjuntamente”, realizaban seguimientos y vigilancias que podían durar, incluso, varias horas. Nueve componentes de la trama eran los encargados de apoderarse de los relojes, mientras que un décimo era quién facilitaba la huida de los imputados o negociaba la venta del material sustraído. El receptor, el imputado R. S,  adquiría los relojes “con pleno conocimiento” de su “origen ilícito”, y los enviaba mediante “correos humanos” (uno de los acusados tenía esa misión) a terceros países, como Turquía, Bélgica o Dinamarca, aunque el destino final era Inglaterra.

De Ibiza y Grecia

Según la fiscalía, la labor de R. S. “era fundamental” para la actividad del resto de la banda, “dado que él mismo era la persona que compraba, a sabiendas de ilícita procedencia y con el propósito de obtener un beneficio económico”. Era el enlace con A. B., de origen argelino y actualmente en paradero desconocido, que vive en Londres, siendo, además, la persona que finalmente decidía el precio que se iba a abonar por los relojes. La actividad de R. S., incide la acusación, no se circunscribía solo a esta organización, sino que adquiría relojes robados por otras personas, tanto en la ciudad de Barcelona, como en otras partes del territorio español o en el extranjero. Uno de los aparatos localizados en el registro practicado en su domicilio de l’Hospitalet de Llobregat fue sustraído, por ejemplo, en Ibiza y otro en Mikonos (Grecia).

Como parte del grupo, pero actualmente huidos, se encontraban O. M. y A. D., personas de “gran ascendencia” sobre el resto de los miembros de la trama, ya que aún encontrándose uno de los implicados, O., en prisión preventiva durante la mayor parte de la investigación, los acusados contactaban telefónicamente con él, acudiendo en ocasiones al centro penitenciario a visitarlo. Otros dos componentes de la banda tramitaron “personalmente” a O. la recogida de 35.000 euros que necesitaba para lograr una conformidad en un juicio que tenía pendiente.

Preparación y refugio

La fiscalía destaca que “en el momento de la comisión” de los delitos que se les atribuye, los investigados “mantenían conversaciones constantes entre ellos”, tanto para “la preparación” del robo, “solicitando el apoyo de otros miembros del grupo en el caso de ser necesarios”, como una vez perpetrada la sustracción y para refugiarse en los diferentes domicilios que habitaban de “manera aleatoria”.

El escrito de acusación precisa que las víctimas eran fundamentalmente  turistas extranjeros, mayoritariamente de países del este de Europa y Asia, con “intención de evitar tener consecuencias penales” por su situación de estancia temporal en Barcelona y la  dificultad de participar con posterioridad en las diligencias judiciales. El objetivo, a su entender, era conseguir “una mayor impunidad”. La banda perpetraba el robo habitualmente cuando iban solas por la calle. Preferentemente eran mujeres, personas de avanzada edad o familias con niños pequeños, “a sabiendas que su capacidad de defensa era menor”. El fiscal concreta en su completo relato cada una de las acciones cometidas por el grupo criminal. La investigación judicial la ha llevado a cabo Juzgado de Instrucción número 1 de Barcelona.

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