Pescadores y 'fake news', las claves de la huida de Senegal

La falta de expectativas y la esquilmación de sus recursos por grandes industrias empujan a los senegales a subirse a un cayuco

Cayucos

Cayucos / periodico

Ainhoa Reguera Plaza

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Los jóvenes senegaleses que se lanzan a la mar desconocen que si no mueren ellos en el intento, seguro lo harán sus esperanzas en un muelle. La precariedad económica que sufren se une a la desinformación y en un mundo globalizado donde parece que todo se sabe, los africanos que son carne de patera no saben que su peligroso trayecto termina con suerte en el suelo de Arguineguín donde, hacinados sobre todo con marroquíes, pero también con otros subsaharianos, esperarán día tras día en el suelo a que con suerte les trasladen a una de las carpas que el Gobierno central prepara como única y muy criticada solución al repunte del flujo migratorio.

Muchos se preguntarán cómo puede ser que en pleno siglo XXI estos jóvenes, que se marchan porque carecen de expectativas laborales y porque el futuro se les niega en su propia tierra, no se enteren de que salen de una cárcel vital para meterse en otra. Que no sepan que su viaje se truncará porque el Estado les encerrará en un Archipiélago en el que ni siquiera se quieren quedar. “Existe una fuerte desconexión con la realidad”, explica el periodista grancanario José Naranjo, que lleva nueve años viviendo en Dakar, la capital de este país de la costa oeste de África. Muchos de los que ahora escapan de su realidad son hermanos pequeños o hijos de los que ya han logrado huir, que mitifican su llegada a un mundo mejor, como ya les pasó a los isleños en su día. “El migrante que está allí cuenta lo bien que está y no cuenta lo malo; es el mito de El Dorado, que los canarios conocen muy bien”, afirma Naranjo.

No hay mafias, aquí, esa idea sirve para criminalizar la migración

José Naranjo

— Periodista

Esta idílica e irreal visión, sumada a que desde marzo no se operan vuelos de repatriación debido a la pandemia, transmite la falsa idea de que todo ha ido bien, de que han sido acogidos y han podido empezar una nueva vida. También a África llegan las fake news y la rumorología distribuida como la pólvora por los grupos de Whatsapp, donde se asegura que en España está encantados con su llegada, que necesitan mano de obra porque la gente se muere por el coronavirus. “Los pescadores y los jóvenes no leen periódicos, no se informan de la realidad”, asegura el periodista.

Nada de mafias

Pero, ¿qué pintan los pescadores en esta historia? Casi todo. Juegan un doble papel, el de migrantes y el de impulsores de la migración. “Se ha duplicado la presencia de barcos industriales que se quedan con toda las reservas, los artesanales no cogen nada y no les sale rentable faenar, se gastan más en el combustible”. Para ganarse la vida y alimentar a sus familias, optan por dedicarse a organizar los viajes a Europa. Naranjo destierra así el mito de las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de personas, al menos en el caso de Senegal. “Lo de las mafias es una especie de mantra que repiten los políticos para criminalizar el fenómeno migratorio, pero yo llevo nueve años en Dakar y no he visto ninguna por ningún lado”.

Lo que sí ha visto Naranjo, y mucho, son pescadores que no pescan y que quieren vivir. “Son también armadores que tienen varios cayucos y usándolos para la migración alimentan su familia. Sin duda, se trata de un negocio. Pero, sin entrar en juicios morales, de ahí a llamar mafia a un tipo que malvive y que tiene dos barquitas para ganarse la vida, hay una distancia considerable”, asegura el periodista teldense.

Un mantra que se escapó también de la boca de la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, que el domingo visitó Senegal para reunirse con el presidente, Macky Sall, y prometer un control más férreo de estas mafias con el envío de una patrullera y un avión de la Guardia Civil para reforzar la vigilancia ya existente. “Repite constantemente esta idea porque es el argumentario del Gobierno, pero sólo es un recurso que viene muy bien para criminalizar este fenómeno”, se queja Naranjo.

Los errores del Gobierno

Esta estrategia es útil a los gobiernos europeos para fijar un enemigo, un malo al que combatir, en lugar de “asumir que ese problema se ha generado porque no hay posibilidad de sustentar una migración legal”. A pesar de que Laya aseguró que este tránsito regular se iba a fomentar desde ambos países, el año pasado se realizó una experiencia piloto de migración circular que terminó en fracaso. La idea era que medio centenar de senegaleses llegaran a España con un contrato bajo el brazo y se quedaran allí por un tiempo limitado. Sin embargo , los criterios de selección no fueron los adecuados, según opina Naranjo, y muchos se quedaron en la Península como irregulares.

La solución a la migración resulta compleja, pero el actual Ejecutivo central puede presumir de una nefasta gestión, a ojos del periodista. “Es muy difícil que el Gobierno de España lo haga peor de lo que lo ha hecho”, se lamenta Naranjo, que critica con dureza que el Estado se escude en que las derivaciones a tierras peninsulares generan un efecto llamada. “Se agarran a esa mentira para convertir el flujo migratorio en un problema. Lo que era una chispa se ha convertido en un incendio y eso no lo ha hecho ni el Covid, ni la pobreza en África, eso lo ha hecho el Gobierno de coalición”. Naranjo lamenta que estas meteduras de pata, descoordinación y falta de previsión frente a un repunte en la llegada de pateras que era bastante fácil de prever generen angustia y distanciamiento en la población, y den alas a la extrema derecha. “Me duele profundamente”, afirma el periodista. 

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