ataque machista

Tiran a la basura en El Verger uno de los piropos "al revés" que cosifican al hombre

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Alfons Padilla

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Desenmascarar el machismo y el acoso callejero que sufren las mujeres desde niñas (a partir de los 12 años tienen que aguantar los piropos que les lanzan desconocidos) levanta poderosas resistencias. La "performance" de piropos "al revés" que la artista Vero McClain ha montado en El Verger ha desatado una catarata de reacciones. "Las reacciones sociales forman parte de la obra", afirma esta activista feminista que destaca que los 12 letreros con los "cumplidos" que cambian los papeles y cosifican al hombre han provocado lo que precisamente perseguían: que surja el debate en la calle y que se reflexione sobre el hecho de que se ha "naturalizado" que los hombres lancen lindezas a las mujeres que son radicalmente más explícitas y ofensivas que los mensajes instalados en El Verger (no hay ni una sola palabra malsonante y se juega con dobles sentidos muy arraigados en la jerga de la Marina Alta).

La autora de esta muestra, con la que el Ayuntamiento de El Verger ha logrado concienciar sobre el acoso callejero que tienen que aguantar las mujeres, asegura que ya contaba con que se produjera algún acto vandálico. Así ha sido. Uno de los 12 letreros ha acabado en una papelera de basura. El piropo "al revés" que no ha durado ni 24 horas rezaba: "Cuidado con esos baches que se te van a pinchar las pelotas". El camino hacia la igualdad está, efectivamente, trufado de baches.

El alcalde, Ximo Coll, y el concejal de Cultural, Miguel Pou Pérez, ambos del PSPV, se han mostrado satisfechos del impacto de esta campaña de concienciación. "No me esperaba tanto revuelo. Esperábamos las críticas del PP, pero no que el portavoz de Compromís presentara un registro de entrada para exigir que se retiraran de forma inmediata los letreros", ha indicado el munícipe.

Es evidente que ha habido reacciones airadas (hasta el punto de tirar a la basura uno de los piropos "al revés"), pero la artista ha subrayado que incluso los más reacios reflexionan sobre el efecto ofensivo que tienen unos piropos que aluden al físico y la estética y cosifican a las mujeres. "No soy partidaria de prohibir nada. La reflexión es que debe existir un consenso y un permiso sobre algo tan cercano e íntimo como es el cuerpo de la mujer. Los piropos los lanza un desconocido y a la mujer no le queda más opción que agachar la cabeza. Debe tener derecho a quejarse y rechazar los piropos sin que eso genere, como suele ocurrir, una situación violenta", ha explicado McClain.