Violencia contra la mujer

Acosadas en la red: cuando el miedo no se puede desconectar

El 60% de las adolescentes españolas ha sufrido acoso en internet, señala un reciente informe. Los especialistas elevan la magnitud de una lacra que se ha visto agravada por el confinamiento

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Juan Ruiz Sierra

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Hace unos meses, después de un tiempo sin saber nada de él, Anastasia pensó que quizá todo había quedado atrás. Por fin iba a poder mirar el móvil sin miedo, entrar sin nervios en su correo electrónico. Pero ahora que ha vuelto a sufrir crisis de ansiedad y continúa teniendo pesadillas, reconoce que todavía no lo ha superado.    

A principios del 2018, esta estudiante de Farmacia de 19 años ("quiero aparecer aquí como Anastasia, porque suena a persona fuerte", explica) cortó la relación con su novio. Fue difícil. Cuando salía del instituto, él estaba en la puerta, pidiéndole volver. Cuando miraba el móvil, había un mensaje de él, pidiéndole volver. Al principio, pensó que era "normal". Después, supo que era acoso: cara a cara y también por internet. Aunque ella alteraba sus rutinas para evitar cruzarse con su ex, el móvil siempre estaba ahí. Siempre había mensajes. Y cuando lo bloqueaba, él se abría cuentas de correo nuevas, creaba usuarios falsos de Instagram, usaba números distintos en Whatsapp.

Existen muchos tipos de acoso en la red. Está el que sufrió Anastasia durante más de un año y medio por parte de su antigua pareja. Está el chantaje con imágenes sexuales, las amenazas de muerte y la suplantación de identidad. Están los insultos ante un mensaje o fotografía. Está el envío de material pornográfico. Y lo más probable es que cualquier adolescente escogida al azar conozca en carne propia alguno de ellos. El 60% de las chicas españolas asegura haber sufrido acoso en la red, según un reciente estudio de la oenegé Plan Internacional, llevado a cabo a través de 1.000 entrevistas.

Los especialistas temen que el porcentaje sea superior, que haya aumentado debido a las extraordinarias circunstancias del 2020. "Hay chicas que tienden a normalizarlo o a no expresarlo, así que puede que los resultados se hayan quedado cortos", dice la psicóloga Mercedes Bermejo, que trata este tipo de casos y ha detectado un "incremento" debido al confinamiento, con la sociedad pasando mucho más tiempo frente a las pantallas. Las propias víctimas tienen una impresión similar. "En mi grupo de amigas más reducido, que somos nueve, no hay ninguna que se salve", explica Ana Hernández, estudiante de Economía y Política de 21 años.

El silencio como respuesta

El silencio como respuestaHace varios meses, Hernández publicó una foto en Instagram. "Salía mi cara con un filtro, nada del otro mundo –cuenta-. Pero un chico al que había añadido dos semanas antes, me respondió por privado con otra foto. Aparecía él, semidesnudo. Lo primero que pensé fue: '¿Es mi culpa? ¿He subido algo que no debería haber subido?' Pero luego hablé con mis amigas y decidí denunciarlo. Aun así, desde entonces no he vuelto a publicar cosas personales: fotografías de mi cuerpo, escribir algún comentario por el Día de la Mujer… Nada".

La mayoría de las adolescentes españolas que han recibido estos mensajes, señala el estudio, sufre después inseguridad física (41%), baja autoestima (47%), estrés (40%) y problemas en la escuela (32%) o con las amistades y la familia (21%). El informe se realizó también en más de 20 países (de Alemania a Tanzania, pasando por la República Dominicana e Indonesia), y aunque las conclusiones más generales son parecidas en casi todos ellos, el fenómeno tiene en España alguna característica específica. La principal, que aquí en el 75% de los casos el acoso proviene de conocidos.

Crisis de ansiedad

Crisis de ansiedadHubo un momento, cuando estaba preparando la Selectividad, en el que Anastasia decidió que debía contarle a su madre por lo que estaba pasando. Las crisis de ansiedad eran continuas. Muchas veces, nada más despertarse, vomitaba. "Los psicólogos me dijeron después que era por los nervios de levantarme y saber a lo que me tenía que enfrentar", explica. Lo primero que hizo su madre fue hablar con su ex. Después, al no lograr que este parase, acudieron a la Guardia Civil. Pero la joven no quería denunciar ("me iba a sentir súper mal", señala), así que todo quedó en una advertencia al acosador. Y sin embargo, el acoso no se detuvo ahí. Solo se hizo más esporádico.

La magnitud de los porcentajes de esta nueva lacra, el hecho de que se reproduzca en casi todos los países, independientemente de su cultura y nivel económico, muestra la dificultad para combatirlo. Los especialistas reclaman normas específicas (la ley de protección a la infancia y la adolescencia se encuentra en discusión en el Congreso), mayor compromiso de las compañías tecnológicas, educación y control, sobre todo en las edades más pequeñas. "La tecnología ha venido para quedarse y tenemos que convivir con ella. Pero los padres son muchas veces analfabetos digitales y sus hijos son nativos. Aun así, es importante que haya una supervisión. Sé que la palabra control no gusta mucho, pero el control bien ejercido supone protección", argumenta Bermejo.

"El primer paso es admitir que no hay una vida real y una vida online", dice Beatriz Rodríguez, estudiante de Dietética de 19 años, acostumbrada a recibir insultos cuando expone su opinión en las redes y mensajes obscenos cuando publica alguna imagen suya. "El acoso online es tan real como el que puedes vivir en la calle o en un aula", concluye. Y es, también, más común. 

LOS DATOS

Después de recibir estos mensajes, la mayoría de adolescentes tienen estas secuelas:

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