ESTRATEGIA GUBERNAMENTAL ANTE EL VIRUS

Evitar otro cerrojazo en España

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una imagen tomada durante el debate de moción de censura plantado por Vox

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una imagen tomada durante el debate de moción de censura plantado por Vox / periodico

Gemma Robles

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Cada mañana el equipo de Pedro Sánchez se desayuna con un informe actualizado sobre cómo va la España del covid. Y qué están haciendo los vecinos europeos. Junto al café, el zumo y la tostada, reciben un documento con explicaciones de la célula de coordinación encargada de combatir la pandemia. Hay jornadas muy oscuras en cifras que se atragantan (como la que dio pie a la decisión de decretar de nuevo el polémico estado de alarma, aunque con mucho matiz). Hay <strong>otras que dan cierto respiro</strong>, aunque sea por territorios, y hay incluso las que inevitablemente conllevan choques con ciertas comunidades, grupos de oposición o sectores económicos o profesionales por la falta de entendimiento en los criterios. Ese es, desde hace meses, el almuerzo gubernamental en tiempos coronavíricos.

Con mirada europea, preocupan en Moncloa fundamentalmente tres variantes: los datos que cada cual tiene sobre afectados por coronavirus; la intensidad que se debe otorgar a las medidas que se adoptan para intentar atajarlo y, en paralelo, cuáles son los planes que se aprueban en el viejo continente contra el reloj para evitar un agujero económico y social de dimensiones ingobernables. 

En la segunda ola se teme más que en primavera este peligrosísimo efecto colateral del tsunami sanitario. En prácticamente todos los países, como también en las instituciones de Bruselas, cunde la inquietud por seguir sacando sin descanso cubos y cubos de recursos de un pozo que, por desgracia, tiene fin. Pero esos cubos continúan siendo imprescindibles también para salvar vidas, aunque sea fuera de los recintos hospitalarios.

Vuelta de tuerca andaluza

Las autoridades españolas, por un compendio de todas estas razones expuestas y alguna otra –importa, dicen, la moral ciudadana para garantizar respeto a las medidas decretadas y a la vacuna que vendrá-, se resiste a incluir de nuevo la palabra confinamiento en su vocabulario, como ya explicó este diario. Prefieren aguantar la tensión política del roce constante con las autonomías, además de buena parte de la comunidad científica, y cabalgar la curva desde la "cogobernanza" con un aluvión de directrices que vayan evolucionando: este domingo Andalucía decretó el cierre de toda actividad no esencial desde la seis de la tarde y adelantó el toque de queda nocturno, dejando un modelo aún más estricto para Granada por su especial afectación.

Desde Catalunya, el vicepresidente con funciones de ‘president’, <strong>Pere Aragonès</strong>, señaló que la situación está «estabilizada», pero lejos de dejar de ser preocupante, por lo que reclamó estar preparados para «un invierno muy largo» en el que no se podrá volver a caer en el error de una desescalada «demasiado rápida». Así, mientras las comunidades van pisando el acelerador o el freno según su situación, el Ejecutivo central insiste e insiste en que se necesita más tiempo, un par de semanas como poco, para tener una radiografía certera de cómo está la España del covid antes de valorar si  se echa un segundo cerrojazo al país, como ocurrió hace meses. Una opción que el gabinete de Sánchez trata de esquivar, aseguran, por y con todos los medios a su alcance, por duros que resulten. Sin renunciar a echar la llave si fuera inevitable, añaden.

Profilaxis y agenda alemana

Los ministros también cruzan los dedos para que se haga realidad el augurio que hizo el presidente el pasado jueves en Valencia, apuntando que en mayo habría por fin vacunas y, por tanto, podría decaer sin miedo el estado de alarma.

«Con las medidas drásticas que están tomando las comunidades autónomas vamos a conseguir estabilizar la curva. Si tenemos que tomar medidas más duras, ya veríamos como actuar, pero la situación de hoy no es la de marzo», sentenció el titular de Sanidad, Salvador Illa, la noche de este sábado en La Sexta. Incidió en que en seis meses se puede tener un «porcentaje de vacuna relevante», lo que sin duda aliviaría a los hospitales, dotaría de confianza a los ciudadanos y despejaría el camino hacia la recuperación económica. Sí. Pero tiene que hacerse realidad y los científicos agredecen la confianza, a la vez que reclaman prudencia en los cálculos.

Los españoles no son en todo caso los únicos gobernantes que depositan su fe en la profilaxis ante el coronavirus: la alemana Angela Merkel avisó este domingo a los suyos de que será necesario mantener los dientes apretados, y por tanto la severidad en las restricciones, hasta que <strong>el 60 o el 70 por ciento de Alemania sea inmune</strong>. Para alcanzar esa previsión necesita que haya vacunas y dijo confiar en que toda Europa disponga de ellas «dentro de poco». Y debe confiar tanto que desveló el plan de vacunación pactado con los Länder y los técnicos: los primeros en su lista serán los profesionales de residencias, los sanitarios y personas de riesgo. A ver en España. 

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