El tráfico de personas: una asignatura pendiente y latente en la UE
Silvia Martinez
Periodista
Silvia Martinez
El tráfico de seres humanos sigue siendo una de las actividades más lucrativas para las organizaciones criminales que operan en la Unión Europea con unos beneficios anuales estimados, según cifras conservadoras de la Comisión Europea, de 29.400 millones de euros. Un fenómeno criminal que ha visto en la pandemia del coronavirus e internet un terreno propicio para seguir creciendo y que, con la recesión económica, podría repuntar todavía más. Ante este panorama, la Comisión Europea ha lanzado esta semana la voz de alarma. Pide a los gobiernos una respuesta judicial más firme, más cooperación transcional y, sobre todo, más prevención, incluida la penalización de quienes utilizan a sabiendas los servicios prestados por víctimas de la trata.
“Han cambiado su modus operandi y cada vez anuncian más a las víctimas en internet o las explotan en instalaciones privadas. Aunque todavía no se puede medir el impacto total de la pandemia, está claro que la crisis ha llevado a desafíos extraordinarios que afectan de manera desproporcionada a los más vulnerables, lo que agrava la vulnerabilidad de las personas a la trata de seres humanos, incluidas mujeres y niños”, señala el tercer informe de progresos sobre la materia.
La radiografía muestra que casi la mitad de las víctimas son ciudadanas europeas y un tercio de ellas son objeto de tráfico de personas en su propio país. La vasta mayoría son mujeres y niñas mientras que uno de cada cuatro son menores de edad. Un dato que preocupa enormemente en Bruselas que ve “alarmante” la continuada presencia de menores de edad (22% del total o 32% incluyendo al Reino Unido), con una mayoría de niñas (78%), de nacionalidad europea (75%) y destinadas a la explotación sexual (60%).
“La trata de niños sigue siendo una preocupación importante, en particular la trata de niñas y niños con fines de explotación sexual y criminalidad forzada para delitos contra la propiedad como robo, robo en tiendas, delitos relacionados con las drogas, como el cultivo de cannabis, y los matrimonios forzados, precoces y simulados”, explica la Comisión que apunta a la vulnerabilidad de los inmigrantes y, particularmente, de los menores no acompañados, que tienen una mayor probabilidad de caer en manos de las mafias, y que en ocasiones son identificados por los traficantes en los centros de recepción.
26.268 víctimas en dos años
Durante los años 2017 y 2018, se identificaron 14.145 víctimas los Veintisiete (26.268 incluyendo al Reino Unido), una cifra “infravalorada”, que puede esconder la punta del iceberg dado que muchos casos pasan desapercibidos. En cuanto a la procedencia de las mismas, los cinco Estados miembros a la cabeza en términos absolutos son Rumanía, Hungría, Francia, Holanda y Bulgaria. En el caso de terceros países el origen es Nigeria, China, Ucrania, Marruecos e India.
El análisis constata que el principal objetivo sigue siendo la explotación sexual. El 50% de las víctimas en este ámbito tienen origen europeo y el 90% son mujeres. Varios Estados miembros y organizaciones de la sociedad civil alertan, no obstante, de un aumento de la explotación laboral, el 15% de todas las víctimas identificadas. Un fenómeno que afecta especialmente a los hombres (68%) aunque en determinados sectores la presencia femenina es más importante como en el trabajo doméstico o la limpieza.
La recesión económica recrudecerá la situación y es probable que veamos un aumento en la demanda de la trata con fines de explotación laboral y sexual. Una actividad criminal tradicionalmente presente en ámbitos como prostitución, mendicidad o sector textil y agrícola pero cada vez más presente en la construcción, el turismo, la restauración, la enfermería y los servicios domésticos. “El cierre de negocios con menores márgenes de debido beneficio debido a la crisis económica dejará el mercado abierto a quienes tengan mano de obra ilegal o barata a su disposición”, advierte Bruselas.
Aumento de la mendicidad forzada
El informe también menciona que el 18% de las víctimas son objeto de otras formas de explotación como la mendicidad forzada, el tráfico de bebés, la venta de órganos así como la adopción ilegal entre otros. Por ejemplo, países como Bulgaria, Croacia, Grecia, Holanda y Polonia han detectado un aumento de la delincuencia y la mendicidad forzada, que a menudo afecta a los niños y personas jóvenes, y que está asociada a delitos menores y pequeños robos.
Pese a ser un fenómeno creciente, el número de condenas sigue siendo bajo. En 2017/2018 se identificaron 11.788 traficantes sospechosos pero solo 61.63 casos llegaron a juicio y 2.426 fueron condenados. Francia fue el país que más casos notificó sobre tráfico de personas, seguido de Bélgica, Rumanía, Austria y Bulgaria, mientras que el hexágono fue también el país con más condenas por delante de Rumanía, Alemania, España y Bélgica. El 70% de los condenados fueron europeos, hombres, y la mayoría vinculados a casos de explotación sexual.
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