La primera ola del covid canceló medio millón de operaciones y 10 millones de consultas

Un quirófano del Hospital de Can Ruti, abierto en verano.

Un quirófano del Hospital de Can Ruti, abierto en verano. / JOAN CORTADELLAS

Patricia Martín

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Ahora que la segunda ola está provocando un peligroso aumento de personas ingresadas por covid, gestores, profesionales sanitarios y pacientes miran de reojo la primera ola, porque todos los especialistas coinciden en alertar del riesgo que supondría que, de nuevo, se paralicen de golpe operaciones y consultas y se deje a millones de enfermos de lado para centrarse exclusivamente en la atención a los contagiados. Pero, ¿cuántos actos sanitarios se pospusieron durante el primer azote? La cifra es abrumadora: medio millón de operaciones, 10 millones de consultas y dos millones de pruebas diagnósticas, según los cálculos de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública, si bien, es solo una aproximación que surge de restar un 80% a la actividad hospitalaria del 2018, porque de nuevo la falta de datos durante la pandemia hace que no haya registros públicos.

¿Y qué consecuencias ha tenido para la salud dicha paralización? “Es imposible de saber en este momento, pero seguro que ha creado multitud de problemas, algunos más leves y otros graves y probablemente ha aumentado la mortalidad”, señala Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la asociación. Y es que el sistema de monotorización de la mortalidad Momo detectó un incremento de la mortalidad de marzo a mayo del 66%, atribuible a la pandemia pero también, posiblemente, a otras enfermedades no atendidas, según Sánchez Bayle.

Trasplantes y fisioterapia

A su vez han aumentado las listas de espera tanto en operaciones como en consultas y pruebas, un 50% en el caso de Catalunya, se redujeron intervenciones tan necesarias como los trasplantes, un 80% en el caso de enfermos de riñón, se suspendieron tratamientos de fisioterapia o logopedia que mejoran el día a día de muchos pacientes y las consultas telefónicas implantadas para paliar el déficit de médicos y evitar contagios “tienen muchas limitaciones”, según Sánchez Bayle. Todo ello es fruto de la pandemia pero también de una mala organización y del problema que se arrastra desde la crisis económica del 2010, con unos recortes que no se han revertido.

 “Tenemos que tener un plan contra el atasco porque la situación va a ser dramática, a los pacientes que han empeorado se añaden los que tienen un diagnóstico tardío, por lo que van a estar peor, más los pacientes covid de larga duración, la dimensiones de la ola son enormes”, avisa <strong>Carina Escobar</strong>, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, quien recuerda que a todo ello hay que sumar el incremento de los <strong>problemas de salud mental </strong>que está provocando la pandemia.

Suspensión de los cribados

Teniendo en cuenta exclusivamente a los enfermos de cáncer, la eliminación de cribados durante los tres meses del primer azote provocó que se hayan dejado de diagnosticar unos 20.000 tumores y que se interrumpieran el 37% de los tratamientos, según datos preliminares de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) que, junto a las sociedades médicas de oncología, está realizando un estudio exhaustivo para conocer qué ha significado dicha interrupción en términos de salud, según explicó el presidente del colectivo, Ramón Reyes, recientemente en una entrevista con EL PERIÓDICO.

Y la situación puede repetirse en breve. Según el sindicato de médicos madrileño Amyts, en septiembre se suspendieron cirugías no urgentes en varios hospitales de la Comunidad de Madrid, como el de Getafe o el Gregorio Marañón. Y los hospitales catalanes ya han advertido que están a pocos días de comenzar la reprogramación. Todo depende de cómo funcionen las restricciones en la transmisión del virus, porque los centros sanitarios han triplicado en dos semanas los ingresos y ya un 40% de los pacientes en uci son enfermos de coronavirus.

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