EDUCACIÓN EMOCIONAL
La pandemia, según los niños
Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
Carlos Márquez Daniel
La ciudad que sepa cuidar de sus mayores, de sus niños y de las personas con discapacidad. Ese será un buen lugar, al margen de monumentos, clima, gastronomía, festivales, distritos tecnológicos o equipo de fútbol. La pandemia ha tensado los principios de este 'karma', con el virus cebándose en las residencias de ancianos y los pequeños encerrados en casa y sin cole desde el minuto 1 del confinamiento. Algo salió mal. Pero no solo es eso. Nos olvidamos de preguntar a los implicados, algo que tampoco era ninguna novedad. Quizás por ese adultocentrismo disfrazado de 'déjame a mí que lo hago por tu bien'. Barcelona abrió una pequeña ventana para que los chavales pudieran tener su espacio de expresión. Un destello que ha derivado en material pedagógico para que las escuelas trabajen las emociones en tiempos del covid. Incluidas las malas. Sobre todo las malas.
La página web '<strong>Estimat diari</strong>', una iniciativa municipal en la que se implicó con vehemencia la alcaldesa Ada Colau, se abrió el 8 de abril para que los niños y las niñas de Barcelona mandaran dibujos, videos, textos. Cualquier cosa que se les pasara por la cabeza. Cerca de 700 menores se animaron a participar con más de 1.000 creaciones que son una crónica sin filtros de la pandemia, desde la esperanza inicial del arco iris y el 'todo irá bien' hasta la angustia de no ver a los amigos, los abuelos, la escuela. La calle.
Obras "honestas"
La Asociación Española de Pediatría ya advirtió en abril sobre los efectos del confinamiento en los niños. Estrés, tristeza, frustración, soledad. Todo, sin disponer de las herramientas para reparar esa angustia que en la mayoría de los casos era algo insólito. "Se adaptan a todo, no pasa nada", se decían muchos padres. Y quizás sí; pero quizás no. Los dibujos muestran escenas obvias, pero también, como define Eva Martínez, maestra y terapeuta, "muy honestas y depositarias de necesidades no resueltas". Martínez es una de las responsables de la carpeta de aprendizaje que más de 300 escuelas de la ciudad ya han recibido para, si lo consideran oportuno, abordar las emociones en este crudo contexto de coronavirus. Con un trabajo previo: con lo mal que lo están pasando los docentes, deben verse con estómago suficiente como para abordar emociones que ellos también cargan a flor de piel. Con un objetivo, el de "ayudar a que los niños transiten por la situación actual con más bienestar".
Al ser dibujos infantiles, la primera reacción es de simpatía. Pero basta con detenerse un poco en los detalles para darse cuenta de que usaron los colores y las formas para plasmar un malestar. Eso es lo que hizo Alexis, de 9 años, que pintó un chico de su edad en posición fetal, en un rincón de casa, pensativo. De su cabeza salen dos imágenes, un partido de fútbol con sus amigos y leer un libro en la escuela. Lo hizo el 12 de mayo, cuando llevaba dos meses prácticamente encerrado en casa. Cuenta que todo empezó bien, que al principio incluso le hacía ilusión. "Pero iban pasando las semanas y me iba poniendo más triste, por eso hice ese dibujo de las cosas que más echaba de menos". Dice que ahora ya se le ha pasado un poco, que ya no siente "tanta pereza". La suya es una de las obras que puede verse en un exposición itinerante sobre 'Estimat Diari' que ha recalado en el patio del consistorio, en Sant Jaume, y que ha iniciado una gira por los distritos.
"Al principio, el confinamiento me hacía ilusión. Pero pasaban las semanas y me iba poniendo más triste"
Eziekiel, del mismo curso que Alexis, es otro buen ejemplo. Mandó una partida de ajedrez de humanos contra el virus. El covid, envalentonado grita "jaque mate", pero un peón, vestido de sanitario, le responde "nunca lo harás". Y en el centro de la línea defensiva, parapetados por médicos, enfermeras y celadores, está Eziekiel, cogido de la mano de papá y mamá. El rey y la reina. Es una de las escenas más dibujadas, el niño en el centro y los padres a los lados, protegiendo al cachorro. No hay duda de que estuvimos ahí, pero parece que nos olvidamos de preguntarles cómo estaban viviendo una situación excepcional para la que nadie estaba preparado.
No les preguntamos nada
Maria Truñó, comisionada de Educación del ayuntamiento, cree que la segunda oleada del coronavirus abre las puertas al trabajo de las emociones desde las escuelas. Siempre y cuando se mantenga la voluntad, expresada por el Govern, de que lo coles no cierren bajo ningún pretexto. Se trata, sostiene, "de concretar el derecho de los niños a ser escuchados", algo que no se cansa de repetir el afamado psicopedgógo italiano Francesco Tonucci: "De los niños hablamos mucho, pero no se les pregunta nada". El proyecto, aunque se pensó para esas crudas semanas de encierro, sigue teniendo sentido, comparte Maria, porque "el momento histórico no es solo el confinamiento, sino también la realidad que nos ha dejado después". "No se trata -prosigue la comisionada- de un acto de deferencia hacia los niños, sino de tener la máxima pluralidad de voces y de romper con esta sociedad adultocentrista".
Y por si a alguien le da por ponerse a interpretar dibujos, Martínez invita a no hacerlo. "No se trata de imaginar lo que el niño o la niña quería decir. Se trata de escuchar lo que nos dicen y de reflexionar. Se trata de que se den cuenta de que realmente queremos saber cómo están". Estos espacios para "drenar las emociones" permitirán, según los expertos, "pasar de lo individual a lo colectivo". En resumen, que se den cuenta de que lo que les pasa por la cabeza es muy similar a lo que nubla la mente del compañero de pupitre, y de paso, que se empoderen y ganen en resiliencia. Ese acompañamiento, como suele pasar con todo lo que tiene que ver con la educación, requerirá del buen concurso de los maestros, que a buen seguro, en muchas escuelas, ya habrán planteado actividades vinculadas con los sentimientos de los chavales. Para todos ellos, los que consideren que esto es una buena idea, el proyecto prevé una formación inicial que pretende ser también una liberación.
"No se trata de interpretar sus dibujos, sino de que se den cuenta de que realmente nos importa cómo están"
La carpeta de aprendizaje consta de 10 actividades, pensadas para niños y niñas de entre 8 y 12 años. Puede ser un autorretrato que exprese el estado de ánimo, abrir un espacio cómodo en el que hablar de las experiencias propias durante el confinamiento, construir esculturas que simbolicen la riqueza cultural de cada familia, elaborar una medalla que represente la pertenencia a un grupo en el que hemos abrazado unas normas consensuadas o dibujar a una persona que haya sido importante para nosotros y explicar por qué. En la propuesta número 10 se pregunta a los alumnos qué quieren recordar de todo lo que está pasando. Se trata de que proyecten aspiraciones de futuro y que lo trasladen a una carta a ellos mismos que no podrán abrir hasta fin de curso o incluso más adelante. En definitiva, que digan cómo lo han pasado, cómo están y qué quieren para el futuro. Y que haya alguien escuchando. En la escuela, y también en casa.
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