COLAPSO EN la sanidad

La inabarcable agenda de un médico de primaria: 74 pacientes en una mañana

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zentauroepp55298249 doctor molero201007114158 / DAVID CASTRO

Patricia Martín

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Pese a que durante años, España ha presumido de las excelencias de su sanidad, lo cierto es que la pandemia y una mala gestión de los recursos han provocado que, en mayor medida en Madrid, pero también en otras autonomías con alta incidencia, los centros de salud estén colapsados. En la región gobernada por Isabel Díaz Ayuso, los profesionales sanitarios tienen que hacer frente a agendas inabarcables de pacientes, con citas a la misma hora o con separación de minutos, que les están llevando a un alto nivel de estrés y ansiedad mientras que los pacientes rumian su malestar en las salas de espera o las largas colas que se forman a las puertas.

Y es que pedir una cita inmediata a través del teléfono, la App o internet en un centro de salud madrileño es casi misión imposible, con lo que todo aquel que necesite ser atendido por un facultativo, tiene que esperar largas colas a la entrada de los ambulatorios. Allí se hace un triaje y se decide si efectivamente esa persona necesita ser atendido con premura, con lo que su nombre se añade a las agendas ya de por sí sobrecargadas de los profesionales sanitarios, de forma que estás se van engordando y engordando, hasta límites intolerables.

Como se demuestra en la fotografía que acompaña esta información, a veces se cita a pacientes con una separación de un minuto o dos o a la misma hora. Como si existiesen facultativos superdotados que fueran capaces de valorar, diagnosticar y prescribir a pacientes en apenas segundos. Pero la realidad es muy diferente. La atención sanitaria requiere de mucho más esfuerzo, dedicación y tiempo, por lo que los profesionales de atención primaria alargan sus jornadas o reducen el tiempo que tendrían que destinar a labores no asistenciales. Y en no pocas ocasiones no emplean todo el tiempo que les gustaría a valorar pormenorizadamente a cada paciente, lo que va en detrimento de la calidad y seguridad asistencial y aumenta el estrés de los profesionales.

La agenda que aparece en la imagen pertenece a José María Molero, médico en el madrileño centro de salud San Andrés, en Villaverde, uno de los primeros 37 barrios confinados hace unas semanas por el gobierno regional al presentar tasas por encima de los 1.000 contagiados por cada 100.000 habitantes. Molero -que también es portavoz en enfermedades infecciosas de la sociedad de medicina de familia Semfyc- empieza su jornada a las ocho de la mañana y en teoría tendría finalizar a las tres de la tarde, dejando las visitas domiciliarias a partir de las 13:30 horas. Pero, según relata, en ocasiones tiene que acudir a los domicilios pasadas las 15.00 horas o bien, derivar la atención de algunos de los pacientes citados a última hora, cuando el retraso acumulado es mayor, al día siguiente.

Recortes y profesionales de baja

La media recomendada de pacientes por turno es de unos 30, aunque muchos días se dobla esa cifra y por ejemplo el pasado día 18 de septiembre, como se demuestra en la fotografía, Molero atendió a 74 enfermos. Más del doble de lo aconsejable. La presión asistencial ha bajado, afortunadamente, en los últimos días, debido a las restricciones aplicadas en la Comunidad de Madrid o gracias a la mayor precaución de la gente, pero aún así sigue viendo por encima de 45 pacientes cada día. La reducción también se debe a que han vuelto los compañeros que estaban de vacaciones, dado que no se suplen las ausencias en unas plantillas ya de por sí muy mermadas desde hace varios años por los recortes. Una situación que ha empeorado por las bajas que ha provocado el covid.

“La saturación ha bajado un poco, pero la agenda sigue forzada porque en ningún caso dejamos de atender a los pacientes que no pueden esperar”, precisa Molero. Una encuesta de la sociedad de medicina Semfyc ratifica que los facultativos de toda España atienden, de media, un 32% más de pacientes y en Madrid, Extremadura y la Comunitat Valenciana un 100% más.   

Esta situación está provocando hartazgo y cabreo en los pacientes, especialmente en los crónicos, acostumbrados a un mayor control de sus patologías o en aquellos con dolencias agudas pero no urgentes, como una lumbalgia, que ven que van pasando los días y no consiguen una cita presencial. Y todo ello podría traducirse en empeoramientos a la larga.

Y, del otro lado, están aumentado los cuadros de ansiedad y trastornos de ánimo entre los profesionales sanitarios, que apenas han tenido tiempo de recuperarse del azote de la primera ola. “En algunas ocasiones, debido a las necesidades de los pacientes, les dedidas un tiempo de asistencia prolongado y, mientras lo haces, eres consciente de que estás acumlando un retraso para atender al resto, lo que te provoca estrés y tensión emocional”, se desahoga Molero.

Se incrementa la posibilidad de que se cometan errores

“Además, con las agendas tan saturadas, hay más probabilidad de cometer errores. La toma de decisiones es muy rápida y te queda la incertidumbre de si estás diagnosticando correctamente, porque en esta situación de pandemia no podemos pedir ciertas pruebas y, entonces, si te quedan dudas, vuelves a citar al paciente en días posteriores para hacerle un seguimiento, y eso no es eficiente, vuelven a aumentar las agendas”, explica el facultativo.

Es, por tanto, una pescadilla que se muerde la cola, que tiene difícil solución salvo que baje la incidencia de covid o las administraciones dediquen más recursos y mejoras organizativas a la saturada y tan necesaria atención primaria.

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