MEJORAS DENTRO DE CASA

El miedo a otro confinamiento dispara las reformas de viviendas

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Óscar Hernández

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Interioristas, diseñadores de viviendas, empresas de reformas de pisos y pequeños industriales o paletas no paran de recibir peticiones de arreglos o incluso importantes rehabilitaciones en interiores de viviendas desde el pasado mes de julio. Aunque en la mayoría de casos se trata de solicitudes de presupuesto que todavía no se han materializado, los rehabilitadores de pisos no dan abasto y todos los consultados tienen lista de espera y encadenan una obra tras otra.

 La dureza de los más de tres meses de confinamiento forzoso a causa del coronavirus parece estar detrás de este sector que por fin sale de su crisis. Los inquilinos y propietarios que pueden permitírselo han decidido mejorar ese piso o esa terraza que tan intensamente les ha contenido durante la pandemia. Es este un fenómeno similar al experimentado por los cientos de personas que o se han mudado ya al Pirineo y a zonas de la costa o planean hacerlo.

Marina Mañosa, diseñadora de interiores y también realizadora de reformas, asegura que no ha dejado de trabajar ni un sólo día desde que acabó el confinamiento. Primero para acabar obras paradas en pleno mes de marzo y luego para atender nuevas propuestas. "Me han llovido proyectos -explica-. La gente ha visto que tenían que trabajar en casa y compartir encima todo el día el espacio con los hijos y necesitaban soluciones".

Sin embargo, Mañosa espera que a partir de diciembre, "cuando se aclare un poco la incertidumbre económica", los presupuestos se transformen en obras. Los que tienen el dinero lo hacen ya. Los que deben pedir un préstamo o tirar de ahorros limitados prefieren esperar. Aunque los que lo hacen no se arrepienten. "El que vive en un piso queda encantado tras la reforma. A veces son cosas sencillas. He hecho uno de un vecino que vio la portería que hice en su escalera y, tras la pandemia, me pidió que creara una zona de trabajo en la cocina, en la que cada miembro de la pareja trabaja en uno de los lados", dice satisfecha esta interiorista de Sant Cugat del Vallès.

Del hospital al balcón

Ane García, una enfermera de Vitoria de 28 años, sufrió en primera línea el primer confinamiento masivo en el País Vasco. "Cuando volvía casa me dedicaba a ver revistas de decoración y fotos en Instagram. Me relajaban. También me encantaba salir a la terraza y que me diera el solecito. Y entonces me animé a escribir a la decoradora Sol Van Dorssen y decidí arreglar la terraza y el recibidor porque aquí, en el País Vasco, pasamos mucho tiempo en casa y más con el covid", cuenta García. Ahora tengo una terraza bonita que me hace estar bien y ya no vamos a bares ni a ningún otro sitio", añade la enfermera que afirma contenta: "Disfruto del arte que tengo en casa".

La interorista Van Dorssen confiesa también el aluvión de trabajo en la era covid. "No paran de pedirme proyectos porque mucha gente se ha dado cuenta de lo poco funcional que es su casa. Algunos me dicen: 'Si tengo que encerrame otra vez quiero ganar espacio y tener más luz'". "Es que al final -añade- no es solo tu casa, es también tu refugio, tu nido. Y la decoración, que es un lenguaje como la música, ayuda a estar mejor".

Otra interiorista, la joven barcelonesa Elena Eyre, que también se promociona en Instagram, reconoce satisfecha el auge de su trabajo desde el covid. "He tenido que ampliar equipo porque la gente tiene prisa para que le hagas el proyecto. Nos piden desde la vivienda entera hasta cocina y lavabos, y a veces crear un despacho", indica. Aunque ella ya se veía venir este subidón de demanda. "Estaba en mi casa sin poder salir durante el confinamiento y no paraba de pensar cambios. Y eso le debió pasar a mucha gente porque a partir de julio comenzaron ya los encargos", cuenta Eyre.

La cocina y el baño

Esa mismo deseo de cambio y de repensarse su piso empujó a dos médicos de Barcelona, Francisco Franco, de 60 años, y Silvia Durany, de 54, a ponerse manos a la obra. Y ahora disfrutan ya de una impecable y brillante cocina blanca y un lavabo de diseño en su piso de la calle de Còrsega. "Aunque la idea ya la teníamos desde el año pasado, ha sido después del parón del covid cuando hemos realizado la reforma. Nos gusta traer gente a casa y disponer de espacio. Y hemos ganado en comodidad", confiesa Franco. 

"Con el confinamiento hemos estado mucho en casa y ahora ya tenemos una cocina espaciosa donde poder trabajar y hacer muchas cosas con esta mesa tan grande", añade Durany, mientras la hija pequeña de ambos, Júlia, de 12 años, les observa sonriente y feliz por el reestreno.

Con ellos, en la blanca cocina, se encuentra Dimitri Kazarian, que tienen con sus padres una empresa familiar de reformas y a quien también, confiesa, le sobra el trabajo estas semanas. "Nosotros nos habíamos planteado cerrar la empresa después del parón de marzo y menos mal que no lo hicimos. Y desde septiembre se nos han disparado las reformas. Parece que la gente se ha dado cuenta de que si viene otra oleada el mejor sitio donde invertir antes es tu propia casa", dice el también cofundador de Lautoka Urbana.

Los trabajos que más realiza estas semanas Kazarian son "abrir la cocina o el salón y crear zonas para trabajar con el ordenador". Una conscuencia más del teletrabajo del que la mayoría piensa que ha venido para quedarse. Un teletrabajo que además tampoco ha impedido el desarrollo se los proyectos de decoración impulsados por el coronavirus. Los consultados por este diario coinciden en que casi todos sus trabajos los han diseñado en sus oficinas o domicilios con su ordenador y pidiendo fotos y vídeos a sus clientes. Y la ejecución se ha realizado ahora en pleno intento de vuelta a la normalidad.

La avalancha de obras  no se refleja aún en las estadísticas oficiales

El incremento de reformas en los pisos no aparece reflejado aún en las estadísticas que manejan el Ayuntamiento de Barcelona, el Col·legi Oficial d'Arquitectes de Catalunya (COAC) y el Col·legi d'Aparelladors, Arquitectes Tècnics i Enginyers d'Edificació de Barcelona (CAATEEB).

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