Pandemia
La esperanza de Ayuso contra el covid es un hospital en obras
Juan José Fernández
Redactor Jefe
Reportero.
Profesor en el Master de Periodismo Avanzado – Reporterismo de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna (Universitat Ramon Llull).
Diplomado por el CESEDEN en Altos Estudios de la Defensa Nacional.
Fue jefe de Información y reportajes y jefe de Redacción de la revista Interviú durante 19 años.
Juan José Fernández
Con una manguera colocada al efecto en la acera, un encofrador rumano se lava a la salida del trabajo. En el maletero de su coche, aparcado cerca, le espera ropa limpia para cambiarse. La manguera cuelga de una verja de acero, que a su vez cuelga de unos postes dotados de cámaras de vídeo, que a su vez cierran un extenso solar de 80.000 metros cuadrados en el barrio madrileño de Valdebebas. Y dentro, muchas máquinas y muchos hombres pululan entre chispas y chirridos en el enorme esqueleto de acero de lo que un día será el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal, más conocido en el mundillo sanitario de Madrid como 'hospital de pandemias'.
El encofrador señala con la cabeza el frente de batalla de soldadores, hormigoneras, albañiles y grúas. “Aquí se trabaja mañana, tarde y noche. Y los sábados también”, cuenta. Y, sin embargo, los trabajadores a los que se le pregunta si la obra habrá terminado para el 30 de noviembre se encogen de hombros y dicen: “No sé yo…” Hubo cifra oficial de arranque de estas obras, el 1 de julio, pero no la hay de finalización; el último comunicado de la Comunidad de Madrid habla del “próximo otoño”.
El gobierno de Isabel Díaz Ayuso levanta su buque insignia contra la pandemia. Se inspira en el ya cerrado hospital provisional de Ifema. Será un lugar en el que tratar personas cazadas por el coronavirus si vuelven a ser millares. “Estará disponible para atender a pacientes ante una posible ola pandémica de covid-19”, decía una nota gubernativa el 13 de agosto. Pero esa segunda ola ya lleva semanas en Madrid.
Trabajo intensivo
A diario, de siete de la mañana a 10 de la noche, la obra, flanqueada por cuatro grúas descomunales, se representa bajo el cielo en el barrio por el que Madrid crece hacia el noreste, entre grandes promociones de viviendas y oficinas.
En 45.000 metros cuadrados, habrá 1.008 camas, 50 puestos de UCI y 21 controles de enfermería
Todo es muy grande ahí. El hospital tendrá 45.000 metros cuadrados y 1.008 camas en tres pabellones -“sectorializables y modulables”, dice la Consejería de Sanidad- de 10.000 metros cada uno. Habrá 50 puestos de UCI; 21 controles de enfermería, un centro de coordinación para ambulancias de todo Madrid, 8.000 metros de almacén, un edificio de usos múltiples y un monumento, no está claro si a los sanitarios o a las víctimas del virus.
Todo esto tiene un presupuesto de 51,7 millones de euros, extensible hasta 60 en caso de imprevistos, y llevará el nombre de la primera enfermera internacional de la historia, que ayudó en la expedición Balmis.
El sitio de este gigantesco lazareto es el número 2 de la Avenida Manuel Fraga Iribarne, paralela a la de Juan Antonio Samaranch, y que solo muy al final de su trazado se cruza con la calle Jordi Solé Tura. La Villa está creciendo mucho: el viejo centro, la Puerta del Sol, está ya a 17 kilómetros.
La velocidad de la obra permite a los propagandistas del gobierno Ayuso presumir de que se construye una fase mientras se diseña la siguiente. Los albañiles corren tras los arquitectos, pero ni unos ni otros le están ganando la carrera al virus.
Incógnitas aún por resolver
El ruido de la obra contrasta con dos silencios que la rodean. Uno, en torno a los contratos y licitaciones; el otro en torno a su plantilla.
No hay se han publicado ni planos ni contratos de la obra, a la que una disposición del Gobierno Ayuso dio el pasado 12 de junio el carácter de “extraordinaria urgencia y excepcional interés público”. Y cuando faltan dos teóricos meses para su apertura, aún no se ha publicado convocatoria de plazas de médicos y enfermeros para el centro.
No se conocen ni planos ni contratos de una obra calificada de “extraordinaria urgencia y excepcional"
"Según se vaya necesitando personal, se traerá del contratado por el Servicio Madrileño de Salud, por traslado de sus actuales centros, porque pidan la plaza, o contratando más personal si es necesario", dicen a EL PERIÓDICO, sin precisar más, portavoces de la sanidad madrileña. Un hospital de mil camas necesita una plantilla de 3.000 profesionales, pero este es un lazareto, y no ha trascendido cuántos sanitarios empleará ni en qué condiciones. El plan es que los módulos sean controlables desde pocos puestos en enfermería y despachos médicos en altura: 48 camas en torno a cada control.
“Este hospital, estando alejado de cualquier otro centro, o lo dotas de personal o no hay hospital”, aventura José Manuel Freire, experto en salud pública, uno de los fundadores de la Osakidetza vasca en los años 80 y hoy profesor en la Escuela Nacional de Sanidad y diputado socialista en la Asamblea de Madrid.
Para él, el concepto de hospital de pandemias “es un disparate pensado para hacer muchas fotos. La política sanitaria del gobierno de Madrid es un relato publicitario: la foto de los aviones con material, la foto de la clausura de Ifema, los cribajes masivos, el anuncio de la cartilla Covid... Pero hacer un hospital de pandemias es presuponer su propia inoperancia, dar por supuesto que no podrán prevenir otra ola. Esto va a ser un monumento a la incompetencia”.
Críticas al proyecto
El proyecto tiene a toda la izquierda madrileña en contra, y a los médicos que deploran el precedente de Ifema, el hospital improvisado que atendió con éxito a 3.800 enfermos bajo el tsunami del coronavirus, “pero a costa de tirar de facultativos de la atención primaria, debilitando la primera línea del frente de la salud pública”, se queja Freire.
La doctora Mónica García, anestesista del Hospital 12 de Octubre y diputada de Más Madrid en la Asamblea regional, critica frontalmente el proyecto: “No será un verdadero hospital, ni responde a una verdadera estrategia sanitaria, sino al negocio de la construcción. En Madrid, cualquier estrategia sanitaria pasa por una constructora”, asegura. Cuatro estudios de arquitectura, dos de ingeniería, una urbanizadora, una firma de estudio del suelo y las constructoras Sacyr, San José, Dragados, Ferrovial, Jocav y Urvios lideran la obra sobre una pléyade de subcontratas.
Tanto Freire como García dicen no saber quién trabajará ahí cuando esté terminado: “Han planeado un hospital, pero obviando el pequeño detalle de que no tienen médicos para él”, denuncia ella, para quien también el problema es el concepto: “Preparar un hospital de pandemias presupone que va a colapsar el sistema ambulatorio y necesitarán este centro”.
"Han planeado un hospital, pero obviando el pequeño detalle de que no tienen médicos para él"
Urgente necesidad
“En el ancho mundo no hay nada similar”, resume Freire, que acaba de recibir respuesta a una pregunta parlamentaria que formuló el 18 de agosto. Quería saber qué informe justifica la urgencia e interés general de la obra.
La respuesta es un dosier de la viceconsejera madrileña de asistencia sanitaria, Ana Dávila-Ponce de León, firmado el 12 de junio, que cree necesario “disponer en brevísimo plazo de un hospital de emergencias ante posibles situaciones de máxima emergencia sanitaria”, pese a que “no existe certeza absoluta de que se puedan producir (…) situaciones de extrema saturación hospitalaria”.
Un día antes, Elena Andradas, la directora de Salud Pública que sustituyó a la que dimitió en mayo por presiones políticas, firmó una valoración técnica a la que ha tenido acceso EL PERIÓDICO. Es la puesta negro sobre blanco de la idea. La reorganización para la pandemia de hospitales ya existentes “puede ser más compleja que en el caso de hospitales de nueva creación”, dice el informe. Y para aseverarlo, cita el “gran desahogo” que supuso Ifema.
Ya en junio, en esa valoración el gobierno madrileño tenía la previsión de que “en el caso de una segunda ola epidémica el ascenso (de casos) no sería tan rápido como en el mes de marzo y principios de abril (…) En todo caso, la preparación sería más eficiente y más rápida en el caso de disponer de un hospital monográfico para covid-19”.
La idea de un lazareto para el coronavirus “no la apoya ningún epidemiólogo importante; solo es negocio”, dice Mónica García. “Ese hospital no tendrá ninguna funcionalidad; es más razonable hacer como en Catalunya: ampliar temporalmente la capacidad de los hospitales con espacios satélite”, opina José Manuel Freire.
Entre tanto, octubre se ha estrenado en el gran solar de Valdebebas con un accidente mortal. A un obrero le quitó la vida el día 1 un golpe en la cabeza. Es la primera baja en un ejército de 2.000 trabajadores que levantan el hospital más controvertido de España.
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