EL PRIMER DÍA DE UN ESTUDIANTE

La mochila anticovid de Mauro

Mauro Perez vuelve a las aulas en Extremadura

Mauro Perez vuelve a las aulas en Extremadura / periodico

Alberto Manzano Cortés

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La mochila aguarda delante de la puerta del hall mientras el microondas avisa desde la cocina de que el Cola-Cao ya está listo. Ha sonado el despertador; es la hora de levantarse para volver a empezar. Mónica despierta a su hijo Mauro que, como los ocho millones de alumnos de este país, comienza el curso de mayor incertidumbre de la historia: el del coronavirus, tal y como explica El Periódico de Extremadura, diario del grupo Prensa Ibérica.

Ella confiesa que vive esta mañana de jueves «con incertidumbre y un poco de miedo, que siempre está ahí», pero confía en que «con todas las medidas de seguridad que tiene diseñadas el colegio», la docencia siga adelante. En su domicilio, a pocos metros del colegio Paideuterion, uno de los más antiguos de la ciudad de Cáceres, habla con este diario mientras Mauro se despereza. «Si soy sincera, creo que puede haber algún periodo en el que se tengan que combinar las clases presenciales con la enseñanza online, más que nada por la información que tenemos hasta ahora del número de contagios y de las dificultades que entraña la pandemia. Esperemos que los niños puedan llevar una vida lo más normal posible dentro de la situación que tenemos».

Mónica ha recibido información clara y muy especificada desde el Padu (como así se conoce a este centro escolar cacereño) de la ubicación del alumnado, del distanciamiento y de las entradas y salidas al centro. «Nos están informando desde agosto. Las medidas de seguridad desde luego son excelentes y si todos las cumplimos y se llevan a cabo tenemos mucho ganado».

Mauro Pérez Tobías empieza este año primero de la ESO. Ya es un hombrecito. Desde que en marzo se decretó el estado de alarma no ha vuelto a pisar el cole. «Tengo ganas de volver y ver a mis compañeros porque hace bastante que no los veo». El joven confiesa: «Un poco de miedo sí tengo, porque imagínate que me contagio de coronavirus y lo traigo aquí sin enterarme que lo tengo. Se lo puedo contagiar a mi padre y a mi madre y no me gustaría».

Ya se ha lavado las manos y los dientes y se ha puesto el uniforme. Antes de salir de casa, sus padres le han medido la temperatura: todo está en orden. Sobre los hombros cuelga su mochila anticovid, preparada al milímetro por Mónica y Alberto, sus progenitores. En ella lleva un ‘neceser’ con un paquete de mascarillas, gel hidroalcohólico y toallitas, productos que son su equipaje.

Este año ya va solo al colegio. Sus padres lo acompañan hasta el ascensor, luego salen al balcón y comprueban cómo el pequeño llega hasta ‘la cuesta del Padu’, donde con el codo saluda a sus compañeros de clase y suben juntos al aula.

El director, Pablo Cidoncha, ya los espera. La consejería de Educación los ha dotado de tres jornadas laborales más y gracias a ello ha podido desdoblar cursos de Primaria, Secundaria y las optativas de la ESO. Pablo imparte Biología y Geología en 4º de la ESO y Ciencias Naturales en 1º. «No tenemos miedo, pero sí respeto, por eso hemos estado trabajando un montón para poder cumplir todas las medidas de seguridad. Entendemos que los colegios tienen que estar abiertos y los niños estudiando con sus compañeros».

Mauro y el resto de alumnos escuchan con atención las palabras de los profesores en este primer día de clase. Les cuentan que hay distintos horarios para el recreo y el colegio ha cambiado desde el curso pasado: ahora está lleno de cartelería horizontal y vertical para los desplazamientos en el interior de las instalaciones. Hay geles por todos sitios, sala covid para las personas con síntomas, mamparas...

Mauro observa con atención todo lo nuevo que encuentra a su alrededor. Actualmente no se pueden mezclar ni alumnos ni profesores, pero el Padu sigue siendo una gran familia, aunque separada por el bien de todos. «Lavaos las manos, no os dejéis la goma, no toquéis los cuadernos que no sean vuestros». Las frases se repiten una y otra vez, aunque la empatía de los niños es tan grande que todos cumplen a rajatabla.

Salir a la pizarra

Los niños podrán salir a la pizarra y pasar por el aula de Informática. En una clase cercana, se escucha la voz de Pilar Núñez: «Atención, mascarilla, hay que llevarla siempre puesta, aunque sea un rollo y, por supuesto, no me la puedo cambiar con mi compañero. Cuando nos tomemos la merendilla, nos quitamos la mascarilla, la ponemos encima de la mesa, comemos, y nos la volvemos a poner».

El mensaje de Pilar se reitera una y otra vez en todas las clases, también en la de Mauro. Suena el timbre, es la hora de volver a casa. Alberto y Mónica esperan a su hijo. La mesa está puesta. Primer día superado.