VUELTA AL COLE EN PLENA PANDEMIA

Javier Padilla: "Los colegios no son lugares supercontagiadores"

El médico y divulgador pide al Gobierno que "rescate" a los padres y madres que deban faltar al trabajo para cuidar de sus hijos si se ponen enfermos

Javier Padilla, médico, divulgador y autor de ¿A quién vamos a dejar morir?

Javier Padilla, médico, divulgador y autor de ¿A quién vamos a dejar morir? / periodico

Olga Pereda

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Javier Padilla (Madrid, 1983) es médico de familia y divulgador. Autor de '¿A quién vamos a dejar morir?' y 'Epidemiocracia' (Capitán Swing), está formado en gestión sanitaria y defiende a capa y espada una sanidad pública justa y eficiente. También es padre. Su hija, a punto de cumplir tres años, entrará en septiembre en el colegio.

¿Qué sensación tiene frente a la vuelta al cole?

Incertidumbre y necesidad. Incertidumbre porque tenemos pocas certezas y el momento epidemiológico que vivimos en España no es el mejor precisamente. Y necesidad porque no podemos contraponer educación con salud sino que la educación es una necesidad en términos de salud, socialización y cohesión social.

No es partidario de los padres que se niegan a que sus hijos vayan a clase por temor al contagio.

No. Eso generará desigualdades tremendas. ¿Qué padres y madres se pueden permitir el 'homeschooling'? Y además no podemos eludir la variable de la socialización en el desarrollo infantil. En muchas ocasiones la escuela sirve, entre comillas, para proteger a los niños de sus familias. Escolarización y socialización tienen un papel fundamental y no puede ser sustraído. Ese esfuerzo de aislamiento total de los críos tiene que ir dirigido a exigir que las condiciones de vuelta a las aulas sean las adecuadas, sabiendo que nunca vamos a ir a condiciones de riesgo cero.

¿Qué echa de menos en los planes oficiales?

El de la comunidad de Madrid me parece mentira. Para que ese proyecto se pueda realizar habría que haberlo presentado en junio. Ahora no da tiempo. En los últimos meses en el ámbito sanitario hemos visto como las promesas se han ido incumpliendo. A dos semanas del curso, entiendo que se repite la pregunta: ¿se pueden abrir los centros educativos con estos niveles de transmisión y contagio?

"Cada vez parece más claro que para poder abrir las escuelas habría que haber cerrado las discotecas"

¿Cuál es la respuesta?

Llegar a esa pregunta es tramposo. La cuestión que deberíamos plantear es: si todo el mundo sabe cuándo iba a empezar el curso ¿cómo es posible que estemos en estos niveles de transmisión en el contagio? Cada vez parece más claro que para poder abrir las escuelas habría que haber cerrado las discotecas y otro tipo de lugares. Pero, claro, eso no se ha hecho y ahora hay que tomar decisiones.

¿Quién ha fallado más? ¿Nosotros o los políticos?

Hay que intentar conjugar la responsabilidad estructural con la individual. Ha habido responsabilidad individual, cierto. Pero ¿dónde está impactando más la epidemia? En barrios obreros y casas con rentas bajas donde lo que hay es una estructura que favorece la nula calidad para frenar al coronavirus: teletrabajar es imposible, se comparte vivienda…

¿Por qué estamos como estamos?

Porque se suma todo. La desescalada fue demasiado rápida. Y eso ha tenido consecuencias, pero también causas. La estructura económica del país dependía mucho de lo que pasara entre los meses de junio y octubre.

Volviendo al curso escolar, hay mamás y papás muy angustiados. ¿Qué les driría?

Lo que tenemos que saber es cuál es el riesgo. Varios estudios, como el del Centro Europeo de Control de Enfermedades, afirman que con unas medidas mínimas de seguridad los centros educativos no son protagonistas de las dinámicas de contagios. Al menos, no más que los centros de trabajo y ocio. Los colegios no son lugares supercontagiadores. Miremos a otros países. Israel abrió sin medidas de seguridad y hubo aumento de contagios. Pero luego hay países donde el retorno a las aulas se ha hecho con protocolos de seguridad, llevando las aulas a otros espacios, como museos. Dinamarca, por ejemplo. Y las cosas no han ido mal. Leímos titulares sobre el cierre de 41 centros en Alemania en las dos primeras semanas. Pero eso no es mala noticia.

¿Por qué?

Porque supone el 5% de los centros. Tenemos que poner en valor las funciones de los colegios a nivel educativo y cohesión social y tenemos que ser conscientes de que no estamos llevando a nuestros hijos al matadero. Habrá brotes, sí. Lo que tenemos que exigir es que haya condiciones para sean los menos posibles y que cuando los haya exista coordinación para que se aborden de manera ágil. A nivel familiar también habrá que cambiar dinámicas.

"No basta con dar la orden a los padres de no llevar a sus hijos con décimas al cole. Hay que ofrecerles facilidades"

¿Se refiere a las tardes en el parque con muchos amigos?

Me preocupa más la casa de los abuelos. No podemos amputar esa relación, pero si el niño tiene fiebre no se puede quedar con ellos. Y aquí no solo apelamos a la responsabilidad individual. Tenemos que exigir que los padres y las madres tengan derecho a permisos retribuidos cuando los niños estén enfermos. Esto es un tema de salud pública, no solo individual. Se ha acabado lo de llevar al cole al peque con unas décimas de fiebre. Se ha hecho con agmidalitis o catarros, pero eso ahora no se puede hacer. Ahora bien, no basta con dar la orden. Hay que dar facilidades a los padres.

¿Podremos seguir comiéndonos a besos a nuestros hijos a la salida del cole?

Se puede abrazar y estrujar. No hace falta besarles en la boca o cerca de la boca. Ni tampoco pasarles la mano por la cara. Hay formas de demostrar los afectos de manera menos contagiosa.

Lo mismo con los abuelos, ¿verdad?

Mi niña cuando ve a su abuela se da la vuelta para que la abrace por la espalda. Y sin que se lo hayamos dicho. Ella lo ha incorporado. Los niños lo entienden con normalidad.

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