el drama migratorio

La ruta mortal de las Canarias se reactiva

Uno de los inmigrantes rescatados de una patera a la deriva cerca del puerto de Arguineguín (Gran Canaria), el 8 de junio

Uno de los inmigrantes rescatados de una patera a la deriva cerca del puerto de Arguineguín (Gran Canaria), el 8 de junio / periodico

Elisenda Colell

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Mientras las llegadas en patera por el Mediterráneo español no han hecho más que decrecer estos últimos meses, cientos de africanos se han lanzado a la costa atlántica para tratar de llegar a Canarias, y acariciar el sueño europeo. Desde el 1 de enero de este 2020 hasta el pasado 2 de agosto, los rescates hechos por el mando único de Salvamento Marítimo se han multiplicado por cinco respecto el año anterior, y según algunos registros, casi 200 personas habrían perdido la vida en este trágico viaje. El sindicato CGT pide más manos para Salvamento Marítimo, y la activista Helena Maleno advierte: "Esto es una masacre".

A mediados de la semana pasada se despidieron de la costa africana y zarparon en dirección a las Islas Canarias con dos precarias embarcaciones. Su sueño era lograr una vida próspera en Europa, pero ninguno de ellos lo consiguió. El jueves naufragaron 60 personas en el Atlántico. De ellos, tres eran niños. Los nueve supervivientes están encerrados en centros marroquís donde hacen la cuarentena para evitar el contagio del coronavirus. "Han vivido una situación extrema y no tienen asistencia psicosocial ni ningún tipo de asistencia personal, hay mucha confusión y necesitan ver a los muertos, eran sus familiares", explica Helena Maleno, fundadora del colectivo Caminando Fronteras, que trata de atender las personas migrantes.

"La desesperación es tal que las personas que quieren llegar a Europa están corriendo mucho más riesgo y usando la ruta más peligrosa, la Canaria", cuenta Maleno. A diferencia de los trayectos a través el Mediterráneo, en las Canarias la situación meteorológica y las corrientes marinas son mucho más peligrosas. La clave es la del Golfo de las Islas Canarias, la misma corriente que, hace 500 años llevó a Colón hasta el Caribe y que ahora se está cobrando cientos de vidas.

"Esta corriente sopla de norte a sur, contrario a la ruta que usan las pequeñas embarcaciones de migrantes. Como el trayecto es bastante largo, a las 24 horas de haber salido con buena meteorología se encuentran en pleno océano con olas de más de dos metros que se los tragan. Muchos de estos cuerpos no se recuperarán nunca, se los lleva el Atlántico", explica Ismael Furió, representante de Mar y Puertos del sindicato CGT. Maleno cuenta que en las últimas semanas ya hay más de 90 personas desaparecidas de camino a Canarias. El proyecto Missing Migrants, de la Organización Internacional de las Migraciones, cuenta ya 182 vidas arrebatadas este año tratando de hacer este recorrido. Furió cree que hay muchas más muertes que no han sido registradas. 

Sin alternativa

Según Maleno, los migrantes están usando la vía canaria porque no tienen alernativa. "Es la única ruta que no está militarizada, como sí lo están el Estrecho o el Mar de Alborán", lamenta. Es decir, el temor de los migrantes es encontrarse agentes de la policía marroquí o la Guardia Civil que intercepten la embarcación. "Lo que habría que hacer es dar todos los medios a Salvamento Marítimo y rescatar el máximo número de vidas posibles, pero España y Marruecos han optado por militarizar las costas a punta de pistola para evitar que lleguen más personas", lamenta Maleno. 

Una tesis que comparten desde la CGT. Aseguran que las embarcaciones de Salvamento Marítimo están bajo mínimos. "Medios hay de sobras, lo que no hay son manos. Las embarcaciones zarpan con la tripulación mínima requerida, y solo hay una persona en cubierta para rescatar a todos los inmigrantes que se están ahogando. La gente acaba agotada, física y emocionalmente, y esto se acaba cobrando muchas vidas", cuenta Furió, que también critica que hace ocho años que no se contrata más personal en Salvamento Marítimo. 

Apoyo en tierra

Pero jugarse la vida en alta mar no suele ser sinónimo de poder vivir tranquilo una vez llegados a España. Lo sabe bien Jose Javier Sánchez, subdirector de inclusión social de la Cruz Roja. La oenegé atiende a los inmigrantes una vez en España, en centros de emergencia donde pueden estarse un máximo de tres meses. "Les damos atención psicológica, les ayudamos a recuperar su pasaporte, y a la que logran contactar con familiares o conocidos en España, abandonan el centro", explica. "El problema es que, al ser considerados immigrantes irregulares, una vez en España lo tendrán todo siempre más difícil", añade Sánchez. No pueden trabajar legalmente, ni acceder a ninguna prestación o ayuda social. 

Pero las desgracias no solo ocurren en Canarias. "En el Mediterraneo central, durante la pandemia, no han dejado de salir pateras, pero no hay nadie salvando vidas allí", lamenta Óscar Camps, responsable de la oenegé Proactiva Open Arms. Tras reparar sus barcos, esta semana la entidad ya ha enviado una tripulación a salvar vidas en la costa libia, y la semana que viene mandarán otra. 

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