El riesgo de un encierro achicharrado

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Elisenda Colell

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El confinamiento más estricto tras la pandemia del coronavirus se produjo a finales de marzo. Las familias se encerraron en sus casas, mientas la primavera estallaba en las calles, plazas y jardines. Pero, ¿qué ocurriría si hubiera que encerrarse en verano, y en plena ola de calor? ¿Están preparadas las viviendas para un encierro en una época de altas temperaturas? La respuesta es unívoca, teniendo en cuenta las respuestas de varios expertos consultados. La mitad de las viviendas en Catalunya no aíslan las temperaturas extremas, y cada vez son más las familias que no se pueden permitir compensar esa balanza. Cientos de hogares sufrirían un encierro achicharrado, exponiendo aún más su salud física y mental.

En Catalunya, hay 1,9 millones de viviendas construidas entre el 1940, y el 1980. Suponen prácticamente la mitad de todas las hogares que tiene censados el Idescat. "La mayorçia de estos pisos se construyeron sin criterios de eficiencia energético, y eso significa que no aíslan correctamente el frío en invierno, ni el calor en verano", explica Marta García, directora de Ecoserveis, una consultora energética sin ánimo de lucro. Estamos hablando, pues, de pisos que no tienen ventanas de doble vidrio para aislar el calor, que carecen de espacios de ventilación, de cámaras de aire, tejados que se sobrecalientan, o que el grosor de las paredes no cumple con la normativa de instalaciones térmicas, de 1979. "Hace años que se debería de haber actuado en estos edificios, y obligar a que cumplan con la normativa de eficiencia energética pero esto aún no ha ocurrido", se queja el director de Hàbitat 3, Xavier Mauri. En muchos casos, porque los vecinos no pueden afrontar este sobrecoste. 

Ante esta sitiación, la pobreza se empeña en hacer las cosas aún más difíciles. Según los datos del año pasado, 240.000 hogares en Catalunya no pueden mantener su casa a una temperatura adecuada."Lo que acaba ocurriendo es que quién se pueda pagar un sistema de  refrigeración, con un aire acondicionado o ventilación va a poder confinarse en su casa", insiste García, que asegura que, además, en las grandes ciudades hay un efecto aún peor: el efecto islas de calor. El asfalto, y las calles estrechas dificultan una correcta ventilación para que durante la noche las temperaturas puedan bajar. "Si hubiera otro confinamiento ahora, claramente habría que establecer refugios climáticos para todas estas familias", añade. 

Mauri remarca que los hogares insalubres aún podrían sufrir más este confinamiento en verano. Hablamos de lugares donde las familias viven hacinadas, sin acceso a suministros básicos, en ‘barracas’ o en naves industriales que no están habilitados para la vida. "Son sitios donde la acumulación de personas también dificulta cierto grado de bienestar, y con temperaturas extremas o olas de calor la situación de muchas de estas famílias se hace mucho más difícil, afectando también la salud mental, y física", agrega Mauri. La última vez que el Govern trató de contar estos vasos fue en 2014, donde descubrió 48.000 espacios en los que vivían personas en situaciones insalubres.

Ahora la cifra podría ser mucho mayor. La Taula del Tercer Sector constató el martes que en los últimos cuatro meses han tenido que atender 850.000 personas más. Y la imposibilidad de pagar facturas, o hacer frente a gastos de la vivienda es la segunda preocupación de estas familias, detrás de la alimentación.