de dos metros de largo

La Policía investiga si la parricida de València buscó por internet alguien para cavar la fosa

Vecinos de Godelleta descubrieron un anuncio en el que ofrecía 50 euros a quien abriese un agujero de dos metros por uno en la parcela

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Teresa Domínguez / (Levante-EMV)

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Beatriu F. C., la mujer encarcelada el viernes por el asesinato de su marido Isaac Guillén, el policía jubilado de Catarroja en situación de discapacidad física grave por una enfermedad degenerativa que padecía desde hacía años, podría haber intentado buscar alguien que cavase, sin saberlo, la fosa para su víctima, a través de un anuncio en internet, avanza 'Levante-EMV', del mismo grupo editorial que 'El Periódico de Catalunya'.

Vecinos de la urbanización El Coscojar II de Godelleta, donde se encuentra la parcela en la que mató y enterró a Isaac en diciembre pasado, vieron ese anuncio en una conocida página de compraventa de productos y servicios entre particulares hace "muchos meses", y les llamó la atención porque en el anuncio aparecía una imagen del terreno alquilado en octubre por Beatriu F. C. que reconocieron sin ningún género de dudas.

En el texto, se buscaba alguien para excavar un agujero de "dos metros de largo por uno de ancho", según recuerdan los testigos que lo vieron, y se ofrecía el pago de 50 euros por ese trabajo. Les pareció curioso, pero, obviamente, no recurrieron a la Policía porque "en ningún momento pensamos, ni de lejos, que fuera a tener la finalidad que parece que ha tenido".

Ahora, ese hecho ya ha sido puesto en conocimiento del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de València, que investigará, solicitando información a la página web a través de la jueza de Instrucción número 4 de Mislata, quien contrató el anuncio y cuándo fue insertado. En el caso de que fuese anterior al asesinato, podría ser una prueba más de que la muerte violenta de Isaac Guillén a manos supuestamente de su mujer y con la ayuda del hijo adolescente de esta fue un asesinato, ya que demostraría la premeditación y la planificación previa.

Tal como ha venido informando Levante-EMV, la Policía Nacional sospechaba desde el inicio, cuando Beatriu F. C., de 41 años, denunció en la comisaría de Xirivella a su marido por abandono de familia, que no se había ido voluntariamente y que lo más probable es que le hubiera dado muerte. La denuncia fue interpuesta el 1 de diciembre pasado. Después, llegaron los mensajes que ella misma envió desde el móvil de su víctima simulando una huida voluntaria en busca de alguien que le ayudase a morir.

Nada tenía sentido y todo parecía sospechoso, pero faltaba por saber si se trataba, como parece, un asesinato por razones económicas -Beatriu ha seguido cobrando la pensión de jubilación por gran invalidez de Isaac, de más de 2.000 euros mensuales y teniendo acceso a la cuenta común, en la que había una importante cantidad de dinero- o si realmente era un caso de muerte asistida.

El lunes pasado, la sospechosa le dio la clave a los investigadores. Lograron seguirla cuando salió de su casa en una furgoneta alquilada y así los llevó, sin saberlo, hasta el lugar donde había enterrado casi siete meses antes a su marido: una parcela vallada y sin edificación alguna, al final de un camino de la citad urbanización.

Cuando la sospechosa se fue, tras una breve charla con la mujer del dueño del terreno, llegaron los agentes que la vigilaban y se entrevistaron con la familia. Descubrieron que había arrendado por 120 euros al mes la tierra para, según les contó "pasar allí el verano con su marido". A él nunca lo vieron. Y a ella, poco. Tampoco les aclaró nunca que él estuviese desaparecido. Ni siquiera ese lunes, cuando contó a los dueños que había ido a la parcela para descargar un jacuzzi -la Policía se lo llevó al día siguiente- para el verano. Y mantuvo que a la semana siguiente subirían en la caravana para instalarse durante estos meses.

Los agentes anotaron cada detalle. Y supieron que estaban al final del largo camino de la investigación cuando, al preguntar a los dueños si había llevado antes algo allí, les respondieron: "No. Ahí lo único que ha dejado es una silla de ruedas". Los policías no daban crédito: se trataba de la silla eléctrica de Isaac. Ya no se movieron de allí. Al día siguiente, recuperaron el cuerpo de la víctima, enterrada justo debajo de donde estaba esa silla.