La historia de una foto viral

Todos los héroes de la operación 'rescate en patinete' de Tossa de Mar

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Guillem Sànchez

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Albert, técnico de mantenimiento del hotel Arenas Resort Giverola, contactó quejoso con EL PERIÓDICO para reprochar que al informar sobre el rescate de un submarinista en patín acuático se le había excluido a él y a sus compañeros de la historia. Tenía razón. Este diario ha hablado con todos los protagonistas para enmendarlo. También porque la imagen de tres bomberos a bordo de la embarcación recreativa eclipsó la cadena humana que, literalmente, salvó la vida a un hombre. Una foto descontextualizada y viral que ha servido apresuradamente para zurrarse en Twitter con fines políticos cuando, en el fondo, solo habla bien de trabajadores y funcionarios sin complejos que cooperan para ayudar. Esta es la cronología que reivindica la operación 'rescate en patinete' del martes 16 de junio. 

09.00 horas (aproximadamente). Un hombre de unos cuarenta años enfundado en un traje de neopreno oscuro, equipado con arpones y una boya, se sumerge en una gruta de una cala Giverola desierta para practicar pesca submarina. Está solo porque al amigo que debía acompañarlo le ha surgido un imprevisto. En la primera inmersión sufre –posiblemente– un grave ataque de vértigo. Logra no ahogarse agarrándose a la boya. Después alcanza una roca. Comienza a pedir auxilio. En ese estado está vendido, a la merced del agua hasta que alguien oiga sus gritos de socorro, algo que no parece probable.

09.45 horas. La playa de la cala Giverola, un rincón de la Costa Brava ubicado entre Sant Feliu de Guíxols y Tossa de Mar, está vacía. En el complejo Resort Giverola solo hay algunos técnicos de mantenimiento y trabajadoras de la limpieza que preparan las instalaciones para su apertura el 1 de julio. Ana Belén adecenta el restaurante del hotel, Madrugada, cerca de la playa. Es la hora del desayuno y sale al exterior a comerse dos piezas de fruta con "vistas al mar" junto a una compañera. Se sientan y hablan tranquilamente. "Nos pareció oír un grito de socorro, muy débil. Nos quedamos en silencio para prestar atención y entonces lo oímos con claridad. Era la voz de un hombre pidiendo auxilio", recuerda.

Las mujeres bajan corriendo a la playa y divisan un brazo que asoma entre las rocas, a unos 150 metros. Llaman a Albert, que está en el taller del hotel junto a Jorge y Alfredo. Los empleados comprenden enseguida que no hay modo de llegar hasta él por tierra. Los gritos son angustiosos. Están dispuestos a lanzarse al agua pero en ese instante recuerdan que en el garaje del hotel hay embarcaciones de recreo. Se van a buscar kayaks.

09.55 horas. Los remos de los Kayaks no aparecen y no hay tiempo que perder. Entonces, ven el patinete acuático. Con su tobogán y sus ruedas rosas. No hay alternativa. "Lo cargamos a peso desde el garaje hasta el agua, a más de 500 metros", subraya Albert. Lo echan al agua, se montan y se presenta una pareja de agentes de la Policía Local de Tossa de Mar –avisados por Ana Belén– que les piden que esperen. Sube a bordo una policía para dar los primeros auxilios médicos al herido.

10.10 horas. "Desde la arena no sabíamos la gravedad de la situación y el hombre estaba en apuros. No había otro medio y teníamos que ir hasta él como fuera", explica la policía. Llegan junto al submarinista. "Estaba desorientado, había vomitado, sujetado de forma precaria a una roca", recuerda. Albert le habla para tranquilizarlo mientras la policía lo coloca en posición de seguridad. Por la emisora, la uniformada contacta con los técnicos de la ambulancia del SEM que acababan de aparcar en la playa. "Me van pidiendo que compruebe sus constantes porque él no es capaz de recordar cuántas veces se ha sumergido y si ha podido sufrir una mala descompresión". Agarrado por Alfredo y por la policía, Albert regresa al patinete para recoger a los bomberos. 

10.30 horas. Los bomberos del parque de Lloret de Mar alcanzan la playa. El agente local está junto a la ambulancia. El submarinista está atendido por su compañera, que sigue las instrucciones del SEM. Para llegar hasta allí, informa el agente, disponen de un patinete acuático. El cabo Xavier ve el patinete, presidido por el tobogán rosa, y a Albert pedaleando en su dirección. "¿Seguro que no se puede ir por las rocas?", pregunta el bombero con cara de circunstancias. El policía niega con la cabeza. "Estaba en camino la embarcación de Salvamar de Salvamento Marítimo y la lancha de los bomberos voluntarios de Tossa. Sabía que tardarían todavía un cuarto de hora. La elección estaba entre esperar a una embarcación oficial o subir al patinete y asistir antes al hombre. En realidad no había ninguna duda", aclara.

Albert alcanza la arena. El cabo Xavier y dos bomberos, que se sientan en los pedales, emprenden el camino a las rocas. El bombero, consciente de que está a bordo de una embarcación con ruedas rosas, además de lo del tobogán, pide que no se tomen fotografías. Intuye que está pidiendo demasiado.

10.35 horas. Los bomberos llegan junto al submarinista. Sigue consciente pero débil. Le toman las pulsaciones, son bajas. Está estable aunque agotado. A los pocos minutos, aparece la lancha de los voluntarios de Tossa. La Salvamar también hace acto de presencia pero es demasiado grande para acercarse a la gruta. En una camilla suben al submarinista a la lancha de los voluntarios. Las personas que no caben en la lancha regresan a pedales hasta la orilla. La ambulancia del SEM traslada a la víctima al hospital Trueta de Girona. Ayer miércoles recibió el alta médica.

La fotografía de los tres bomberos, con Xavier agarrado al tobogán, tal como había previsto, se hizo viral. "Los primeros que nos lo tomamos con sentido del humor fuimos nosotros pero no imaginamos que iría tan lejos", explica Xavier, que lamenta que la mofa digital e incluso la discusión política a costa de la foto comenzaran antes de saber qué suerte había corrido el submarinista. "Si la mujer de la limpieza –Ana Belén– no lo hubiera oído, hay muchos números de que hubiera muerto. Y lo del patinete fue gracias a los trabajadores –Albert, Jorge y Alfredo– y fue la manera más rápida de ayudarlo", concluye. "Comprendo las risas pero nuestro trabajo era socorrerlo cuanto antes", se resigna la policía municipal de Tossa. Poca broma.