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La detenida por matar a su marido dejó la silla de ruedas sobre la fosa

La arrestada reveló a la Policía el lugar de enterramiento al acudir a la parcela sin saber que la seguían

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T. Domínguez / I. Cabanes / Levante-EMV

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La detención de Beatriu F. C. por el homicidio de su marido Isaac Guillén, el policía local de Catarroja jubilado por una enfermedad degenerativa que lo mantenía postrado en una silla de ruedas, se precipitó gracias a que la mujer, sospechosa de la desaparición y muerte de su esposo desde el principio, se desplazó en una furgoneta a la parcela de Godelleta donde lo había enterrado casi siete meses antes, llevando así a los investigadores hasta su víctima, revela 'Levante-EMV', del mismo grupo editorial que 'El Periódico de Catalunya'.

Hasta ese momento, los investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de València intuían que ella era la presunta responsable de la desaparición de Isaac, revestida de la idea de que él quería ser sometido a una eutanasia para acabar con su vida por la enfermedad que sufría, pero no dónde podía haber ocultado su cuerpo.

El lunes, Beatriu F. G. los llevó, sin saberlo, hasta ese lugar, una parcela vallada y sin edificación alguna, ubicada al final de la calle San Miguel de la urbanización El Coscojar II de Godelleta, a 41 kilómetros del domicilio que compartía el matrimonio en València.

Tras un discreto seguimiento, vieron cómo llegaba y descargaba un jacuzzi hinchable que pretendía instalar en esa finca "para pasar el verano", según explicó a los propietarios del terreno, que residen a apenas 20 metros del mismo, ya que solo su huerto de naranjos separa su casa de esa parcela.

En cuanto se fue la sospechosa, que apenas se dejaba ver por allí, llegaron los primeros policías, que se identificaron como tales y se entrevistaron con la mujer del dueño del terreno. Fue en ese momento cuando los agentes supieron que Beatriu había alquilado, en solitario, la parcela ocho meses atrás, en octubre, menos de dos meses antes de la desaparición de Isaac, ocurrida el 1 de diciembre. La sospechosa, que siempre había ido sola hasta allí -"apenas ha venido dos o tres veces en todo este tiempo", explica la mujer del propietario-, les había dicho, cuando firmó el contrato, que su marido y ella buscaban un sitio tranquilo para pasar el verano.

"Pensar que estaba aquí..."

Desde ese momento, pagó religiosamente los 120 euros mensuales realizando ingresos en la cuenta de los dueños a través de cajeros automáticos. Sin contacto alguno con ellos. Y nunca mencionó que su esposo hubiese desaparecido. "Cuando pienso que ese pobre hombre estaba ahí, tan cerca, todo esto tiempo... Que lo alquiló para traerlo aquí, me sobrecoge y me entristece. ¿Cómo puede hacer alguien algo así a una persona como él? ¿Y cómo ìbamos a saberlo nosotros»?", se pregunta, emocionada, la mujer del dueño.

La semana pasada, su marido llamó a la inquilina para decirle que debía limpiar de malas hierbas y rastrojos el solar, y mantenerlo limpio, como se le había entregado, ya que su estado actual podría propiciar un incendio. Beatriu F. G. respondió que lo haría en breve, e incluso le pidió que gestionase él un tractor para desbrozar el solar, trabajo que pagaría ella.

El lunes, Beatriu llegó al terreno y habló con la mujer del dueño para decirle que traía un jacuzzi que iba a dejar ya en la parcela, y que la semana próxima subiría una caravana para pasar allí todo el verano. Cambió -por enésima vez- el candado de la puerta de acceso y se fue. Minutos después llegaron los primeros agentes del grupo de Homicidios.

Los policías averiguaron los detalles del alquiler y, en ese momento, la mujer del dueño comentó que el terreno estaba vacío a excepción "de una silla de ruedas, que dejó ahí, arrimada al lateral". La sospecha de que habían dado con el lugar de enterramiento se hizo firme, sobre todo, cuando, al acercarse al punto donde estaba la silla de ruedas, vieron bajo esta la tierra removida.

Varios policías pasaron la noche en ese lugar, mientras otros vigilaban el domicilio de la sospechosa para evitar una potencial fuga. El martes por la mañana, los vecinos de El Coscojar se sorprendieron con un desfile de más de una docena de vehículos de la Policía Nacional, con y sin distintivos, que incluían el laboratorio móvil de la Policía Científica y la unidad canina con perros adiestrados en la detección de cadáveres. Eran las once de la mañana, y los agentes sabían dónde cavar. Apenas una hora más tarde habían comprobado que la tierra removida realmente albergaba el cuerpo de Isaac. Sobre él, habían arrojado sacos de cal, parte de los cuales aún eran visibles ayer en el agujero que ha quedado desnudo tras la recuperación del cadáver.

El cuerpo fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Valencia por orden del Juzgado de Instrucción número 2 de Requena, que acudió al lugar en funciones de guardia al encontrarse la fosa en su partido judicial, y ayer los forenses comenzaron la autopsia, que se alargará por el estado en que se encontraba el cadáver.