CRISIS SANITARIA INTERNACIONAL

Familiares de ancianos: "Morirán de pena si no vuelven a las residencias"

María Rodríguez y su madre, en casa de la hija.

María Rodríguez y su madre, en casa de la hija. / periodico

Beatriz Pérez

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Cuando comenzó la pandemia de coronavirus y tantos ancianos empezaron a morir en las residencias contagiados por el virus, María Rodríguez fue una de las muchas personas que decidieron sacar a la familiar que tenía en uno de estos centros y llevársela a casa hasta que todo pasara. Su madre, de 87 años, que también se llama María, llevaba un año ingresada en la residencia Alchemika de Barcelona. "Yo estoy muy contenta con Alchemika, son muy profesionales. Nadie estaba preparado para esto", apunta Rodríguez, quien firmó un informe de la Generalitat de Catalunya para poder llevarse a su madre temporalmente. En Catalunya hay más de 700 ancianos cuyos familiares decidieron sacarlos de residencias por la crisis del covid-19 y que aún no han podido regresar, según la Conselleria de Salut.

Nueve semanas después, María no sabe cuándo podrá regresar la anciana al centro en el que vivía. "Mi madre quiere volver, me lo dice cada día. Yo trabajo y tengo que dejarla solita. Ella allí habla con la gente, no está tan sola y la residencia le da mucha seguridad porque tienen un médico y una enfermera", relata Rodríguez. Para que la mujer pueda regresar al centro, la Generalitat tiene que dar una orden que aún no ha emitido. "Han dicho que en la fase 2 del desconfinamiento empezarán las visitas de familiares, aunque de manera muy controlada. Pero no tienen claro aún si todos estos ancianos que fueron sacados de las residencias podrán volver en la fase 2 o en la 3. Lo que sé es que tendré que hacerle yo la prueba PCR antes de que vuelva allí", cuenta.

Rodríguez destaca el valor de las residencias de ancianos. En el caso de su madre, por ejemplo, considera que ingresarla en un centro de este tipo ha sido "lo mejor". Allí hace ejercicios para la memoria, que le han dado "vida", sobre todo después de haber superado un ictus. Las residencias, asegura, no son un "'aparca-abuelos'", sino todo lo contrario. "Mucha gente ya ha empezado a trabajar y los abuelitos en casa están desorientados. Necesitan las actividades, la rehabilitación... Algunos van a morir de pena. Creo que todos han pegado un bajón con el covid-19", opina. 

PCR pagadas por familiares

El compañero de Empar López, Joan, también está en la residencia Alchemika. El hombre tiene 75 años y una enfermedad degenerativa. Empar decidió trasladarlo a casa temporalmente cuando comenzaron a fallecer ancianos de covid-19 en este centro. "Yo le hice una prueba PCR, la pagué en un laboratorio, porque no quería que saliese sin la seguridad de que no tenía el virus. Yo ya pasé dos neumonías", cuenta. Salió negativa.

El problema es que Joan, al poco tiempo, sufrió una infección intestinal no relacionada con el virus y tuvo que ingresar de urgencias en el hospital. Allí estuvo 15 días. "Pero cuando le dieron el alta no le dejaron regresar a la residencia, porque todavía no entra nadie y no se puede sin orden de la Generalitat. Yo tampoco podía cuidarlo, tengo una hernia umbilical y hay que ayudarlo a vestirse, ducharse...", explica Empar. En esta tesitura, el hospital aceptó que permaneciera allí una semana más. Gracias a la ayuda de la asistenta social del hospital, Empar logró que Joan fuera trasladado a una "residencia puente", donde se encuentra ahora a la espera de poder regresar a Alchemika.

"Se supone que la semana que viene, en la fase 2, empezará esto a moverse. He oído que permitirán visitas en las residencias, pero de las readmisiones no han dicho nada", dice la mujer. Para Joan es "importante" estar en una residencia porque necesita "cuidados" específicos. El hombre tiene una dependencia de grado 2, esto es, severa. 

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