PROTECCIÓN DE GRUPO

El uso de la mascarilla será obligatorio donde no se pueda guardar los 2 metros

Sanidad y autonomías acuerdan el uso forzoso en todos los espacios públicos y cerrados cuando no pueda mantenerse la distancia mínima de seguridad

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Valentina Raffio

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El Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas han cerrado el debate sobre la conveniencia de usar las mascarillas en la calle. El nuevo símbolo de la seguridad colectiva pasa a ser obligatorio en todos los espacios públicos donde no pueda garantizarse la distancia mínima de seguridad de los dos metros. El acuerdo llegó después de que varias comunidades autónomas se mostrasen favorables a reforzar este tipo de medidas de prevención para evitar un rebrote de covid-19.

MadridCatalunya País Vasco, entre otras, ya han incluido la obligatoriedad de las mascarillas en sus propuestas de desescalada. El 'conseller' de Interior de la Generalitat, Miquel Buch, incluso ha propuesto multar a quienes no la lleven. Mientras, los expertos recuerdan que la utilidad de este tipo de productos no viene marcada por la prenda en sí, sino por cómo se utiliza. Así que, si las mascarillas han llegado para quedarse, es el momento de aprender a utilizarlas como toca.

Varios especialistas consultados por este diario coinciden en que, si bien es necesario extremar las precauciones, de poco sirve llevar mascarilla si no se hace bien. Y que no hay respuestas universales sobre el buen uso de estas prendas. Todo dependerá de las circunstancias. De ahí que, por ejemplo, según ha declarado este lunes el epidemiólogo Antoni Trilla en Catalunya Ràdio, "la obligatoriedad del uso de mascarillas en la calle habrá que estudiarla muy bien, porque pueden haber más excepciones que reglas".

Escudo contra el virus

El SARS-CoV-2, el coronavirus responsable de la actual pandemia, apenas mide unos 100 nanómetros y se propaga a través de las gotas respiratorias que emitimos al hablar, toser o respirar. Las partículas más grandes caen al suelo por su propio peso, mientras que otras pueden mantenerse en suspensión en el ambiente. "Ahora mismo todavía hay poca información sobre cuánto dura el virus en el aire. Los dos principales estudios sobre el tema sugieren que puede resistir entre 3 y 16 horas, pero no sabemos en qué concentraciones. Por eso mismo, ahora que empezamos a salir a la calle, el uso de mascarillas se recomienda para reducir las probabilidades de contagio", sostiene María Cruz Minguillón, investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), dedicada en estos días al análisis de la capacidad de filtración de los materiales que se utilizan para elaborar las mascarillas.

En el laboratorio, explica, se pone a prueba la utilidad de estos 'filtros' como barrera contra el virus. El material es clave para determinar la utilidad de las mascarillas, sí. Pero también lo es su uso. "Mi consejo es recurrir siempre que se pueda a una mascarilla homologada porque, al menos, nos puede garantizar que realmente funciona. Pero igual o más importante es utilizarla correctamente siguiendo las indicaciones para ponerla, quitarla y mantenerla puesta", añade la investigadora. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda lavarse las manos antes y después de ponerse la mascarilla, colocarla asegurándose que no queda ningún descubierto entre la cara y la prenda, evitar tocar la tela una vez puesta y cambiarla cuando sea necesario.

"Necesitamos garantías de eficacia"

A medida que se extiende el uso de este tipo de prendas de protección, también lo hacen las 'alternativas caseras' de este tipo de productos. En estos casos, sin embargo, su eficacia no está demostrada. "Las mascarillas homologadas certifican dos cuestiones. Por un lado, que el filtro tenga como mínimo un 90% de eficacia para retener el virus. Y, por el otro, que la respirabilidad sea inferior al 60%", explica Enric Carrera, director del Institut d’Investigació Tèxtil i Cooperació Industrial (INTEXTER) de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), una de las instituciones que actualmente asesora al departament de Salut sobre el tema de las mascarillas. "Estamos muy acostumbrados a utilizar cualquier tipo de protección para evitar el polvo o el polen, pero ahora la situación es diferente. En estos momentos necesitamos garantías de eficacia y eso difícilmente se puede conseguir utilizando cualquier tela que tengamos por casa", añade.

El material de la mascarilla afectará, por ejemplo, al tiempo de uso y al número de lavados recomendados. Las reutilizables admiten entre 5 y 30 lavados con agua y jabón neutro durante al menos una hora, aunque cada caso podría variar en función de la tela. De ahí que, según recomienda Carrera, se aconseja pedir siempre el certificado de estos filtros para saber cómo tratarlos. En el caso las quirúrgicas desechables, en cambio, se recomienda utilizarlas durante un lapso de unas cuatro horas. O hasta que la tela esté húmeda, ya que entonces menguará su capacidad como filtro. En ambos casos, el material con el que está elaborada la mascarilla cuenta con un componente hidrófobo (es decir, que repele el agua) para evitar la entrada de gotas respiratorias.

La guía del sentido común

Las recomendaciones sobre su uso se rigen, como siempre, sobre las pautas de la prudencia y el sentido común. ¿Es necesario utilizarlas para salir a pasear? Depende de dónde se vaya. Si uno tiene pensado ir a un lugar en el que previsiblemente puede haber mucha gente, como el centro de Barcelona, entonces sí es recomendable llevar una. Pero si el plan es salir a pasear por el campo, no. ¿Y qué pasa con el deporte? Si se sale a correr, mejor no. Pero para pasear, quizás sí.

¿Es mejor salir con una mascarilla en malas condiciones o sin mascarilla? ¿Y si el filtro se rompe a medio camino? ¿Me puedo 'apañar' con una prenda no homologada? Preguntas como esta son las que le quitan el sueño a los expertos ya que, como entenderán, no hay fácil respuesta.

El uso de mascarillas sanitarias en niños sigue, a grandes rasgos, la misma lógica que en los adultos. El único matiz que se podría añadir es que, hoy por hoy, la disponibilidad de este tipo de prendas adaptadas a las necesidades de los niños es escasa. “Ahora mismo no hay mascarillas para menores de 4 años, aunque en este grupo no se acostumbran a recomendar. Sí existen mascarillas pediátricas para niños más grandes, pero también son difíciles de encontrar”, comenta Pere Soler, pediatra de la Unidad de Enfermedades Infecciosas e Inmunodeficiencias Pediátricas del Vall d'Hebrón. "En el caso de las salidas con niños, la clave está en extremar las precauciones, aunque sea difícil. Hay que vigilar que ni los niños ni los padres se expongan al virus cuando salgan", destaca Soler, quien recuerda que, aunque ahora mismo no sabemos si los niños transmiten el virus más o menos que los adultos, la mejor prevención es la cautela.

Sentido común y cultura de las mascarillas

Las recomendaciones sobre el uso de mascarillas han ido avanzando conforme lo hacía la pandemia y nuestro conocimiento sobre el virus. Eso explica por qué hace unos meses, antes de que la covid-19 se convirtiera en una crisis global, las autoridades sanitarias recomendaban solo el uso de mascarillas en personas enfermas o que estuvieran expuestas de manera directa al virus (como es el caso de los profesionales sanitarios) y ahora, en cambio, el mismo organismo aconseja un uso más generalizado de esta prenda de protección. Las más utilizadas ahora mismo son las quirúrgicas desechables, diseñadas para evitar que una persona infectada propague el virus, pero no para frenar el patógeno desde fuera. Aun así, su uso se recomienda como 'escudo colectivo' bajo la premisa de "actúa siempre como si fueras asintomático". "Pensemos en estas como mascarillas solidarias que nos ponemos cada uno para protegernos a todos", comenta Carrera.

Pero el uso de mascarillas no solo tiene un porqué sanitario. En un análisis publicado en The New York Times, el antropólogo médico Christos Lynteris explicó, incluso antes de que la covid-19 se convirtiera en una pandemia global, que esta prenda también sirve para "comunicar solidaridad en un momento en que una comunidad es vulnerable a ser dividida por el miedo, entre los sanos y los enfermos". Asimismo, según sugieren las reflexiones del sociólogo Peter Baehr, "la cultura de la mascarilla" fomenta la sensación de un "destino compartido, una obligación mutua y un deber cívico". Pero eso no es todo. En un momento en que la pandemia ha creado tanta crispación, hay incluso quien sugiere que llevar o no mascarilla, así como seguir cualquier otra recomendación dictada por las autoridades sanitarias, se ha convertido en un posicionamiento político e ideológico.