DOLENCIAS 'TIEMPO-DEPENDIENTES'

El miedo al coronavirus retrasa 17 minutos las llamadas por ictus

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Ángeles Vázquez

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Quien más, quien menos tiene miedo del covid. Por eso,vista su gravedad, durante el confinamiento, casi todo el mundo intentó evitar en lo posible las visitas al lugar donde habría más contagiados y, por tanto, más riesgo de convertirse en uno de ellos. Esa reacción tan humana puede terminar siendo, sin embargo, mucho más peligrosa que el propio coronavirus en el caso de que lo que estés sufriendo sea un ictus o un infarto.

El gerente del Sistema d'Emergències Mèdiques (SEM), el doctor Antoni Encinas, calcula que la llamada al 112 en casos de ictus se ha demorado una media de 17 minutos y eso en esta enfermedad puede tener consecuencias muy graves, cuando no fatales, porque ya no se pueda hacer nada por el enfermo. El retraso ante los casos de infarto se ha cifrado en una media de 22 minutos.

Tanto los ictus como los infartos son enfermedades que médicamente se conocen como tiempo-dependientes: aquéllas cuya gravedad aumenta según lo hace también el tiempo que se tarda en atenderlas. Cuando más retrases la asistencia médica más posibilidades hay de morir o en el caso de que se sobreviva las secuelas sean más graves. 

Menos casos

Durante el confinamiento han descendido el número de ictus y de infartos. Lo han hecho en un 8% los primeros y un 18, los segundos, porque ambos están muy relacionados con los esfuerzos y tanto los laborales como los deportivos han disminuido con el encierro impuesto para lograr doblar la curva de contagios del covid.

Encinas explica que en los cuatro primeros meses del 2019 hubo 1.300 ictus en Catalunya en los que se requirió la actuación del SEM; este año la cifra ha sido de 1.191. En el caso de infartos, de 1.049 se ha pasado 922. Solo en el mes de abril el año pasado hubo 286 y este, 233.

El problema es que cuando se han producido se ha esperado mucho más que el año anterior para llamar al 112. En el 2019 la llamada por ictus se demoraba entre 55 y 230 minutos, pero este año esa tardanza se ha retrasado hasta llegar a 551 minutos en algún caso. La media de espera llega a esos 17 minutos que pueden ser cruciales a la hora de sobrevivir bien a la dolencia.

El gerente del SEM admite que aún es pronto para evaluar la incidencia que esa demora ha tenido en las secuelas con las que tendrá que convivir el paciente a partir de ahora, pero advierte de la trascendencia de evitarla por lo que supone cada minuto que tardes en las enfermedades 'tiempo-dependientes'. Sobre todo, porque tanto con el ictus como con el infarto , una vez que se producen, nunca logras evitar el traslado al hospital, por lo que no sirve de nada intentar esperar a que se pasen solo más que a contribuir a su agravamiento.

Protocolo de años

El protocolo existente permite que los facultativos del SEM dispongan del historial completo del paciente en sus tabletas y que a través de estas informen al hospital al que se le va a trasladar en función de su gravedad. Según el doctor Encinas, lleva años funcionando y funcionando bien. "El problema no es ese. El problema es lo que la gente espera", insiste.

Ni siquiera admite que atender las urgencias relativas a las enfermedades respiratorias que pudieron surgir en los peores días de la pandemia haya podido tener trascendencia en la atención de los ictus o infartos. Las asistencias por el covid se equilibraron, explica, al descender por el confinamiento los accidentes de tráfico y los laborales, que durante la normalidad suponen, sobre todo los primeros, gran parte de su actividad normal. 

"Por mucho que mejoremos el sistema no podemos hacer nada si no llaman antes", concluye el responsable del SEM, para pedir que llamemos al 112 si tenemos alguno de los síntomas de estas enfermedades.

En el caso de un infarto, consisten en dolor opresivo en el pecho y sudoración, tanto para hombres como mujeres, aunque en ellos, al tener mayor musculación, las señales suelan ser más explícitas. Por su parte, los problemas que pueden llevar a pensar que se está sufriendo un ictus son problemas al hablar, incoherencia en el lenguaje, asimetría en el rostro y paralización de uno de los lados o del brazo.